Los números de la pobreza duelen y alarman, entre muchos otros motivos, porque no se trata de un indicador que se revierta en el corto o en el mediado plazo. Incluso con un Gobierno excelente, de los que no abundaron en la historia de la Argentina, deberán pasar muchos años para que los más de 17 millones de personas que habitan el país -según datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA)- dejen de ser pobres e indigentes.
Estas cifras golpean con más saña cuando se pone la lupa sobre la franja etaria que engloba a los menores de hasta 17 años, el segmento con mayores carencias: al menos seis de cada 10 niños y adolescentes son pobres -el 61,6%- y un 13,1% es indigente.
Uno de los ítems que se miden para elaborar el informe sobre la pobreza es el acceso a la educación. Este afecta directamente a aquel grupo, cuya actividad principal, al menos en “los papeles”, es la de asistir a la escuela -primaria o secundaria-.
Cabe reconocer que el problema de la educación no es patrimonio exclusivo de la Argentina. Desde hace algún tiempo, las autoridades y los técnicos de la Organización de las Naciones Unidad (ONU), mediante diversos documentos y publicaciones, vienen advirtiendo acerca de numerosos incumplimientos de derechos de los niños en el mundo -incluido el hecho de que alrededor de 400 millones de ellos viven en países o en zonas con conflictos armados, lo que pone en riesgo su vida, su salud y su nutrición, e interrumpe su educación y desarrollo-.
En este contexto, el domingo 20 del mes pasado, en el marco del Día Mundial del Niño, la ONU invitó a todos los Estados miembro a que creen campañas y proyectos que aseguren los derechos de estos y promuevan su desarrollo, mediante la educación, la salud, la protección y la libertad.
En lo que respecta a la situación de la educación, en nuestro país a la pobreza caben sumarle los efectos del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), decretado por el Gobierno nacional en el marco de la lucha para menguar el impacto de la pandemia de coronavirus. La parálisis de las clases durante un año y, luego, la metodología de burbujas durante otros seis meses implicaron graves consecuencias en la carrera de los chicos que asistían a la escuela.
Esto quedó, de alguna manera, manifiesto en los resultados de las pruebas Aprender, que organiza el Ministerio de Educación de la Nación, y sirven como indicador del nivel educativo. Este año expusieron un alarmante panorama: todas las provincias empeoraron sus rendimientos en lengua. Entre 2018 y el año pasado, el porcentaje de estudiantes con buenos resultados pasó del 75,3% al 56%; una caída de 19,3 puntos porcentuales. En tanto, en Matemática se registró un retroceso de un 2,6%, del 57,4% al 54,8%.
Otro preocupante dato que resonó este año, a partir de un informe de la Organización No Gubernamental (ONG) Argentinos por la Educación, es que solo 16 de 100 chicos adquieren en tiempo y forma los conocimientos requeridos en nuestro país.
¿Qué hacer?
Con estos registros, resulta imperativo tomar medidas. Sobre todo, de cara al año que viene. Un aspecto importante pasa por el diagnóstico; en este sentido, detectar los motivos por los cuales los niños no aprenden resulta clave. ¿Qué está pasando en las trayectorias escolares? ¿Cuáles son los problemas? Muy probablemente puedan hallarse causas comunes; pero seguramente también pueden aparecer casos particulares. Conocer esto en profundidad ayudará, entre otros, a evitar la deserción.
“En el Mundial de la educación ni siquiera clasificamos. Atrás quedó esa imagen de la Argentina pionera de avanzar contra el analfabetismo, con sus definiciones promovidas por la Ley N° 1.420, de educación común obligatoria, gratuita y laica, y una serie de definiciones de Estado que dieron a la educación un rol de constructora de ciudadanía y promotora de movilidad social ascendente”, manifestó Paulo Falcón.
