Entre amenazas de bombas y otros delitos

27 Diciembre 2023

Dos hombres han sido procesados con prisión preventiva por 45 días, acusadas de realizar llamadas telefónicas al 911 con amenazas de bombas en sedes bancarias. Este caso tiene la particularidad de que las llamadas se hacían para encubrir otro delito, el de estafa piramidal en perjuicio de personas a las que les pedían dinero para gestionarles subsidios y las hacían aparecer ante os bancos como las responsables de las bombas. La estrategia, llamativa por su triple daño –intimidación pública, estafa con dinero de la gente y acusaciones indirectas a sus víctimas- pone de relieve los riesgos de modalidades vinculadas con el cibercrimen frente a las cuales por ahora el sistema tiene escasas herramientas. Haber llevado a buen puerto esta investigación da cuenta de una eficaz tarea de la Justicia, pero aún falta mucho, no sólo en elementos tecnológicos sino también en capacitación. La sociedad es muy vulnerable frente a estos ataques.

El año que ha pasado ha estado marcado por las llamadas y los mensajes con amenazas de bombas, a partir de junio y con un pico intenso entre julio y septiembre, y que continuaron a pesar de que hubo muchas detenciones. La mayoría de los casos apuntaba a empleados o estudiantes de las instituciones afectadas con estas falsas alarmas, pero en los últimos meses aparecieron otros casos. Amenazas a instituciones bancarias y a la Secretaría de Trabajo , mensajes personales intimidantes a través de cuentas de Instagram, entre otras, dieron cuenta de que había una diversificación de estos casos. Estos dos hombres, entre octubre y diciembre, habían llevado a cabo la estafa a través de un grupo de Whatsapp y engañaron a sus víctimas haciéndoles creer que se les iba a entregar subsidios. Luego, para detener los reclamos, pedían a las víctimas que fueran a los bancos, hacían las llamadas y generaban otro momento incómodo e intimidante para las personas afectadas. Los dos hombres fueron detenidos y procesados la investigación sigue abierta. Mientras esta pesquisa se lleva a cabo, y en tanto se puede destacar el alivio de que se haya podido desbaratar este ilícito, corresponde analizar que, si bien ha habido una toma de conciencia de las autoridades en cuanto a la necesidad de hacer frente a un área delictiva que crece con muchas ramificaciones -las más conocidas son el grooming, el acoso virtual, los escraches, las extorsiones- hay un entramado tecnológico en el que por ahora los delincuentes llevan la delantera. El fiscal Alejandro Musso, que desbarató en Buenos Aires la oleada de amenazas de bomba, recomendó capacitar a quienes deben hacer las investigaciones y también mostrar lo que se hace. “Proceso, condena y publicidad, difusión. ¿Por qué es importante todo esto? Para que sepan que no es tan sencillo hacerlo. Y si lo hacen, y los agarramos, como estos casos que me ha tocado intervenir, las penas son muy altas, y de cumplimiento efectivo”, explicó. Eso ha resultado medianamente efectivo en nuestro medio, en el sentido de que se pudo detener la ola de amenazas a colegios. Pero el ciberdelito sigue extendiendo sus tentáculos, y a eso hay que estar atentos.

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