Javier Nadal Testa: “La música tucumana está en un momento super piola; hoy se la escucha mucho más que hace 10 años”

El productor tucumano publicó un disco que busca homenajear a los 2000 y reflexionar sobre las formas de vincularnos a través de la tecnología comunicacional que se popularizó en esa década.

Javier Nadal Testa Javier Nadal Testa FOTO: Fernanda Soria Aranciabia.
15 Octubre 2023

“Nada es lo que esperás hasta que lo recordás con nostalgia” es la idea fuerza que Javier Nadal Testa postula en su disco lanzado en agosto llamado “Zumbido”. A contramano de la lógica de publicación de singles de la industria musical, este artista tucumano de 32 años propone un disco conceptual con ¡30 canciones! que buscan homenajear a la década de los 2000.

No está solo: Salustiano Zavalía, Gorda Resucitada, Luciana Tagliapietra, Juliana Isas, Nancy Pedro y otros 18 músicos se sumaron a colaborar en melodías difíciles de encasillar en un sólo género. “Ares”, “Mp3”, “Metroflow”, “MsN” y “Flogger” son algunos títulos de canciones con letras e imágenes impregnadas de guiños a la cultura comunicacional de ese momento.

Entre 2010 y 2019, Nadal Testa estudió y se graduó de la Licenciatura en Música Popular Latinoamericana en la Universidad de La Plata con una mención de egresado distinguido por promedio. Recorrió México, Chile y otras ciudades de nuestro país tejiendo redes de contactos que le dieron la oportunidad de desarrollar su carrera en otras tierras, pero eligió radicarse en Tucumán, donde se siente interpelado.

No se queda quieto. Además de “Zumbido” ha editado dos discos, ha trabajado en programas de Canal Encuentro y Paka-Paka, es docente, compone para los shows teatrales de Miguel Martín y desde 2018 (año en el que fue becado por el Fondo Nacional de las Artes) produce a otros artistas de la provincia.

“A mí me gusta hacer cosas expresivas. A veces no me siento tan músico y eso me encanta”, le dice a LA GACETA en este diálogo donde contará qué lo conmueve y cómo piensa la música, con quien dice tener una relación que no puede controlar.

- ¿Por qué buscaste homenajear a los 2000?

Hay algo de los 2000 que tiene, para mí, toda una cuestión nostálgica retro que me genera muchas cosas y me transporta a un montón de lugares. Sentía que necesitaba hacer obra de eso antes de que pase el tiempo. Representan el boom del internet comunicacionalmente y vincularmente es un flash tremendo, ¿no? Todo lo que la explosión de la informática y la internet han posibilitado en cuanto a entender más otras cosas y a poder sobre todo comunicarnos y vincularnos de otro modo: escuchar música con un mp3, la foto con la cámara digital, exponer tu imagen en un metroflog o en un fotolog, o sentarse a chatear… Es muy movilizante y todo eso está junto con mi adolescencia, etapa en la que empezás a salir, a gustarte con gente, a mandarte cagadas, estás aprendiendo, te pasan cosas, te sentís mal, te sentís incómodo en tu cuerpo…

- ¿Qué historias contás en las canciones?

Las canciones representan emociones completamente mías. El slogan del spot promocional del disco es: “Nada es lo que esperás hasta que lo recordás con nostalgia”. Y la canción “Ares” es un poco eso. En el programa Ares vos bajabas algo y no te llegaba eso que vos querías bajar, sino otras cosas: virus, porno, no era la película ni las canciones que buscabas. Entonces eso es decir “las cosas no son lo que espero” y esa canción habla mucho de entre esa nostalgia, entre esperar las cosas y también parece que está hablando de un vínculo de decir “el archivo de lo que éramos antes pareciera que lo descargué del Ares”. Son reflexiones sobre la nostalgia y sobre los modos de vincularse. Hay un concepto y el disco da muchas vueltas sobre eso. Es el trabajo creativo y artístico que me gusta.

- ¿Qué importancia le das a la comunicación audiovisual?

Un montón. Hay una concepción del arte en general y de muchas cosas que es segmentarista, muy decimonónica, que busca disgregar las disciplinas. Eso nos hace estar muy especializados en algo y a veces nos cuesta ver el todo. Ser un generalista como artista y pensarse como productor artístico me plantea hacerme cargo de todo. De una banda uno consume lo visual, lo audiovisual, su manera de comunicarse, si es transparente en su pensamiento político/partidario o no, cuál es el relato que genera en redes, etcétera. Pienso un montón en todo ese entramado y amo el hecho de comunicar, algo que es indispensable. Por suerte ahora estoy empezando a delegar y a generar equipos de trabajo junto a Matías Minahk y la productora Manda. Con la música o sin la música, a mí lo que me gusta es hacer cosas expresivas. Y en ese sentido hay múltiples herramientas, no sólo la música. A veces no me siento tan músico y eso me encanta.

