La rutina está plagada de pequeñas situaciones que pueden ser incómodas o generar grietas que dividan opiniones. Ocurre con los comentarios sobre la política, el clima, el dinero... cualquier elemento puede ser puesto bajo la lupa y ni siquiera la costumbre (para algunos automática) de dar propinas se salva del análisis. En una sociedad donde la palabra “crisis” se repite hasta el hartazgo, ¿qué ocurre con algunos viejos hábitos ya aceitados?
“Aunque a primera vista parezca insignificante, la evolución de las sociedades actuales y las fluctuaciones económicas han hecho que muchas antiguas normas sociales o códigos referidos a los modales se replanteen. Por ejemplo, acá entran las reglas de cortesía (como abrir la puerta de un vehículo para que ingrese alguien, los saludos o el empleo del lenguaje formal) y también otras acciones referidas a nuestra respuesta frente a una prestación”, comenta Nazareno D’Agostino, licenciado en Marketing Empresarial y Audiencias.
En comparación a hace dos décadas, el profesional indica que la acción de ofrecer un extra monetario al salir de una cafetería o restaurante mutó de propósito. “En el ámbito del Marketing y la Atención al Cliente se han hecho bastantes investigaciones sobre el tema para intentar comprender el comportamiento de los consumidores. Antes, la gente solía otorgar propinas para agradecer el esfuerzo de un tercero al cargar algo pesado, movilizarse o hacer otra cosa que nos generara mayor comodidad y menos desgaste”, explica.
Ahora, en cambio, el factor predominante son las emociones. “El comensal se rige por lo subjetivo antes que por cuestiones de practicidad. Si la experiencia de esa cena o encuentro fue satisfactorio y cumplió con sus expectativas, es ahí cuando deja la propina. En resumen, no importa tanto la atención del mesero sino el combo de estímulos (buena compañía, una correcta ambientación, etcétera) que vuelven a ese momento gratificante”, acota.
Cálculos y sumas mentales
Hace ocho años que Germán Villalba es propietario de una cafetería ubicada en calle Laprida. En su experiencia, el patrón de dejar el 10% de propina fue abandonado hace bastante tiempo por los tucumanos.
“Del total de clientela que manejamos a diario, podríamos decir que apenas el 20% de los visitantes le da a los mozos una suma considerable de propina. Si tuviera que diferenciar el target que más aporta, diría que pasa por los grupos de amigas que se reúnen a charlar sin prisas y los jóvenes universitarios que también acuden para ponerse al día entre café y café”, destaca el comerciante.
Otros colegas del rubro comparten dicha perspectiva. “La gente no se basa en el porcentaje de su compra para dejar propina. En la mayoría de los casos, le entrega al mesero el vuelto o a lo sumo deposita un solo billete de alguna denominación. Hoy ese extra se ve reducido ante el constante aumento de los precios”, aporta Nicolás Arroyo, dueño de la cafetería “Qué café!”.
En complemento, el emprendedor afirma que las nuevas modalidades de administración de dinero influyeron sobre el resultado. “La aparición masiva de las tarjetas de débito y otros métodos electrónicos de cobro (como Mercado Pago) también produjeron una reducción en las propinas. Muchos tucumanos, en especial jóvenes, no salen con efectivo encima y al debitar pasan exclusivamente el monto de lo consumido”, agrega Arroyo.
Las variaciones según el público son percibidas por los mismos trabajadores. “Hay veces en que la gran demanda de pedidos y el movimiento permanente impide que la relación con los clientes logre volverse más sólida y profunda. Aunque la calidad de la comida y el ambiente influyen al final, muchos visitantes lo que buscan es sentirse apreciados y reconocidos; no ser uno más del montón en ese tránsito permanente de pedidos. Cuando eso ocurre, la persona se vuelve un consumidor habitual y las propinas incrementan”, detalla José Soria, un mozo con 10 años de experiencia en el sector de las cafeterías. Por regla, en su sitio de trabajo las propinas son acumuladas y entregadas en partes idénticas a cada miembro del personal. En una “buena jornada” afirma que la ganancia extra salarial alcanza los $6.000.
