En 40 años, gobiernos de distintos signos no pudieron revertir el persistente deterioro laboral

Investigadores del Conicet estudiaron los índices vinculados al trabajo en el Gran Tucumán - Tafí Viejo, y explicaron las causas de los malos porcentajes.

CAUSA. El retorno de la democracia heredó la desocupación que había generado el cierre de ingenios. CAUSA. El retorno de la democracia heredó la desocupación que había generado el cierre de ingenios.

Durante los últimos días, con motivo de la conmemoración de las cuatro décadas ininterrumpidas de democracia, harto se ha señalado el incumplimiento de aquella prédica pronunciada por el ex presidente Raúl Alfonsín durante su discurso de asunción, de que con la democracia se comía, se curaba y se educaba. Por estos meses, la pobreza, madre de todas aquellas desgracias, se acerca firme al 50%. Y en esto mucho tiene que ver el derrotero de los índices vinculados al mundo del trabajo:  desocupación, empleo no registrado y precarización laboral.

Esta relación se advierte con claridad en el Gran Tucumán - Tafí Viejo. De acuerdo a datos oficiales, difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), este es uno de los aglomerados donde mayor pobreza se registra. Y según un trabajo de los investigadores Ariel Osatinsky y Pablo Paolasso, del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (Inteph), del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), este grupo de ciudades muestra un fuerte y creciente deterioro laboral durante los últimos 40 años.

Osatinsky y Paolasso dividieron el período analizado en tres etapas: de 1983 a 2002, que se abre con el retorno de la democracia y la gestión de Alfonsín y se cierra con la severa crisis de 2001, con Fernando de la Rúa abandonando la Casa Rosada en helicóptero, y Eduardo Duhalde asumiendo el interregno de transición, pasando por la década de Carlos Menem. De 2003 a 2015, que contempla los tres Gobiernos esencialmente K, de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández. Y de 2016 a 2022, con las frustradas experiencias de Mauricio Macri y de Alberto Fernández. Destacaron que todos los datos de los indicadores laborales fueron tomados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

De 1983 a 2002

“En 1983 el desempleo ya afectaba a un porcentaje importante de la población económicamente activa (PEA) del Gran Tucumán - Tafí Viejo. A fines de los 60, el cierre de 11 ingenios azucareros había provocado la pérdida de más de 40.000 puestos de trabajo y una fuerte migración hacia San Miguel de Tucumán y hacia otras áreas del país, en busca de empleo. Las transformaciones económicas de la dictadura militar agravaron el deterioro laboral”, señalaron los investigadores al inicio del estudio.

Precisaron que desde mediados de los 80 la tasa de desocupación alcanza los dos dígitos; y ya el Gran Tucumán - Tafí Viejo sobresale de los otros grupos de ciudades. “En la mayoría de las mediciones de aquella década, el aglomerado tucumano tuvo la desocupación más elevada del país. La subocupación también creció, y en 1989 afecta a casi un 15% de la PEA”, dijeron . Y sintetizaron que de 1983 a 1989 el porcentaje de la PEA afectado por la desocupación y por la subocupación saltó de un 15% a un 25%.

Pero pese al fuerte incremento aún quedaba margen para un agravamiento. “En los 90 la situación empeoró. Los problemas de empleo alcanzaron una dimensión desconocida hasta entonces. La desocupación, que afectaba de un 10% a 12% de la PEA a comienzos de la década, trepó hasta cerca de un 20% en 2001, y al año siguiente superó tal porcentaje”, indicaron. Agregaron que durante el mismo lapso, la subocupación creció de un 12% hasta cerca de un 20%. “Por tanto, en 2002, un 40% de la PEA estaba afectada por estos problemas de empleo”, subrayaron.

Y no serían los únicos registros negativos. “El empleo informal también creció en el Gran Tucumán - Tafí Viejo: de afectar a un 30% de los asalariados en 1990, entre 1993 y 2001 abarcó a casi un 50%, y superó ese porcentaje en 2002”, puntualizaron.

Remarcaron que el empleo estatal funcionó como un atenuante, aunque limitado. “Entre 1983 y 1990 el empleo público creció de 33.500 a 44.500 empleados -esto es, de 35 a 36 empleados estatales por cada 1.000 habitantes-. Durante los 90, se mantuvo aproximadamente en los mismos valores; y creció levemente de 46.437 a 47.426 entre 1999 y 2002”, indicaron Osatinsky y Paolasso.

Los investigadores explicaron, además, el crecimiento de estos números. “Tal agravamiento de los problemas de empleo fue consecuencia de las transformaciones económicas regresivas de aquellos años, durante los cuales se pasó del estancamiento y recesión de la década de 1980, a la apertura económica, a la desregulación y a la liberalización de los 90. Las llamadas transformaciones neoliberales provocaron un significativo deterioro laboral”, remarcaron.

Osatinsky y Paolasso señalaron que en la actividad agropecuaria, los cultivos vinculados al mercado interno sufrieron crisis profundas (caña de azúcar, hortalizas, legumbres, tabaco), mientras se expandieron las producciones orientadas al mercado mundial (soja, limón), en un contexto de mayor concentración de la tierra. Esto motivó la desaparición de un número importante de pequeños y de medianos productores. “Ello, sumado al avance de la mecanización de las cosechas, significó una caída importante de trabajadores permanentes y temporarios en el sector primario”, destacaron.

Añadieron que durante este período también se dio una pronunciada desindustrialización -“entre 1974 y 1993, los ocupados en la industria tucumana se redujeron un 50%”-, y la actividad comercial también fue afectada. “El cierre de numerosos pequeños y medianos establecimientos influyó en el crecimiento de la desocupación”, advirtieron los investigadores.