- ¿Por qué elegiste formarte en La Plata (Buenos Aires)?

Porque ahí había una carrera nueva que no estaba enfocada en la música clásica académica, que no me representa. Una vez que egresé casi me voy a vivir a otros lados. Venía de una gira larga en México y pensé ir ahí. También a Buenos Aires. Hasta que me di cuenta que me siento mejor en Tucumán. Me interpela lo que pasa aquí. Y desde acá trabajo virtualmente: la mitad de mi trabajo no está aquí porque por el hecho de haber girado y estado en otros lugares tengo un abanico amplio de gente con la que nos conocemos y nos elegimos.

- ¿Cómo ves la escena musical local?

Está en un momento super piola. Está buenísimo porque cada vez hay más proyectos que suman visibilidad y se produce de una manera que puede ser más competitiva con lo que el oído de las personas esperan. Hay más herramientas a disposición y productores que pueden acompañar proyectos de otras maneras. Esto no va a decrecer, al contrario. Di talleres virtuales para gente de otros lados y ahí ves que hay mucha búsqueda de hacer algo para la comunidad a la que uno pertenece. Eso le saca el peso a la idea de hacer algo para pegarla en Buenos Aires, cosa que me parece que no tiene sentido. Ya no batallamos por una escena, como era en los 90, sino que podés construir otros escenarios pequeños a tu medida y utilizar la música como un medio para expresarte.

- ¿En Tucumán nos falta valorar y consumir más la música de nuestros artistas?

Estoy convencido de que hay más ganas de consumir música local. Se la escucha mucho más que hace 10 años. Lo veo en la gente que me rodea, en los eventos, en la cantidad de música producida. No soy de lamentarme diciendo: “Uy, los tucumanos no nos consumimos entre nosotros”. Para mí la responsabilidad de que alguien me escuche es mía, no de la gente. No es Tucumán el problema sino las localidades, la descentralización y la federalización en general. Nos bombardean medios que vienen desde fuera. Generar comunidades más pequeñas siempre es más complejo para todo. Hay mucho romanticismo de cómo se vive en Buenos Aires, donde también hay muchos rasos que no son el mainstream. La primera plana siempre es para pocos porque así funciona el mercado. Aún así hay mucha gente que vive del arte porque se diversificó. Para mí hay esperanza y apuesto a que hay que ser creativo.

- ¿Se puede vivir de esta industria hoy?

Sí, de la industria creativa en general y musical creo que sí. Está bueno diferenciar “vivir en relación a la música” y “vivir de tu catálogo”, que implicaría vivir de canciones propias. Eso tiene una complejidad que es muy particular. No es ni más ni menos complejo que hacer una pyme o que brindar cualquier otro servicio “x”. Si nos organizamos, vivimos de la música y de lo creativo. Sí cuesta que la gente le brinde valor a eso, pero no escapa a las lógicas del mercado en general. No es sencillo, pero por suerte hay subsidios nacionales que generan ruedas que están buenas. Hay que darse maña y reinventarse constantemente.

- ¿YouTube y Spotify potencian o disminuyen la rentabilidad de los artistas?

Ni una cosa ni la otra. Tiene que ver con el fin de tu proyecto y para qué usás esas plataformas. ¿Son medios que sirven para que tu catálogo esté disponible? Sí. ¿Vas a vivir de eso? No. O sea tal vez sí, pero tenés que tener muchísimas reproducciones para ver dinero de ahí.

- ¿Cómo es trabajar con Miguel Martín?

Divertidísimo. Para mí es un referente de alguien que trabaja desde Tucumán y le va muy bien haciendo arte desde aquí. En mi desarraigo me acompañó un montón, entonces para mí es un orgullo. Con Félix Mothe, que trabaja en la producción de los shows de Miguel, hacemos canciones, aperturas y finales de los shows, las presentaciones de los distintos personajes. Es  un super desafío porque es música para teatro y tiene que haber cosas que sean graciosas.

- ¿Qué es la música para vos?

Era mi hobby, hoy es mi trabajo. En parte es algo que me divierte mucho y me da ganas de ser mejor. Mi relación con la música es algo que no puedo controlar. Suena muy romántico, pero al mismo tiempo no es que llego a mi casa y digo “uy, quiero tocar la viola”. Trabajo entre 6 y 12 horas en el estudio y necesito descansar también.  

- ¿Te gustaría haber sido músico en la época en la que sólo se escuchaba por CD o cassette?

No, porque hubiese sido muy complejo expresarme como quiero. Eso involucraba un tipo de industria, un tipo de reproducción y de escucha que era mucho más compleja de realizar. Capaz que con mi guitarra no me termino de encontrar tanto, pero sí con la compu.

- ¿Tres canciones que podrías escuchar en loop?

“Medalla de oro”, de Él Mató a un Policía Motorizado; “Clavelito Blanco”, de Aca Seca Trío y el remix que Mark Ronson hace de la canción “Smile” de Lily Allen.

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