“Para los que vivimos de este trabajo ese dinero ayuda muchísimo para llegar a fin de mes, sobre todo porque los sueltos que se manejan en el rubro gastronómico son bastante bajos en comparación al resto. Lo malo es que existen empresarios que toman esas propinas como parte del sueldo final o las emplean como excusa para pagar menos”, argumenta Gustavo Décima, empleado de una cervecería de Barrio Norte.
En una noche, el adolescente asegura que logra recibir hasta $6.000 luego de atender mesas grandes; de unas 10 o 15 personas. “Lo positivo de trabajar en bares es que constantemente hay quienes reservan un sitio para festejar cumpleaños o hacer reuniones grandes. Esas mesas aportan bastante en comparación a los visitantes que vienen solos, de a dos o en grupos reducidos”, justifica.
En otros países
- BRASIL
“A diferencia de la Argentina, en Brasil no es tan común pagar en efectivo en los establecimientos gastronómicos; los clientes generalmente utilizan tarjeta de débito o crédito. La propina es del 10 % y siempre está incluida en la cuenta bajo el nombre de taxa de serviço. A los mozos les encanta atender a extranjeros porque, además de pagar la cuenta con ese extra, ellos suelen dejan otro adicional (en efectivo) sobre la mesa. ¡Eso sí! Si fuiste muy bien atendido y deseas hacerlo también jamás debés decir la expresión ‘te dejo una propina’ porque esa palabra en portugués significa coima. En su lugar, es mejor decir ‘te dejo una gorjeta’”, comenta el profesor de portugués André Brito (@portugues.andrebrito).
- JAPÓN
“Hace dos años me fui de vacaciones con mi familia a Japón. Durante ese viaje uno de los choques culturales que más nos asombró tuvo que ver con la propina. Allá jamás se deja adicional y, al contrario, hay quienes toman este acto como una falta de respeto al personal. Como parte de su idiosincracia, los japoneses apuntan a ofrecer siempre un servicio de calidad en sus servicios. Por esa razón, los consumidores no tienen por qué agradecer algo que debe darse de manera natural y es lo que corresponde en un negocio. En nuestra primera noche en Tokyo, recuerdo que dejamos propina antes de retirarnos de un restaurante tradicional. El resultado fue que la encargada nos persiguió una cuadra entera porque creyó que habíamos extraviado ese dinero”, rememora la estudiante de japonés Soledad Nakamura.
- COREA DEL SUR
“En Corea del Sur no suelen dejarse tips sobre la mesa y esta tampoco se incluye en los tickets de la consumición. Si puede ser que en los bares se deje tip en una jarra o box sobre la barra”, indica Elena Suh, dueña del emprendimiento culinario Hansikmokja.
- ESTADOS UNIDOS
“En EEUU hay quienes dejan propina incluso en tiendas de autoservicio sólo porque una persona cargó su orden en una computadora. Estas ocupan un papel importante en la cultura del consumidor y representan un gran apoyo para los extranjeros que hacen work and travel. Ese extra permite viajar a otros sitios y ahorrar de una manera que en la Argentina sería imposible. Quizás para los estadounidenses recibir un dólar de tip no implique demasiado, pero al convertir la divisa en América Latina la cosa cambia. Gracias a las propinas que recibí en un hotel y en un crucero logré alargar mi estadía por seis meses y contar con el dinero suficiente para pagar algunas deudas al volver a Tucumán”, explica el contador Tomás Méndez.
- ITALIA
“En Italia la propina no es obligatoria y tampoco usual entre los ciudadanos; aunque las reglas se transforman al hablar de sitios turísticos y que son frecuentados por extranjeros. En vez de propina, en los restaurantes existe un adicional fijo por el servicio de atención; su valor depende del establecimiento pero suele aparecer escrito en alguna parte del menú. Además, hay locales que directamente indican un recargo del 10 % por la consumición. Cómo dato de color, hay gente que deja una especie de propina en los negocios de belleza o indumentaria al llegar Navidad o Año Nuevo. Esta se toma como un regalo y es a discreción entre los clientes frecuentes”, relata la docente de italiano Gladys Risso.