Escarmentando a Alberdi

Mañana se cumplirán 213 del nacimiento de Juan Bautista Alberdi. Es uno de los mayores próceres civiles de esta nación, inmortalizado como el arquitecto de la Constitución de los argentinos. De allí que la fecha haya sido elegida para celebrar el Día del Abogado. Pero Alberdi también teorizó sobre economía. Más aún: sus ideas políticas están atravesadas por su ideario económico. No sólo fue erudito, sino oportuno. Fue un liberal con los pies en la tierra, que diseñó una Carta Magna para una democracia liberal. Y, por ende, para un Estado de Derecho.

Alberdi analizó los problemas de la región desde una perspectiva económica. Ese abordaje le dio un anclaje a su repudio contra las guerras. El tucumano no escribe desde el puro pacifismo: alerta sobre la ruina material de los conflictos. “Toda guerra, por justa y gloriosa que sea en sus motivos, es causa de empobrecimiento por los grandes gastos improductivos que ocasiona, por la destrucción de fortunas y de hombres”, sostiene en sus “Estudios económicos”, reunidos en “Escritos póstumos”.

Interpreta Jonathan C. Brown, catedrático de la Universidad de Austin, que cuando se liquida la dictadura de Juan Manuel de Rosas en 1852, y Justo José de Urquiza le encarga a Alberdi diseñar un proyecto de Constitución, la cuestión de la economía surge como una de las fuentes para “Las Bases”. “En su texto para la Constitución de 1853, Alberdi diseñó la organización política que aseguraría el desarrollo económico. La prosperidad económica fortalecería la estabilidad económica, ‘la gran causa’ de la libertad. El gran objetivo de la Constitución de 1853 fue no solamente aumentar la población de la Argentina, sino contribuir simultáneamente al cambio de sus condiciones de vida. Debía romperse el ciclo de la pobreza”, puntualiza el especialista estadounidense en su ensayo “Juan Bautista Alberdi y la doctrina del capitalismo liberal en la Argentina”.

Si la pobreza era el problema de América Latina, entonces la solución debía ser económica. Eso sí: Alberdi no cayó nunca en el mercantilismo. Por el contrario, su opción fue por la producción. La producción requería capital, por supuesto, pero también tierra y, fundamentalmente, trabajo.

En todo caso, hay que dimensionar adecuadamente lo que Alberdi entendía por “capital”. No era la mera circulación de billetes, sino el dinero invertido en infraestructura. En puertos y en buques, en ferrocarriles y trenes, en canales, en puentes, en fábricas. El crédito nacional, puntualiza Brown, era en ese contexto un instrumento indispensable. “El crédito es la disponibilidad del capital; y el capital es la varita mágica que debe darnos población, caminos, canales, industria y libertad”, escribió el tucumano nada en “Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina”. En “Las Bases” agregó que toda ley que atentara contra el crédito privado perpetraba un crimen de “lesa América”.

Así entendido, el capital gobernaba el progreso de la Nación. Y, consecuentemente, la destrucción del capital equivalía a la destrucción de la nación.

Ausencias

Alberdi era embajador plenipotenciario de la Argentina en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Cabe decir de él algo que solía resaltar Carlos Páez de la Torre (h): Urquiza y Alberdi ni siquiera se conocían personalmente. Toda su relación fue epistolar. Ese acaso es todo un contexto insalvable respecto de la actualidad: Alberdi es un tucumano de los tiempos en los que la palabra tenía valor.

Desde la experiencia en esos países consideró que traer la riqueza y los modos de vida europeos y norteamericanos a la Argentina era clave para el desarrollo. “Le irritaba que América estuviese habitada por gente pobre con un suelo rico, en tanto que Europa estaba habitada por gente rica en un suelo pobre”, reseña Brown. De allí su idea de que “Gobernar es poblar” y su interés por orientar inmigración con origen en el Viejo Continente. Pero, en cualquier caso y procedencia, asegurando los beneficios de la libertad a cualquier persona que quiera habitar nuestro suelo.

Esa apertura al mundo encuentra su correlato en la apertura del comercio. Para Alberdi, sintetiza el internacionalista argentino Francisco Corigliano en la Certificación en Sociología y Ciencia Política de Flacso, la política exterior es un instrumento de promoción del desarrollo económico argentino. Más aún, la política exterior es política económica y comercial por excelencia. De allí que, a fuerza de reduccionismos, puede decirse que Alberdi propone una política de negocios con todas las grandes naciones, a la vez que de alineamiento político con ninguna. Tanto es que así que, aunque Alberdi anhela la inmigración europea, propugna la apertura comercial con Estados Unidos porque no quiere generar una dependencia anglofrancesa de la Argentina, enseña Corigliano.

Alberdi desarrolla su vida y sus ideas en el siglo XIX. Nació en Tucumán en 1810. Murió en Francia en 1884. Vivió buena parte de su vida fuera de la Argentina, como consecuencia de los largos exilios y del ejercicio de la diplomacia al servicio de su patria en el extranjero. Había propuesto, como título para una autobiografía, “La vida de un ausente, que no ha salido de su país”. Es que su pensamiento nunca “se fue” de aquí. Hoy, la de Argentina parece una vida ausente de Alberdi.

