Cartas de lectores: la tarea del abogado

23 Agosto 2023

Cuando el entonces decano de la Facultad de Derecho (UNT), Carlos San Juan, nos entregaba el diploma, orgullosos recibíamos una herramienta idónea y eficaz para cambiar el mundo, o hacerlo un poco mejor a través de la Justicia. Sostenía que debíamos actuar, no resignarnos; comprometernos, no callar; luchar, no claudicar, sin importar las heridas que tan honrosa tarea trae consigo cuando es verdadera. Porque la palabra abogado procede del latín “ad auzillium vocatus”: el llamado para ayudar. Pero también existía un Colegio de Abogados, que, más allá de sus actividades gremiales, exigía el pleno funcionamiento de las instituciones democráticas; la independencia del Poder Judicial, como garantía del sistema republicano y contralor de los avasallamientos siempre pretendidos por el Poder Político, con el cual no se transigía ni pactaba: se le ponía límites. En pleno terrorismo de Estado defendía los Derechos Humanos, y en democracia demandaba la inconstitucionalidad de muchas cláusulas de la Carta Magna. Hoy corren, desgraciadamente, vientos distintos. Nos asombran las constantes “visitas de cortesía” a la Casa de Gobierno, la Legislatura y Corte, corresponsables de las pretensiones de “colonizar” la Justicia y vedar el ingreso del público a los tribunales penales, lo cual torna menos transparente al sistema, minando la credibilidad ciudadana en el funcionamiento del último refugio de la vida, la libertad, la honra y propiedad de los justiciables. El mejor homenaje a Juan Bautista Alberdi debe ser nuestro compromiso ético de cambiar radicalmente el desquicio institucional para la irrestricta y plena vigencia del Estado Constitucional de Derecho. Si la política ha desertado de esta función vital, debe el Colegio de Abogados suplir esta ignominiosa omisión para recorrer los caminos del cambio que la República reclama, pero a través del diálogo democrático, franco, abierto, plural y sobre todo racional. Así evitaremos las viejas y conocidas recetas del autoritarismo de distintas naturalezas, que -invocando falsos pretextos- siguen persiguiendo el debilitamiento o abolición de la división de poderes. O sea, convertir la República en una monarquía de irritantes privilegios y odiosas desigualdades.

Juan Roberto Robles                   

juanrobertorobles@hotmail.com

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