Terminó la maratón de obras, pero algunos afrontan el momento más difícil. El jurado de la Fiesta Provincial de Teatro definirá hoy los ganadores del certamen, y su acta será leída esta noche en la Sociedad Francesa (ver “Desde el...”). La labor es compleja en sí mismo, y lo reconocen Lucía Véliz, Andrés D’Andrea y Diego Palavecino, los responsables de la evaluación de las 16 obras que fueron parte de esta última instancia en el evento organizado por el Instituto Nacional de Teatro y el Ente Cultural.
Como ejes generales, en diálogo con LA GACETA Véliz menciona el respeto a cada labor, la construcción dramatúrgica de cada propuesta, las actuaciones y las estéticas, las poéticas situadas en Tucumán, la transversalidad en las perspectivas de género y los cruces generacionales. “Son como lentes para las miradas objetiva y subjetiva que tenemos, porque nos dejamos atravesar por las obras”, admite.
“Es una emoción muy grande ver lo mucho que ponen los compañeros y compañeras sobre el escenario, con compromiso, dedicación y cuidado. Se nota una madurez tremenda, tienen mucho que decir, toman la palabra, generan reflexión, van por más y no se agotan. Se buscan nuevas dramaturgias y composiciones poéticas abiertas hacia la diversidad, y eso lo aplaudo. Este teatro tucumano está floreciendo y no se inhibe ante ninguna posibilidad, con su historia y su memoria, con una mirada sensible, empática y empoderada, como constructor, partícipe y protagonista de un nuevo hacer”, afirma.
Véliz defiende los modos de producción de cada territorio: “cada provincia tiene su riqueza, su identidad y su historia; los teatristas somos producto de todo eso y se dialoga con el de otro distrito a partir de lo que uno es, con una fuerte identidad como la tucumana, lo que está siendo muy significativo para producir revoluciones desde el ‘acá estoy, mirame, sumame’. Y en ese universo aparece el firme y empoderado posicionamiento de las directoras mujeres”. “El sistema te permite ser y hacer dentro de un sentido de comunidad muy fuerte, en un movimiento constante y con un compañerismo muy destacado”, resalta la investigadora, formada en Tucumán y radicada en Entre Ríos.
Palavecino llegó desde Santiago del Estero para ser parte del tribunal. “Una de las características que siempre distinguieron al teatro tucumano fue la búsqueda de formas, de estéticas, de territorios, desde dónde y cómo contar. Llaman la atención y son el horizonte de la actividad del NOA, y eso se vio en la fiesta, que logró mantener ese espíritu con muchísimos realizadores compartiendo las funciones con el público. Hace mucho que no la sentía así y me llena de felicidad; que se haya recuperado lo festivo es muy valioso”, dice y subraya especialmente el homenaje a la actriz, coreógrafa, bailarina y docente Beatriz Lábatte.
En la evaluación, destaca la labor del INT local en conjunto con el Ente para sostener un pujante ecosistema: “la comunidad artística está más protegida que en otras provincias”, asevera, y menciona a su distrito como ejemplo. “En muchos espectáculos aparece una mirada pospandémica, con referencias a la muerte, a empezar a preguntarnos dónde y cómo estamos y hacia dónde vamos, que nos pone en otros lugares. El arte es un receptor de esas dudas, que están plasmadas y vibran en los trabajos que se vieron”, señala, en lo referido a la competencia en sí.
Tucumán aportó la experiencia de D’Andrea a la evaluación. “Luego de cada una de las jornadas, que terminaban muy tarde, no podía dormir porque la cabeza seguía laburando. Lo que más me interesó ver y madurar son las historias que se contaron, junto con la dramaturgia, la puesta en escena, la potencia dramática. Buscaba que pase algo, que me atraviese lo que se está diciendo, ver si se consiguió lo que se buscaba en cada propuesta, si hay complejidad y completitud más allá de la frescura. Valoro que haya un planteo político en la obra que veo, pero lo que debemos hacer como jurados es no sesgar la posición ni estar ideologizados, porque no serviría para nuestra función”, describe.
El integrante del Teatro Estable cuenta con la ventaja de ser local y, por ello, conocer la trayectoria y los trabajos previos de cada grupo y director, pero considera que hubiese sido positivo haber contado con carpetas al respeto para sus compañeros de labor. “Entre otros aspectos le prestamos atención obviamente a la estética; a la perfomatividad y a la interpretación; a las poéticas territoriales y a la visibilización de las propuestas disidentes y de otras posibilidades en las construcciones identitarias, sin caer en privilegiar estas cosas por sobre las otras en escena. Sí sirven como disparadores de la evaluación”, aclara.
La mayoría de las obras que llegaron a la final son dramaturgias propias, que surgen de una creación colectiva o del director que trae una idea (acabada o para trabajar). “No hubo grandes autores nacionales en escena, más fueron las búsquedas propias de la provincia”, agrega.
D’Andrea reconoce el antecedente de haber estado del otro lado de la evaluación, cuando participó como actor. “Asumo esta responsabilidad de juzgar con la mayor seriedad posible, buscando no potenciar ciertos criterios o lenguajes por sobre otros, ya que esta instancia debe abarcar todas las ideologías y estéticas. La responsabilidad con mis pares es poder despojarme de mis miradas subjetivas y observar más allá de mi gusto. Esta labor te coloca en un punto de reflexión y de crisis, sin tiempo de descanso. Es muy movilizante y uno sabe que cualquier decisión le va a doler a alguno de los colegas, pero es una competencia en la que hay ganadores y perdedores”, admite.
Que el cierre de la Fiesta sea con una fiesta potencia el clima de celebración. Más allá del resultado (las dos obras ganadoras representarán a la provincia a nivel nacional en 2023, y el jurado además podrá otorgar menciones especiales), hay un motivo común para estar alegres: la prórroga por 50 años de las asignaciones específicas para la cultura, sancionada el jueves por el Senado de la Nación (ya tenía la aprobación de Diputados), augura la continuidad de procesos, proyectos y logros. Y eso bien vale un brindis.