El misterio Jaldo-Manzur: de la distancia al desconcierto

El misterio Jaldo-Manzur: de la distancia al desconcierto

El tórrido enero político en el país tuvo un interesante capítulo sobre Tucumán. En el contexto de las negociaciones en el Congreso por la Ley Ómnibus, la médula del apartado sobre la provincia fue el vínculo entre el gobernador Osvaldo Jaldo y el senador Juan Manzur. El escenario de esta fase de la relación tiene dos características letales: la crisis económica e institucional y la convivencia de una Provincia gobernada por el justicialismo con la Nación que tiene entre sus banderas al antiperonismo y la antipolítica.

El supuesto es que el mandatario y su antecesor, ambos peronistas, tienen diferentes posturas sobre las políticas del gobierno de Javier Milei. Por necesidad, Jaldo se diferenció de otros mandatarios de su signo y se plantó en el sector de los dialoguistas. Rompió con el bloque de Unión por la Patria (UxP), armó uno propio de tres diputados y avaló la votación en particular del texto. Manzur, en tanto, dio algunas señales de que sigue en UxP. El presidente del PJ local no se ha expresado aún públicamente al respecto.

La confrontación Jaldo-Manzur tuvo episodios subterráneos y otros resonantes, desde 2019, cuando fueron reelectos. La puja por la sucesión devino en la interna. Tras la confrontación en las urnas, en las nacionales de 2021, el manzurismo ganó. La debacle del peronismo nacional arrastró a Manzur a Buenos Aires y dio una oportunidad de oro a Jaldo. Por conveniencia, los rivales sellaron un acuerdo y el tranqueño ejerció la gobernación como interino durante más de 500 días, período clave para luego consagrarse en las urnas. Armó su equipo de trabajo, excluyendo de puestos importantes a los jaldistas más peleadores e incluyendo a extrapartidarios en su Gabinete: la génesis del osvaldismo, una evolución del espacio, con la aspiración de ser más atemperado y amplio.

Jaldo limpió al manzurismo e intentó despegarse de ese pasado. La distancia pública entre los protagonistas fue marcada. En el medio, sin embargo, asumió Milei, sin los diputados y senadores necesarios. Las bancas provinciales cotizan en oro y el senador tiene un capital ahí. Los frenemies (oxímoron de amigos-enemigos en inglés) tuvieron que reunirse por este motivo a fines de diciembre. Poco y nada se supo de ese encuentro a solas y es el último del que se tiene noticias.

¿Cómo está hoy la relación? La información con la que cuenta la dirigencia afín a ambos es escueta y las interpretaciones que efectúan son muchas. En general, coinciden en plantear tres escenarios posibles. Hay también quienes avizoran a futuro combinaciones, con distintos matices, entre ellos.

1- Corte total. En este extremo, los dirigentes de las alas más duras del manzurismo y del jaldismo repiten que no hay vuelta atrás en el vínculo y que es cuestión de tiempo que la interna estalle nuevamente. Cabe aclarar que ninguna de las facciones se siente totalmente contenida por su referente. En el caso de los ex ocupantes de la Casa de Gobierno, la sensación de orfandad es más pronunciada. Unos y otros coinciden en afirmar que la naturaleza peronista implica una sola cabeza en la conducción y que hay dos instancias que vienen que serán las batallas finales: la renovación de autoridades del Partido (correspondería en marzo, pero se dilataría) y las parlamentarias nacionales de 2025. Los cercanos a Jaldo consideran que debe cumplirse la costumbre de que el gobernador encabeza el PJ. Aseguran que será el titular del Ejecutivo el que determine los candidatos al Congreso y que eventualmente coseche en las urnas un número mayor de parlamentarios que le respondan. También se preparan para una posible reelección. Los allegados a Manzur creen que el hecho de que Jaldo esté en el poder es circunstancial y que el médico debe seguir al mando del PJ y volver luego a la gobernación. Además, consideran que las autoridades nacionales del partido lo avalarán para seguir debido a la “traición” de Jaldo en Diputados. Consideran, de hecho, que Jaldo podría competir, pero con su propio partido, en alianza con el alfarismo y parte del radicalismo. Los jaldistas descartan de plano cualquier posibilidad de que Jaldo deje la fuerza. Consignan que al mandatario lo tienen sin cuidado las acusaciones de traición, porque provienen de quienes lo habrían ninguneado durante la interna ofreciéndole un cargo menor en Buenos Aires con tal de que no ejerza la gobernación con Manzur ausente.

Parte de los consultados consideran que este podría ser un escenario futuro, probablemente, cuando venga un año electoral.

