“Tengo miedo cada vez que salgo de casa y cuando mi marido sale a trabajar”

El taxista que fue secuestrado por uniformados y su esposa declararon el horror que vivieron esa noche.

EL JUICIO. Los acusados (sentados) Gonzalo Lagoria, Luciano Campos, Jonathan Díaz, Ángel y Néstor Medina. LA GACETA / FOTO DE Analía Jaramillo EL JUICIO. Los acusados (sentados) Gonzalo Lagoria, Luciano Campos, Jonathan Díaz, Ángel y Néstor Medina. LA GACETA / FOTO DE Analía Jaramillo

“No recibimos amenazas después de ese día, pero quedé con mucho miedo. Hasta el día de hoy temo al salir a la calle y temo por mi marido cuando lo veo subirse al auto”, señaló llorando Tania Paredes, la esposa del taxista Franco Lizárraga (33 años), quien en 2021 fue secuestrado por un grupo integrado por policías de la provincia y un federal. La mujer describió durante el juicio el traumático momento que vivieron el 20 de junio de esa madrugada, cuando cerca de las 2 se detuvieron a hacer una compra en un quiosco de Necochea al 800.

Paredes explicó que esa noche salían de la casa de Javier Ovejero, el marido de su prima, donde habían concurrido por una reunión familiar, y regresaban a casa con su esposo y su hija de un año cuando frenaron para comprar un chocolate. En ese momento una camioneta EcoSport les cortó el paso y un Chevrolet Onix se ubicó detrás del taxi para encerrarlos. “Tres hombres armados sacaron a mi marido del auto y a mí me decían que no me moviera. Decían que eran policías y que estaban realizando un operativo antidrogas. ‘Llamalo a Ovejero’, me decía uno, pero cuando saqué el teléfono me lo quitaron de la mano”, recordó. Luego vio cómo metían a Lizárraga dentro de la camioneta para llevárselo.

“Salieron vecinos a decirme que no era normal lo que había pasado, que más que un procedimiento eso parecía un secuestro. Por suerte alguien había visto una de las patentes y llamaron al 911 para denunciar lo que había pasado”, agregó la mujer.

Golpes y amenazas

“A uno de los tres (que iban en la camioneta) le vi el rostro, los otros iban encapuchados. Primero me llevaron al norte, como para Lomas de Tafí. Me pegaban y amenazaban: ‘llamalo a tu jefe si no querés estar varios años en ‘cana’”, relató Lizárraga, la víctima del secuestro, quien mediante las preguntas de la Fiscalía Federal, integrada por Pablo Camuña y Lucía Doz Costas, fue detallando el hecho.

El taxista dijo que le replicó a los captores “¿de qué me hablás, amigo?” y la respuesta fue contundente y acompañada por un puñetazo: “¡No soy tu amigo! ¡Contestá!”.

“Me decían que Javier (Ovejero) y yo vendíamos droga y querían que les demos dinero o droga. Me mostraron incluso una fotocopia de una orden de captura con la foto de Ovejero (NR: sería falsa)”, indicó el taxista. Luego agregó que finalmente lo llevaron hasta la esquina de Maipú y Santa Fe. “Me dijeron que era la última vez que llamaban a Javier y que si no atendía me detenían”, contó.

Operativo cerrojo

El llamado de los vecinos de Necochea al 800 al servicio de emergencia 911 generó que se activara un operativo cerrojo, es decir, se les avisó a todas las patrullas y agentes en servicio que informaran sobre la ubicación de la EcoSport en la que habían subido a Lizárraga. La reacción policial fue casi inmediata. Según explicaron los efectivos que declararon ayer en el juicio, a las 3 de ese día, un agente que cumplía una consigna en la sede del Ministerio de Defensa reconoció por la patente al vehículo, que había sido estacionado a pocos metros. Hasta ahí fueron dos patrulleros y confirmaron el dato que había dado el agente. El comisario Silvio Luna, por entonces jefe de la Guardia Urbana, se presentó en el lugar y vio que dentro de la EcoSport había un hombre esposado. Les exigió a los captores que se identificaran y que dejaran las armas y bajaran del vehículo. En ese momento fueron detenidos el policía federal Gonzalo Lagoria, los efectivos Luciano Campos y Jonathan Díaz y Ángel Medina, el único civil del grupo. Uno de los cuatro viajaba en el auto Chevrolet que había sido estacionado detrás de la camioneta.

Ante la gravedad del caso, el director de investigaciones, Jorge Dib, también se presentó para documentar las actuaciones. La Policía Federal confirmó que Lagoria pertenecía a esa institución e informó que estaba de licencia por covid. Por esa razón a todos los imputados les hicieron poner un uniforme sanitario para evitar los contagios. En un primer momento, el caso fue considerado privación ilegítima de libertad y quedó en manos del fiscal Ernesto Salas López, y las pericias telefónicas indicaron que el policía Néstor Medina, hermano de Ángel, también podría estar implicado en el hecho. Luego el caso pasó a considerarse un secuestro extorsivo y la causa pasó a manos de la Justicia Federal.

En el juicio, los defensores Patricio Char y Juan Cardozo no olvidaron consultarle a Lizárraga a qué se dedica Ovejero, quien debía presentarse ayer a declarar pero faltó a la audiencia. “Todo lo que sé es que junto a su padre reparan heladeras y aires acondicionados”, concluyó el taxista.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios