Cynthia Folquer
Priora de las HH Dominicas - Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona
Ángel María Boisdron había nacido en Montmoreau (Francia) en 1845 y arribó a Buenos Aires en abril de 1876. En septiembre de ese año fue destinado al convento de Tucumán, desde donde desarrolló una intensa vida pastoral. Retornó a Europa en varias oportunidades con motivo de participar en asambleas internacionales de la Orden de Predicadores y recorrió Argentina, invitado como conferencista y predicador. Esta itinerancia le permitió aprender de los acontecimientos que se desarrollaban en ambas márgenes del Atlántico, convirtiéndolo en un mediador cultural pues con él circularon libros, costumbres, ideas, y prácticas religiosas que enriquecieron a quienes lo escuchaban.
Desde el convento de Santo Domingo de Tucumán, Boisdron desarrolló una intensa actividad como predicador del evangelio de Jesucristo y alentó la organización de numerosas asociaciones de laicos asociados a la orden dominicana. Tenía el don de la elocuencia y llegó a convertirse en un sacerdote de referencia para los tucumanos.
Predicación y la prensa
Dictó numerosas conferencias y publicó en los periódicos locales y nacionales, convencido del valor de la prensa. Él mismo afirmó: “creo que nadie estará más convencido que yo de la poderosa acción de la prensa en la época presente. Con razón se la ha llamado el cuarto poder del Estado. La prensa es la que crea, domina y dirige la opinión. Prepara las revoluciones, levanta y derroca los gobiernos, cambia las formas y fronteras de los imperios, remueve y agita los pueblos, organiza, desorganiza y reorganiza la sociedad. Si San Pablo viviese hoy, sería periodista, pues la sagrada predicación resuena poco fuera del recinto del templo”.
La epidemia de cólera
Cuando el cólera azotó Tucumán entre diciembre de 1886 y los primeros meses de 1887, Boisdron se comprometió con los más desprotegidos: los niños huérfanos. Fue a buscar la ayuda de Elmina Paz de Gallo, que recientemente había enviudado. La pregunta que Boisdron hizo a esta gran mujer se repitió en la memoria de los tucumanos de generación en generación: “usted señora ¿no podría hacer algo por estos pobres niños?”
La respuesta de Elmina Paz fue rápida y superó las expectativas del fraile: “a los niños pobres no solo los ayudaré con mi dinero sino con mi vida toda, mi casa será la de ellos”
La pregunta de Boisdron y la respuesta de Elmina cambiaron el destino de muchos niños víctimas de la epidemia que no tenían un hogar y junto a otras personas que se comprometieron generosamente a dar respuesta a esta emergencia social organizaron en la casa de Elmina el primer asilo de huérfanos de la provincia.
Luego de esta experiencia caritativa este grupo de mujeres decidió fundar la congregación de hermanas Dominicas y Boisdron las ayudó en este nuevo proyecto, que se extendió en varias provincias creando asilos y escuelas.
El feminismo
Los proyectos educativos que fue asumiendo la nueva congregación religiosa tuvieron como centro la educación de la mujer. En un discurso que dio Boisdron en 1908, titulado “La intelectualidad de la mujer”, afirmaba: “el feminismo contemporáneo lo ha dicho en términos exclusivos: los derechos de la mujer y su dignidad no han sido reconocidos en siglos anteriores, como se debía”.
Y explicaba: “en las naciones civilizadas, señoras, hay personas de vuestro sexo que se reciben de Doctoras en leyes y en medicina. ¿Y por qué no han de serlo si ellas tienen inclinación y aptitud?”. Llama la atención que animara a mujeres de Tucumán a los estudios superiores cuando no había sido fundada aún la universidad en la provincia.
La cuestión social
Si hay algo que caracterizó la vida de este singular fraile dominico fue su deseo de comprender el mundo en el que le tocó vivir y su capacidad para utilizar un lenguaje que lo convertía en un interlocutor válido para sus contemporáneos.
Un texto de Juan B. Terán publicado en la Revista Letras y Ciencias Sociales (1906) lo describe con lucidez: “Boisdron es un hombre de su tiempo, con el sentido de las nuevas necesidades, ha adquirido las condiciones que le eran adecuadas para triunfar en su ministerio. Doctrinario, raciocinador, tolerante en la forma, sabe que la simpatía es el camino más seguro para el convencimiento, y que en nuestro tiempo no se predica a creyentes y devotos. Como Lacordaire, trata de vincular el cristianismo a su siglo y como él, tiene el culto del amor y de la antigüedad clásica. No trata de persuadir en nombre del dogma o de la fe, sino de la razón, cuyo elogio hemos oído en su boca en el panegírico de Santo Tomás. Su cosecha ha de ser pues óptima, a la inversa de los que se satisfacen en perorar estéril y abundantemente, en nombre de sentimientos que dejan fríos, con ademanes e imprecaciones que corresponden a estados del alma arqueológicos.
Pocos predicadores como él, han llamado por su nombre las ideas nuevas: como Von Ketteler, el Arzobispo de Maguncia, ha escuchado el clamor sordo y murmurante de las plebes desheredadas y ha dicho: “el orden social debe reformarse. Es inadmisible la desigualdad monstruosa de las condiciones en cuanto a la posesión de fortuna, de los bienes en este mundo”.
Durante todo el año “boisdroniano” se organizarán diferentes actividades académicas, y culturales, para dar a conocer la vida y obra de este fraile, en la convicción de que un itinerario vital como el de Boisdron puede ser inspiración para el presente, en un contexto en el que necesitamos vidas comprometidas que nos impulsen a ponernos al servicio de los más vulnerables de la sociedad.
Boisdron murió el 16 de octubre de 1924 y sus restos descansan en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, de las Hermanas Dominicas (avenida Sarmiento y Rivadavia).