El abogado tucumano se desempeñó durante el anterior Gobierno como director de Gestión Universitaria de la Nación -área que depende de la Secretaría de Políticas Universitarias. Además, es docente universitario, magister en Gestión de Educación Superior, y miembro del Consejo de Gobierno del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El experto destacó que actualmente, un parámetro utilizado en el mundo para analizar todo lo relacionado con lo educativo es la de la Agenda 2030, que la ONU había establecido en 2015, y que fue adoptada por la Argentina. En el punto cuatro de los objetivos de desarrollo sostenible, este acuerdo fija que se debe garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
“Hoy vemos que la educación no está siendo inclusiva y equitativa. Uno de los aspectos más graves de este año es el recorte en partidas relevantes, por falta de ejecución. Ello evidencia problemas de gestión o desidia, lo que impidió sostener políticas de revinculación de aquellos que habían dejado de estudiar durante la pandemia”, advirtió Falcón.
En paralelo a ello, el ex funcionario nacional aludió a la caída en la graduación en la escuela media: “se pasó de una vergonzosa cifra de terminalidad del secundario en tiempo y forma de solo un 50% -consolidada durante este siglo- a un porcentaje incluso menor”.
Consideró que actualmente tampoco está garantizada la calidad educativa. “Las pruebas así lo reflejan; y eso es fácilmente constatable toda vez que las universidades incorporaron hace varios años módulos de lectoescritura o de comprensión de textos en sus ciclos iniciales”, advirtió. Y en ese sentido, apuntó a la responsabilidad de los Gobiernos provinciales. “Deben revisar seriamente los procesos previos, porque de ellos depende la educación obligatoria”, afirmó.
Recursos
Falcón también apuntó al factor económico. “El presupuesto 2023 a la baja y la inflación de este año hacen que se corra desde atrás en la carrera para que los salarios no sigan perdiendo capacidad adquisitiva. Esta situación permite verificar el verdadero lugar de la educación en las políticas estatales”, cuestionó.
El especialista indicó que si la educación que se desarrolla no es de calidad, no se fomentan oportunidades. “Los sectores sociales más vulnerables necesitan una mejor educación, para que puedan tener posibilidades ciertas de romper con el círculo la pobreza y dependencia. No emprender cambios en ese sentido solo consolida desigualdades existentes”, aseveró.
Consideró que un desafío para los Gobiernos pasa por llevar delante los compromisos legales e internacionales asumidos. “Por ejemplo, las obligaciones fijadas por la Ley de Financiamiento Educativo y la última educativa aprobada, la Ley de Educación Ambiental Integral. La primera no se cumple en sus porcentajes mínimos; y la segunda no fue ejecutada. Pareciera que nos contentamos con que haya leyes ‘lindas’, no con que sus conceptos se hagan realidad”, reprochó Falcón.
Insistió con que deben acordarse reformas innovadoras e integrales. Señaló que en estas deben participar las comunidades educativas y las familias; y remarcó que los Gobiernos deben asumir todas las responsabilidades estatales. “Sostener el cuadro actual es ser conservador; pero serlo en un mundo de continuo cambio, en realidad, hace del conservador un retrógrado”, arremetió.
Falcón confía en que la situación de la educación en la Argentina se puede revertir. Tenemos condiciones; pero para ello debemos avanzar hacia cambios profundos. Sin estos, solo seguiremos perjudicando a niños, a adolescentes, a jóvenes, a docentes y, en concreto, a toda la sociedad”, advirtió.
Plataforma Banedi
Para detectar problemas de aprendizaje
Un equipo de neuropediatras uruguayos encabezado por Sandra Berta desarrollaron la plataforma digital Banedi, que ayuda a responder aquellas preguntas. Puede ser utilizada por escuelas, por otras instituciones educativas o gubernamentales, por profesionales, por docentes y por padres. Sirve para detectar los problemas de educación y de aprendizaje. Berta explica que en los problemas de aprendizaje existen causas extrínsecas al niño, que pueden estar vinculadas con la institución educativa o con el ámbito familiar, y causas intrínsecas a aquel. Con Banedi, mediante la aplicación de medidas correctivas a trabajar desde el aula, se pueden generar cambios, y evitar que los niños abandonen el sistema educativo. Si planificamos, investigamos y trabajamos sobre las causas de los problemas y tomamos medidas es posible preservar el derecho a la educación y romper este círculo de involución en materia educativa”, señaló la profesional.