Así llegó a la Argentina la Ferrari 512 Testarossa que volvió a las calles tucumanas

Antes de arribar con su dueño, el automóvil paseó unos días por Buenos Aires.

Alejandro en sus días a bordo de una Ferrari Testarossa Alejandro en sus días a bordo de una Ferrari Testarossa Foto: Autoblog
20 Noviembre 2023

Pese a que tiene más de 1.700.000 habitantes, existe la creencia de que Tucumán “es un pañuelo”. Es por eso que un tucumano puede reconocer –en la provincia más pequeña del país– cualquier cosa que se vea diferente. No podía pasar desapercibida una increíble Ferrari 512 Testarossa –única en su especie en la provincia y en el país– que paseó durante años por las calles del microcentro.

Este vehículo llegó a la provincia en 1994 de la mano de Yiyi Kohn, empresario de la compañía de insumos electrónicos Santiago Kohn. Tras permanecer unos años parada por falta de repuesto, la Testarossa volvió a sorprender en el marco del 60 aniversario de la empresa.

Cómo llegó a Argentina la Ferrari 512

La historia de la llegada de la Ferrari 512 Testarossa fue contada por Alejandro en la comunidad "Autoblog". Él fue el encargado de retirar del puerto de Buenos Aires el vehículo que había traído al país un amigo de su padre. “Personalmente fui hasta el contenedor donde estaba guardada, me abrieron la puerta y la saqué andando marcha atrás”, recuerda.

La Testarossa, ya en Tucumán La Testarossa, ya en Tucumán

Pero, antes de que el dueño pasara a buscarla por la capital, Alejandro paseó la Ferrari por Buenos Aires durante unos días y le hizo algunas instalaciones que le habían encargado. El mismo furor que se despertó en los 90' en Tucumán con el vehículo, ya había tenido lugar en la “Ciudad de la Furia”.

De sus salidas en el imponente vehículo rojizo, Alejandro destaca dos anécdotas. “Recuerdo cuando se me puso al lado de un semáforo de Libertador una coupé Mitsubishi 3000-GT. Me desafió a una picada. Cuando se puso en verde, le patinaron un poco las ruedas y se le paró el motor. Yo arranqué a ‘dos por hora’, como lo tenía planeado. De ninguna manera iba a arriesgar una Ferrari 0KM, que no era mía”, relata.

En otra oportunidad, un descuidado conductor de un VW Gol se puso a su lado en avenida Libertador para observar la Ferrari. Mientras ambos avanzaban 40 kilómetros por hora, el asombrado chofer “se llevó puesto un auto que estaba estacionado en doble fila”. Alejandro se detuvo para asegurarse de que los pasajeros del Gol estuvieran bien y recuerda que le “agradecieron, porque al parar a verlos, pudieron seguir mirando la Ferrari un rato más”.

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