Agradecimientos

Hace tres lunes, los argentinos pasaron a ser, de la noche a la mañana, un 20% más pobres que el domingo anterior. El Gobierno ejecutó una devaluación de la moneda argentina por ese porcentaje, sin que nunca nadie nada dijera en el Gobierno al respecto. Se devaluó y punto.

La pobreza en la Argentina es declamada como un problema, pero no es tratada como un drama social por los gobiernos. Por el contrario, hay destacados militantes oficialistas que consideran a la pobreza como ajena a este gobierno. “Si gana este tipo (Javier Milei) ustedes, manga de muertos de hambre, se van a cagar más de hambre, no tienen un mango partido al medio ni donde caerse muertos. Cristina les dio todo”, se grabó diciendo Adriana Papaleo, diseñadora y militante peronista chaqueña en su cuenta de TikTok. Así que si son pobres, no voten opositores. Y agradezcan…

Si el capital es inversión en infraestructura, hasta Tucumán desconocería a Alberdi como hijo de esta tierra. Entre autopistas, estadios, nuevos aeropuertos, edificios públicos y barrios, quien hoy leyera las ideas del autor de “El crimen de la guerra” pensaría que era oriundo de Santiago del Estero.

Contra la defensa de instrumentos de crédito para los argentinos, el Gobierno, al lado de la devaluación, aumento la tasa de interés oficial al 118%. Esto deriva en la destrucción del crédito a partir de la forma más extendida que tiene en el país: la tarjeta de crédito. Entre la Tasa Nominal Anual, los gastos administrativos y las comisiones bancarias, refinanciar el saldo impago de un “plástico” puede trepar hasta un 200%.

Ni hablar de la política exterior. Hasta el FMI consultó a Javier Milei y a Patricia Bullrich antes de rubricar el último acuerdo con la Argentina. En contraste, el Presidente de la Nación arremetió con la integración de la Argentina al bloque de los BRICS de manera unilateral. Como si fuera una decisión que sólo le corresponde a él. Así que el cuarto gobierno kirchnerista ha decidido alinear políticamente a la Argentina, por ejemplo, con Rusia, que ha invadido Ucrania y ha desatado una guerra criminal contra ese país, a despecho de prácticamente toda Europa.

Como si no bastase, junto con la incorporación de Argentina operará la integración de Irán. Funcionarios actuales y ex funcionarios de ese Estado han sido acusados por la Justicia argentina de ser los presuntos autores intelectuales del atentado a la AMIA: 85 compatriotas murieron. Ese Estado islámico jamás colaboró con esa investigación. El tercer gobierno “K” llegó a firmar un acuerdo secreto, el “Memorándum de entendimiento” con Irán: uno de los documentos más vergonzosos de la historia de las relaciones internacionales de este país, fulminado de insconstitucionalidad por la Justicia. Ahora, ¿celebraremos de la mano con Irán el hermanamiento en los BRICS? La justificación oficialista, desde la Casa Rosada hasta algunas recónditas intendencias, consiste en que el bloque representa casi un cuarto del PBI mundial…

Resulta curioso que aquellos que entonan la histórica Marcha de los Muchachos Peronistas no parezcan predispuestos a entender que no todo es por plata. “A la gran masa del pueblo / combatiendo al capital”, reza la canción. Un axioma ajeno a quienes dejaron, justamente, de representar al movimiento obrero organizado.

Mentiras

Para completar el oprobio, el Gobierno argentino detonó un conflicto con Paraguay. El hermano país, miembro fundador del Mercosur, reclama que la Argentina estableciera un peaje en la hidrovía de los ríos Paraguay / Paraná porque no hay una contraprestación a cambio del cobro. Entonces, aunque se llame peaje, es un impuesto, en pleno mercado común del cono sur. Massa visitó Paraguay para hacer campaña, se comprometió a eliminar el canon, el gobierno paraguayo lo hizo público, y después lo desmintieron.

La tapa del diario “La Nación”, de Asunción, lo dice con todas las letras. “Vergonzoso actuar”, reza el antetítulo. “Massa vino, mintió y se fue”, titularon. “El ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, encabezó la delegación que se reunió con el presidente Santiago Peña, en el que trataron el conflicto por el cobro del peaje ilegal en la hidrovía. Sin embargo, la visita resultó una farsa, ya que las autoridades argentinas pisotearon todos los acuerdos a los que se había llegado”, sintetiza el texto de la portada.

Contra los postulados alberdianos, el oficialismo cierra la economía así que hay cada vez menos comercio con las grandes potencias; hay alineamiento con Rusia, con Irán y con China, a la vez que con las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba; y hay enemistad con las naciones limítrofes.

Hoy, los restos de Alberdi yacen en la Casa de Gobierno. Desde hace tres décadas se entiende ese hecho como un homenaje por su obra. Hoy pareciera, más bien, un escarmiento contra su legado.

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