El deterioro del salario real fue otro problema. “Entre 1984 y 1989 registró una caída de un 27%, afectado por la creciente inflación. En la década de 1990, si bien hubo estabilidad, en relación a la década de 1980, el salario real se había reducido un 25%, según investigaciones realizadas por María Florencia Correa Deza y por Beatriz Álvarez”, citaron.

De 2003 a 2015

Contaron Osatinsky y Paolasso que durante la docena de años “K”, tanto la desocupación como la subocupación se redujeron en el Gran Tucumán - Tafí Viejo. “El desempleo bajó de un 13% a un 8% entre 2003 y 2007; y en 2010 llegó a un 5%. La subocupación pasó de un 21% a un 9% entre 2003 y 2010”, precisaron.

Analizaron que la disminución de la tasa de desocupación se vinculó con diversas causas. “La economía provincial creció el 55% entre 2003 y 2010 -sobre todo, hasta 2007, aunque el ritmo se desaceleró desde 2008-. A su vez, se registró un importante aumento del empleo público; entre 2003 y 2006 pasó de 47.557 a 67.255 estatales; y en 2009 el número pasó a ser de 69.766. En otras palabras, la cantidad de agentes en la administración pública por cada 1.000 habitantes creció de 35 a 48 en el lapso 2003-2009”, dijeron.

Y destacaron un dato: “La consideración como ocupados de una parte de los beneficiarios de planes y de programas de empleo también impactó en la reducción del desempleo. Entre 2002 y 2009, Tucumán conservó 90.000 beneficiarios”, indicaron. Y señalaron otra cuestión que impactó en la merma del desempleo. “Influyó, además, el crecimiento de la población inactiva a raíz de una moratoria previsional, que hizo crecer significativamente el número de jubilados y de pensionados, con lo cual una parte de los que buscaban trabajo -considerados desocupados- dejaron de hacerlo, y pasaron a integrar la población inactiva”, explicaron.

Remarcaron que entre 2011 y 2015 -segunda gestión de Fernández-, pese a una coyuntura de menor crecimiento o de estancamiento económico, la desocupación se redujo significativamente; incluso a valores inferiores a un 5%. Mientras que la subocupación osciló entre un 8% y un 10%. “La caída del desempleo se explica, en parte, por el mayor número de ocupados, y también por una nueva expansión del empleo público en la provincia -81.000 estatales en 2015-, una nueva expansión de la población inactiva por aumento del grupo de jubilados y de pensionados, y también por el número de beneficiarios de planes y de programas de empleo”, subrayaron.

El empleo informal también se redujo durante la etapa analizada, aunque aún afectaba a una parte importante de los trabajadores. “Entre 2003 y 2009, el porcentaje de asalariados sin descuento jubilatorio bajó del 57% a un 44% en el aglomerado tucumano; en 2015, alcanzó un 43%”, precisaron.

2016-2022

En el último lapso analizado, Osatinsky y Paolasso osbservaron que entre 2016 y 2019 -administración macrista- la desocupación pasó de un 7% u 8% a un 11%; mientras que la subocupación creció de un 10% a un 14%. “Es decir, el 25% de la PEA del Gran Tucumán - Tafí Viejo tenía problemas de empleo a fines de 2019, luego de dos años de recesión económica (2018 y 2019). Durante estos años, además, la situación del empleo informal se mantuvo en niveles preocupantes: la tasa de informalidad osciló de un 42% a un 45%”, contaron.

De acuerdo a los investigadores, en 2020, en plena pandemia de la covid-19, la tasa de desocupación mostraba valores parecidos a los del año anterior (11%). “El agravamiento de los problemas de empleo no se reflejaba en las estadísticas del desempleo, ya que al regir las restricciones de circulación durante un tiempo prolongado, una parte importante de quienes no tenían ocupación no podían buscarla. Pero aquel año se vio una notoria caída del nivel de empleo -de un 43% a un 35%,, que provocó también la caída en la tasa de actividad -de un 48% a un 39%). Ambas tasas registraron mayores valores a partir de 2021”, dijeron.

La expansión que mostró la actividad económica a partir de 2021, sumado al importante número de beneficiarios de programas de empleo -de 60.000 a 70.000- y de empleados estatales -90.000 en 2020-  en Tucumán, posiblemente expliquen, a criterio de los investigadores, que la tasa de desocupación se ubique por debajo de un 10% al final del período considerado. “En el segundo trimestre de 2023 su valor era de un 7%, mientras que la subocupación afectaba a un 14% de la PEA. Es decir, un 21% de la población activa está desocupada o subocupada”, puntualizaron.

El empleo informal no mostró una mejora. Los investigadores del Conicet detallaron que en el lapso de 2019 a 2022, el porcentaje de asalariados “en negro” se mantuvo en un 45%, y afectó a casi la mitad de estos trabajadores.

“En definitiva, los 40 años de democracia representaron para la provincia un ciclo de luces y de sombras, en lo que se refiere al mercado de trabajo. Una masa importante de la población quedó marginada de todos los procesos económicos o fue afectada por la precarización laboral y por la informalidad”, sintetizaron. Y cerraron con una propuesta para modificar estos índices. “Resulta necesario revertir las transformaciones regresivas que experimentaron las estructuras productivas en las últimas décadas del siglo XX, en pos de establecer un nuevo contrato social en el que un trabajo digno y bien remunerado sea una realidad para el conjunto de los trabajadores”, manifestaron Osatinsky y Paolasso.

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