Cuando lanzó sus ejércitos para invadir la limítrofe Ucrania con argumentos que intentaba fuesen despegados de la palabra “guerra”- al punto que prohibió (como suele prohibir un dictador) que se la utilizara en las crónicas- Putin se mostraba dueño de todo el poder. Oscila entre intentar emular a un destacado zar como fue Pedro I (Pedro el Grande) o el más poderoso dictador de la Unión Soviética, José Stalin. Claro que entre esos dos extremos hay un abismo donde las obvias diferencias hacen imposible que en una misma persona se den cita esas condiciones en simultáneo. Pero Putin se las arregla para parecer dueño de esos atributos y, a la vez que lo hace, instrumentó con Dimitri Medvedev un sistema de gobierno a dúo alternado. Una vez uno y otra vez otro, siempre ligados, van ganando elecciones, turnándose entre presidente y primer ministro entre ellos dos.
“El poder” de Putin
Alguien, turista, podrá decir que el presidente ruso domina la situación en Rusia porque los medios de prensa acatan la orden de no mencionar la palabra guerra. Es tanta la mordaza a la libertad de prensa que el diario Novaya Gazeta dejó de publicar secciones de comentarios críticos de su principal gestor, Dimitry Muratov, coganador del Nobel de la Paz 2021.
Lo de Putin, en lo interno, es una dictadura sin matices. Es de imaginar que si hubiese la posibilidad cierta de efectuar una consulta al pueblo, este haría tronar un no tan grande como fue la tragedia del pueblo ruso a la hora de contar las víctimas fatales concluida la Segunda Guerra Mundial (IIGM). Stalin dijo al pueblo de la URSS que la “guerra patriótica” (así se la denominaba puertas adentro de la URSS) había generado siete millones de víctimas fatales a las que se debía honrar. Una mentira grande como el tamaño de la opresión que ejercía con su cruel dictadura. Ocultó, se supo después, con Gorbachov poniendo todo en blanco, que las víctimas superaban los 20 millones, en principio.
Alto el fuego débil
Se sabe, al menos se supone con alto grado de certeza, de que toda vez que se resuelve entre las partes en un conflicto bélico un “alto el fuego” cesan las acciones guerreras y cada parte observa a la otra en cuanto a su cumplimiento. En esta caso se dio una situación sorpresiva. Quien proponía el alto el fuego, Putin, era agresor de origen. Toda implementación de esta pauta en los enfrentamientos armados requiere un mínimo de puntos a considerar y ser respetados por los contendientes si acepta uno de ellos la propuesta del otro. Y hasta con la intervención de terceros países u organizaciones internacionales para la garantía del cumplimiento. Nada de eso hubo en la propuesta de alto el fuego por 36 horas ofrecida por Rusia en razón de la Pascua ortodoxa del 7 de enero. El patriarca ortodoxo Ruso había sugerido en el tiempo de reforma de la constitución (julio de 2020) que se incluyera a Dios en la carta magna de Rusia. Cómo no iba a hacerlo Putin si en la reforma incorporó la posibilidad de ser reelegido por otros dos mandatos. Entre las numerosas enmiendas a la carta se incluye una que deviene en alzamiento en contra del derecho internacional al declarar la prioridad de la ley constitucional sobre el derecho internacional. Y hay una enmienda que seguramente se mostrará en su verdadera significación en un tiempo oportuno: “prohibición de ceder territorio a otros países”. En este punto cabe especular con sólo nombrar a Crimea, incorporada a Rusia en 2014, inmediatamente de proclamarse independiente. Esa era una clave en la reformas de la constitución rusa por la posibilidad de que por cualquier vía se requiriese reintegración a Ucrania.
En suma, vale señalar que este alto el fuego bien podría haber sido una maniobra, como piensa el gobierno de Ucrania, que le permitiera a los invasores rusos mejorar sus posiciones en el terreno, mientras.
Disuasión. Esa es la palabra inocente que, sin embargo, es la tarjeta con la que “los buenos” les hacen frente a “los malos”. Putin, hábil manipulador del discurso y de los silencios, se arriesga en una afirmación que uno no sabe dónde hace pie. Salvo que en terreno propio. Manifiesta el emulador de los gigantes de fuerza: “cada vez estanos más cerca de una guerra nuclear”. Y se anima a decir que solamente como disuasión alistará sus armas nucleares, que no atacará primero con esas armas. A la hora de la verdad, será mucha la confusión porque en la “escena del crimen” habrá tantas huellas y deterioros de pruebas como suele suceder en los magnicidios programados hasta en ese detalle. Ergo, una batalla con armas nucleares desembocará en una guerra general sin posibilidades de tregua. Y con un riesgo adicional, superlativo: la anarquía mundial. Solo imaginar un misil sobre la Casa Blanca, el Capitolio, el Kremlin, Berlín, el Elíseo…
Kiev diseña y propone una “Cumbre de paz” en la ONU, con su Secretario General Guterres como mediador. Bien. Interesante propuesta. Valiosa por el lugar que le brinda a la ONU, como mediadora. Desde esta columna alguna vez valoramos el extraordinario proceso de negociación y paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Cara a cara funcionarios del gobierno con guerrilleros que por más de 50 años asolaron Colombia y se adueñaron de parte de su territorio. Todo se hizo en La Habana, garante, desde 2012 al 2016. Es tan elementalmente deshilvanado de la lógica y las tradiciones internacionales que la “Cumbre de paz” que pretende Ucrania sea sin la participación de Rusia. Simplemente, una burda manipulación de las relaciones internacionales y del sentido de una “Cumbre de paz” ¡Nada menos!
Putín y su espejo
Probablemente cada día, en algún momento, Vladimir Putin, ese enigmático hombre muy fuerte de Rusia, se mira al espejo, solo. Mejor ánimo halla cuando se ve una fotografía en la que está acompañado por el líder chino Xi Jinping. China hace su juego como gigante industrial y proveedor de casi todo en casi todo el mundo.
“Sería muy bueno que me acompañara en esta gestión en Ucrania, diría deseoso Putin. Pero en este terreno, finalmente, se ha quedado en soledad.
¡Mala compañía para un hombre poderoso, nostálgico de los poderes de los lideres del Imperio Ruso y de la extendida URSS!