En los vaticinios, el camino más lógico presentaba a Dinamarca como el rival más factible de la Selección en octavos de final de Qatar 2022. Los escandinavos venían ser la revelación en la última Eurocopa (en la que alcanzaron semifinales) y de vencer dos veces a Francia en la reciente Liga de las Naciones, no obstante lo cual el cálculo de probabilidades los ubicaba en un segundo escalón detrás de los galos (defensores del título) en el Grupo D. Al final, los daneses terminaron siendo una de las grandes decepciones del torneo: terminaron últimos en su zona con un saldo de un empate y dos derrotas, la última de ellas frente a la sorprendente Australia, que finalmente será el rival de la “Scaloneta” en la primera llave eliminatoria.
Antes de analizar cualquier virtud o falencia de los “Socceroos”, es indispensable hacer la siguiente salvedad para no herir susceptibilidades ni tener que andar anulando mufas: esto es un Mundial y acá cualquiera le puede ganar a cualquiera. Ya nos lo demostró Arabia Saudita en el debut, así que no conviene repantigarse pensando que lo del sábado será un trámite y que ya estamos en cuartos de final. Todavía no.
Ahora bien, también es cierto que Australia está lejos de tener la chapa y la jerarquía individual y colectiva de la hace gala la Selección. Un triunfo oceánico sobre Argentina sería un batacazo histórico, mientras que uno de Argentina sobre Australia sería lo esperable. Hoy, la diferencia entre ambos es mayor que la separa a Los Pumas y a los Wallabies.
¿Qué se puede esperar de Australia el sábado? Más o menos lo mismo que de los tres rivales que ha enfrentado Argentina hasta ahora: un equipo tirado atrás, abroquelado en torno a su área, ordenado para no dejarle espacio a los delanteros rivales y atento para salir de contra apenas se presente la oportunidad. Dependiendo del rival, el entrenadro Graham Arnold suele alternar entre el 4-4-2 y el 4-1-4-1, siendo este último seguramente el dibujo que planteará frente a la “Scaloneta”.
Es un equipo consciente de sus limitaciones, por lo que apuesta a sacar el mayor provecho posible de los errores del rival. Ciertamente, a los “Socceroos” no les sobra iniciativa, sobre todo cuando el rival es evidentemente superior. La posesión de la pelota no es una prioridad para ellos: en los tres partidos que jugaron durante la fase clasificatoria, se desentendieron del esférico y apostaron todo a contragolpear o a las pelotas paradas. Contra Francia, el porcentaje fue de 37% de posesión, contra Túnez del 41% y contra Dinamarca apenas el 31%. En síntesis: se siente más cómodo jugando sin la pelota que con ella.
Y es que, cuando la tienen, no son precisamente productivos. No tienen un sistema de juego muy aceitado ni son prolíficos en hombres de buen pie. Uno de ellos es sin duda Adjin Hrustic, mediocampista ofensivo con técnica, visión y movilidad por todo el frente de ataque, aunque como 10, suele ser irregular. De todos modos, el jugador del Hellas Verona es el distinto de Australia y seguramente será titular el sábado.
En el fondo, prima la cantidad por sobre la calidad. Los espacios por el centro no sobran, el negocio puede estar por las bandas, por lo que es muy probable que el partido sea de trámite similar al de ayer con Polonia, con Argentina abriendo la cancha para sacar a la defensa de su encierro.
A su vez, la defensa argentina deberá estar atenta a los contragolpes y a las pelotas largas, principalmente a bordo de la velocidad de Mathew Leckie y Mitchell Duke. El primero de ellos se lució con un golazo ayer ante Dinamarca, picando a toda máquina desde mitad de cancha y quebrándole la cintura a su marcador con una doble gambeta antes de definir cruzado, a lo Sergio Agüero contra Racing en 2005. Duke, por su parte, puede imponer su casi metro noventa en los centros al área, por lo que Otamendi y Romero deberán mantenerlo vigilado. El ataque se completa con Riley McGree (delantero del Middlesbourough inglés) y James Maclaren, aunque en caso de adoptar un esquema con una sola punta, el encargado es Duke.
En conclusión: Australia es un rival inferior en los papeles, pero capaz de dar la sorpresa si Argentina baja la guardia.