2- ¿Pacto de conveniencia? La opción puede sonar descabellada, pero tiene adherentes en el oficialismo y la oposición provinciales. Plantean la posibilidad de que Manzur y Jaldo estén actuando en conjunto, mediante un acuerdo estratégico: uno a favor del Gobierno nacional y otro en contra. De esta manera, en dupla, mantendrían un pie en la oposición en UxP y otro, entre los que apoyan a la Rosada. Les llama la atención que los manzuristas no hayan criticado públicamente el arranque de la gestión de Jaldo ni los jaldistas, la herencia dejada por Manzur. Lo cierto es que también hay dirigentes que cuestionan al mandatario local por lo bajo, pero no quieren expresarse porque cuentan con intereses que cuidar. Por ejemplo, hay legisladores cuyos familiares están a la cabeza de municipios y dependen del Ejecutivo para subsistir. “Nadie levantará la cabeza en este momento”, advierte un joven peronista. “Los trapos se están lavando en la casa”, añadió un parlamentario de trayectoria.

Los que abonan esta teoría también mencionan encuestas. En un momento difícil para ejercer la política tradicional, el Gobierno tucumano contaría con sondeos que darían cuenta de que una porción significativa de la sociedad apoya el arranque de gestión de Milei y que esto empujaría a los peronistas cautelosos y trabajando en conjunto.

3- Ni peleados ni amigados. En esta postura recala la mayoría del oficialismo tucumano. Jaldo y Manzur, dicen, estarían atendiendo cada uno su juego porque no sería momento de confrontaciones internas. De acuerdo con altas fuentes de ambos bandos, la relación sería “ni”: ni mala ni buena. No tendrían más que diálogos telefónicos esporádicos. Jaldo, dicen, al tener línea con la Rosada neutralizó posibles intermediarios. Desde miembros de la oposición hasta el propio senador Manzur. Jaldo eligió prescindir del senador que podría haber actuado en el ámbito nacional y tocar algunos contactos en común con Milei. Una de los pocos runrunes que corrieron tras la última cita en persona, de hecho, fue que Manzur podría haber pedido a Jaldo que ambos fueran los únicos interlocutores con la Nación. En estos meses, el ex mandatario, como contracara, tampoco estuvo en Tucumán apoyando a su sucesor.

En el jaldismo consignan que Jaldo está demasiado preocupado por preservar la Provincia. Un peronista disidente marcó un diferencial clave: “para Manzur la gobernación fue un trampolín y para Jaldo, es todo”. En paralelo, la máxima autoridad intenta consolidarse políticamente y construir su propio armado. Jaldo no sería permeable a compartir un poder que tardó 40 años en alcanzar y mucho menos, con Manzur ni los suyos.

En el manzurismo reconocen que Manzur no tendría por el momento mayor interés en los entuertos de la política de entrecasa. En rigor de verdad no esperaban mucho más porque, en cuanto a lo dirigencial, el manzurismo nació en la interna. Hasta ese momento, el entonces mandatario no había fidelizado su tropa propia ni había metido los pies en el barro local. En los últimos meses, el ex mandatario mantuvo conversaciones con un grupo minúsculo, el de mayor confianza.

Estaría en la búsqueda de nuevos horizontes y habría intentado varias alternativas en Buenos Aires: presidir el bloque o alguna comisión de trascendencia. La idea sería ubicarse como una de las caras de la reorganización del peronismo nacional. Varios de ellos confiaron que les dio señales de que hubiese votado contra del texto Ómnibus y de que se mantendrá en UxP. Nadie, sin embargo, se anima a darlo como una certeza porque el médico sigue cultivando el hermetismo. Trascendió que los dos diputados afines que se expresaron en contra de la Ley, Pablo Yedlin y Carlos Cisneros, no lo habrían hecho por pedido suyo sino por convicciones propias. Yedlin tomó especial protagonismo entre los parlamentarios nacionales y se reposicionó gracias a ello como la voz del manzurismo o, mejor dicho, del peronismo no jaldista.

En el manzurismo hizo especial ruido alguna frase de las últimas conferencias de prensa del gobernador, en la que subrayó que no estamos en tiempos electorales pero que, cuando lleguen, se dará pelea.

La relación entre el gobernador y el ex es un misterio para la mayoría y vadea entre la distancia y el desconcierto. Sólo hay algunas pistas sobre cómo está el vínculo y los tiempos políticos se han acelerado tanto que quizás, mientras usted lee esto, todo haya cambiado. A juzgar por este primer tramo del año, el asunto seguirá siendo central de las conversaciones en la política tucumana.

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