Tirón de orejas y cuenta nueva

El asunto que más inquieta a los dirigentes del oficialismo tucumano es cómo convencer a los vecinos en los barrios de la provincia para que vayan a votar por Sergio Massa. En particular, porque a una semana de las elecciones, la ya de por sí difícil tarea presenta otra complejidad: no hay un solo centavo para la campaña.

Miguel Acevedo, vicegobernador electo, se lo dijo en la cara a una veintena de referentes territoriales de San Miguel de Tucumán. El jueves al mediodía, en la propia Casa de Gobierno, el ministro del Interior bajó línea sobre la logística electoral a los caciques capitalinos y les aclaró que no había recursos ni siquiera para pagar a los fiscales que deberían trabajar el domingo 13 custodiando los votos. Es decir, los instó a hacer una vaquita para cubrir esos gastos.

El mitin, que también piloteó la intendenta electa Rossana Chahla, fue tan corto como la pregunta que repitieron a la salida varios de los asistentes: ¿a qué juega Juan Manzur? El interrogante surge porque en las últimas semanas, y a pesar del pedido expreso y de la visita personalizada de Eduardo “Wado” de Pedro, el gobernador permaneció ausente. De eso están convencidos manzuristas y jaldistas, al punto que coinciden en mencionar que sólo participó de un acto de Unión por la Patria, al menos hasta ayer. Y fue precisamente porque no tenía opción ya que Massa y su amigo “Wado” aterrizaron en Tucumán para pedir el voto del peronismo local. El sábado pasado, en Banda del Río Salí, Manzur pronunció un discurso muy breve y llamativo: dijo ante los militantes congregados que él será el primero en estar al lado de Osvaldo Jaldo cuando asuma al frente del Poder Ejecutivo. Muchos de los presentes, sorprendidos, se preguntaron después si había sido apropiado ese mensaje interno del mandatario saliente cuando la convocatoria tenía otro sentido.

Más allá de las especulaciones respecto de las intenciones de Manzur al referirse al futuro de Jaldo frente a las narices de Massa, lo único concreto es la apatía de la campaña oficialista. En el medio, hay quienes interpretan que el tigrense, en lugar de sufrir los votos kirchneristas que se vuelquen hacia su rival Juan Grabois, podría terminar celebrándolos. Es que, de alguna manera, mantiene dentro del sello Unión por la Patria sufragios que jamás hubiesen optado por su figura. De hecho, nada es casual: parte de la estrategia oficialista fue la de permitir que todas las listas de precandidatos a diputados en cada una de las provincias aparezcan debajo de los rostros de Massa y de Grabois.

No obstante, referentes capitalinos y del interior aseguran que les cuesta motorizar a los dirigentes y que, a su vez, estos les reclaman recursos para movilizar a los vecinos en los barrios. Es entendible que, después de semejante exhibición de dinero dada el 11 de junio, nadie quiera mover un dedo sin antes saber con qué contará. Sobre todo, cuando hay que ir a pedir el voto por el ministro de Economía que a la vuelta de un año en el cargo empeoró todos los indicadores. Lo expuso muy gráficamente el economista Christian Buteler: en la gestión del líder del Frente Renovador el dólar oficial pasó de $ 138.75 a $288.50 (a valores del jueves, día del aniversario), el blue estaba a menos de $ 300 y ahora ronda los $ 600, la inflación trepó del 71% al 116%, la cantidad de pesos era de $ 11.2 billones y en este agosto es de $23 billones y la actividad económica se desplomó de +6.4% a -5.5%. Sencillamente, militar esos datos requiere de una cuota de voluntarismo y otra de trabajo rentado. Mucho más si lo que se pretende es repetir o al menos acercarse a la friolera suma de 600.000 votos.

Con semejante panorama, es razonable entonces que los popes del peronismo en los barrios y en los pueblos tucumanos quieran hacer cuentas antes de desempolvar la maquinaria electoral. Algunos se lo plantearon a Manzur y a Jaldo hace una semana en San Pablo, durante el casamiento de una hija de Fernando Juri, en el que había mesas manzuristas y mesas jaldistas, casi como un resabio de la interna de 2021. Aún así, el gobernador y el vice se sentaron juntos, aunque el titular del PE se fue temprano. Como era previsible, la fiesta y el ambiente descontracturado sirvieron para que algunos los invitados se atrevieran a trasladar sus dudas y sus ansiedades a Manzur pero, principalmente, a Jaldo. Es que todos son conscientes de que, pasado el 13 de agosto, el “Comisario” deberá comenzar a dar forma a su gabinete. Algunas conversaciones en ese sentido hubo entre música y baile en la fiesta, aunque detalles que haya proporcionado Jaldo, ninguno. A varios de los interlocutores les quedó la sensación de que el tranqueño está preocupado por la seguidilla de conflictos irresueltos que hay en la provincia (como en transporte y en educación, además de su recurrente aflicción por la seguridad). Por eso, vaticinan, Jaldo se inclinará por dar un volantazo –de nombres y de políticas- apenas comience su mandato con la idea de despegarse del manzurismo y ganar esos meses de hándicap que se les suele conceder a las gestiones que dan sus primeros pasos.

La dinámica de la relación entre Jaldo y Manzur a partir de octubre de este año quedará expuesta en la conformación del nuevo gabinete pero también de la estructura de poder dentro de la Legislatura. Porque la línea sucesoria siempre se establece sobre la base de acuerdos. Así, hoy como tercera autoridad (presidente subrogante) aparece un aliado del manzurismo, como Sergio Mansilla y en cuarto lugar (vicepresidente primero) el jaldista Regino Amado. ¿Se mantendrá ese esquema? Con el manzurista Acevedo como vicegobernador, en el jaldismo ya plantean reparos respecto de que pueda entonces continuar Mansilla como subrogante y advierten que su lugar debería ser ocupado por un jaldista de peso. El asunto es que esos aliados al gobernador electo de “renombre” apuestan a desembarcar en la Casa de Gobierno.

La inquietud de los oficialistas por el desgano de Manzur llegó incluso a los oídos de los principales operadores de Unión por la Patria en Buenos Aires. Al punto que el gobernador permaneció prácticamente toda la semana allí. Según trascendió, el ex jefe de Gabinete de la Nación recibió un tirón de orejas pero también fondos para cubrir las necesidades de caja de la Provincia en los próximos meses. Así se justifica su reaparición al frente de la campaña en la tarde de ayer, durante un acto en Lules. De repente, el presidente del Partido Justicialista local parece haber recuperado el entusiasmo por militar en favor de Massa y, según pronostican en su entorno, eso se sostendrá en los últimos días de proselitismo. Lo que aún no se sabe es si ese cambio de postura del ex ministro de Salud se traducirá también en recursos para que los dirigentes afronten las horas previas a las PASO. Por lo pronto, algunos dirigentes comenzaron a recibir llamadas desde ayer del teléfono privado de Manzur, con quien muchos no hablaban desde aquel domingo 11 de junio. Es lo único que, por estas horas, desvela a los caciques del justicialismo.

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