Toda esta locura de Bangladesh, India y esos lugares tan remotos donde se idolatra a Lionel Messi como si fuera un dios no hacen más que confirmar -como si hiciera falta- lo que ya sabe todo el mundo desde hace mucho tiempo: que él es único, para desazón de los que llevan años fracasando en la misión de encontrar al “nuevo Messi”. Sin embargo, sí hay alguien dentro del planeta fútbol que puede ser llamado “el otro Messi” sin que esa pilcha le quede gigante: Luka Modric.
Si bien es cierto que hay una gran distancia entre el impacto que ha tenido Messi en la historia del fútbol (al pulverizar una enorme cantidad de récords de larga data) con el que ha logrado el croata, difícilmente haya otro jugador en la actualidad con tantos puntos en común con la carrera de Lionel como Luka. Por caso, ambos nacieron en la década del 80 (el europeo en el 85, el rosarino en el 87); ambos tuvieron dificultades por su tamaño (es conocido el problema hormonal de “Leo”, mientras que de Luka decían que era “demasiado livianito” para jugar); son mediocampistas habilidosos que también pueden jugar en el ataque; brillaron en los equipos más poderosos de la Liga Española (fueron rivales en varios clásicos con la 10 de Barcelona y Real Madrid, respectivamente); ambos ganaron el Balón de Oro (aunque el argentino ganó siete y el croata uno), y con el tiempo se convirtieron en los capitanes y máximos emblemas de sus seleccionados, en los que debutaron con apenas meses de diferencia (Messi en agosto de 2005, Modric en marzo de 2006, justamente contra Argentina). Además, ambos tuvieron su debut mundialista en el Mundial de Alemania 2006 y muy probablemente el de Qatar 2022 sea el de su despedida. Hasta ahora, los dos llegaron a la final de un Mundial (Messi en 2014, Modric en 2018) y la perdieron, lo que no impidió que recibieran el Balón de Oro como mejores jugadores de dichas ediciones. Hoy se sabrá cuál de los dos tiene una chance más de jugar el duelo final por la Copa del Mundo y cuál deberá conformarse con jugar por el tercer puesto.
Al igual que la de Messi, la de Modric es una historia digna de un documental. De hecho, parte de ella aparece en “Captains”, una miniserie producida en conjunto por Netflix y la FIFA que aborda las vivencias de seis capitanes de selecciones en las eliminatorias para Qatar. En ella, Modric comparte las razones por las cuales, a sus 37 años y habiendo conocido el éxito en casi todas sus formas, sigue aferrado a la camiseta cuadriculada de su seleccionado.
“La gente pregunta por qué sigo jugando con la selección en vez de concentrarme en mi club. Sigo jugando porque todavía es algo especial para mí. No hay mejor sentimiento que jugar por mi país, y me encantaría seguir haciéndolo mientras me necesite y yo pueda seguir ayudándolo”, explica el 10 de Real Madrid.
Ese profundo sentimiento de pertenencia hacia su país (similar al que llevó a Messi a elegir jugar para Argentina y no para la España que lo había cobijado) encuentra su raíz en la dura infancia que vivió. Cuando tenía solo seis años, Luka debió abandonar su casa junto a su familia al estallar la guerra de independencia de Croacia, que hasta 1991 formaba parte de Yugoslavia. “Tuvimos que huir de nuestros hogares y refugiarnos en hoteles. Oías esas sirenas y esas bombas, con los misiles cayendo…era muy pequeño y eso es lo que más se me quedó grabado de mi niñez”, relata.
El mayor golpe que sufrió en su infancia en fue la ejecución de su abuelo Luka (de quien había heredado el nombre) a manos de rebeldes serbios durante la guerra. “Todavía recuerdo muy bien. Era una especie de protector para mí. Me llevaba con él a todas partes. Me apena que no haya podido ver al menos algo de lo que he conseguido, pero estoy seguro de que está ahí arriba mirándome y animándome; y estoy seguro de que está orgulloso de mí”, asegura.
Vía de escape
Como para muchos niños inmersos en una realidad difícil, el fútbol fue un oasis para el pequeño Luka. “Cuando miro esas fotos de la infancia, siempre estoy con una pelota. Enseguida fue evidente que ella iba a jugar un papel importante en mi vida. El fútbol fue claramente una vía de escape frente a todo lo que estaba pasando a nuestro alrededor”, recuerda Modric, cuya habilidad se fue puliendo -al igual que el de Messi y muchos otros cracks- en picados sobre asfaltos agrietados y terrenos pedregosos y polvorientos, donde también abundaban las patadas. “Yo era uno de los niños pequeños, pero no había quejas ni llantos… Seguías adelante y luchabas por ti mismo”, ilustra.
Terminada la guerra, su familia tuvo la posibilidad de regresar a su tierra, pero él prefirió quedarse y apostar por una carrera como futbolista. Con 16 años fichó por el Dinamo de Zagreb, y tras algunos años de destacarse en clubes croatas y bosnios, saltó a la Premier League como uno de los traspasos más caros en la historia de Tottenham. En las cuatro temporadas que estuvo en los “Spurs” captó el interés de Manchester United y Chelsea, pero todas las ofertas fueron rechazadas. Hasta en 2012 apareció Real Madrid y ya fue imposible retenerlo. El talento de Modric pedía más y lo obtuvo desde su llegada a la Casa Blanca: apenas dos días después de haber firmado su contrato, debutó y ganó su primer título con el club, una Supercopa española. Desde entonces, ha conquistado un gran cantidad de trofeos nacionales e internacionles con el Madrid (entre ellas, cinco Champions, cuatro Mundiales de Clubes y tres ligas).
Otra similitud que lo une con “Leo”: a pesar de todo lo que ha ganado, Modric no se conforma. Haber llevado a Croacia a la final de 2018 le permitió superar el tercer puesto que en 1998 habían logrado sus ídolos, la selección que tenía a Davor Suker y Zvonimir Boban como principales figuras y que fue inspiradora para el actual capitán. Confiesa que aún lo atormenta el recuerdo de esa final perdida en Rusia a manos de Francia: “la tristeza me persigue hasta el día de hoy”.
Exorcizar ese recuerdo es lo que lo mantuvo de pie y tirando las riendas de su equipo en el alargue contra Brasil, cuando todo parecía perdido. Ese liderazgo espiritual influyó incluso en el gran presente del arquero de Croacia, Dominik Livakovic, a quien Luka ayudó a recuperar la confianza cuando había perdido la titularidad bajo los palos. “Todos cometen errores. Siento que tu problema es que tienes miedo de cometerlo. ¿Quién no comete errores? Por favor, nómbrame una persona”, le reclamó el capitán, en un diálogo que se reproduce en “Captains”.
Así como muchos quieren ver a Argentina campeón porque Lionel Messi se lo merece, muchos otros apuestan sus fichas a Croacia por Luka Modric. Ambos son dos grandes genios del fútbol que se respetan entre sí, pero solo habrá lugar para uno en la final del domingo. “Claro que Leo es muy grande, es el mejor y vamos a tener muchas dificultades para pararlo, pero estamos preparados y vamos a darlo todo”, asegura el “Messi croata”.