La antinovela de Fabián Soberón

Un quiebre de las estructuras de los géneros.

FABIÁN SOBERÓN.  Con estilo sensorial, entrelaza historias profundas. FABIÁN SOBERÓN. Con estilo sensorial, entrelaza historias profundas.
17 Diciembre 2023

FICCIÓN

NARANJO ESQUINA

FABIÁN SOBERÓN

(Ente Cultural – Tucumán)

Desde el título, Naranjo esquina nos provoca desconcierto. En su aparente falta de concordancia sintáctica, en cierto misterio subyacente. Lo cual se complementa con una ilustración de tapa de Pablo Iván Ríos –una suerte de Hopper criollo- que retrata una patética estación de servicio, envuelta en una nube de agonía.

Así, desde el vamos, entramos en el clima de este libro. ¿Es una novela? ¿Es una secuencia encadenada de relatos? ¿Es una crónica? ¿Es ficción?

Fabián Soberón quiebra las estructuras de los géneros, los clisés. Como Cortázar con Rayuela, pero de otro modo, inventa una categoría literaria aparte, donde el libro se lee como una novela, pero también como una cadena de cuentos con personajes comunes, cuyas historias se van entrelazando.

Parece ser que Naranjo esquina es el nombre real de un pueblo del Sur de Tucumán, una ex posta colonial. No así el sitio donde sucede la acción (las acciones). En nuestra lectura descubrimos que se trata de un pueblo imaginario. Ni Macondo ni Shambala, sino un desolado “pueblo chico, infierno grande” del Noroeste argentino, donde pasa y pasó de todo. Hay un narrador, un periodista, Augusto Rodríguez, oriundo del lugar, que llega allí para buscar una respuesta a una inquietud. Los habitantes son personajes entre surrealistas y realistas, flotando entre la vigilia y los sueños.

Como probable alter ego de Soberón, el periodista Augusto se topa con un pueblo donde pervive una compleja historia (las crueldades de un genocida, supuesto clon de Bussi), hombres y mujeres sufrientes, mutilados, sabios y estrafalarios, reaccionarios, anarquistas o místicos, antihéroes en cualquier paraje insular como ése.

“Pinta tu aldea y pintarás el mundo” – dijo Tostoi. Pinta Naranjo esquina y pintarás la represión, la homofobia, los prejuicios, los heroísmos, las pequeñas grandes cosas que suceden sin suceder o que al suceder están en estado latente, como si no hubiesen sucedido.

El estilo de Fabián Soberón es sensorial, colorido, con un claro núcleo poético. Sus descripciones son muy visuales. Se advierten aquí las dotes de cineasta del autor.

Recomiendo muy especialmente este libro porque, para mí, cumple al pie de la letra con la definición que Milan Kundera diera de la novela. (Y también, de una “antinovela” como ésta): “¿Qué es una novela? “Es la gran forma de la prosa en la que el autor, mediante egos experimentales (personajes) examina hasta el límite algunos de los grandes temas de la existencia. (…) La novela es poesía antilírica”.

© LA GACETA - Alina Diaconú

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