Durante la zafra 2023, 38.900 hectáreas del área cañera tucumana fueron sometidas a procesos de quema, cifra que disminuyó respecto de 2022, cuando se habían quemado 79.100 hectáreas. Si bien de acuerdo al relevamiento realizado por técnicos de la sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) la superficie afectada por quema en tierras plantadas con caña de azúcar es la más relevante, en el área productiva de Tucumán hay un importante número de quemas que afectan directamente a otros cultivos, a áreas desmontadas sin especificación de cobertura y a áreas con monte natural.
El relevamiento de estas áreas arrojó una superficie de 4.700 hectáreas, discriminadas en: 80 hectáreas que corresponden a otros cultivos identificados como garbanzo, trigo, papa y cítricos; 120 hectáreas que corresponden a superficies desmontadas sin identificación de cobertura y, por último, 4.500 hectáreas correspondientes a áreas con monte natural.
La información dada a conocer por la Eeaoc al final de un año caracterizado por una fuerte sequía y alto riesgo de incendios abrió varios interrogantes. Los departamentos con mayores volúmenes de quema, dentro del grupo de otros cultivos identificados, áreas desmontadas sin especificación de cobertura y áreas con monte natural, fueron Graneros, Simoca, Leales y Burruyacu, concentrando el 93% del total. Monteros, Simoca y Cruz Alta son los departamentos con mayor área afectada. El análisis a nivel departamental indica que durante junio, julio, agosto y septiembre el departamento con mayor cantidad de superficie cañera quemada fue Simoca, mientras que en octubre fue el departamento Cruz Alta. A lo largo de la zafra se constata una progresiva densificación del área cañera quemada en los alrededores de las principales vías de comunicación. Este hecho se evidencia en que los sectores más aislados del área cañera presentan menos campos quemados.
Un análisis comparativo da cuenta de que en 2022 se quemaron 79.100 hectáreas sobre una superficie cultivada de 269.400 hectáreas, es decir que se quemó el 29,4 % de la superficie cultivada. En 2023 se quemaron 38.900 hectáreas, sobre una superficie cultivada de 278.410 hectáreas, o sea que se quemó el 14 % de la superficie cultivada. Lo cual es una buena noticia. Pero también se advierte hubo casi 4.500 hectáreas de monte natural quemado, lo cual, en primera impresión, se hace para incorporar tierras a cultivos. Se supone que se sigue quemando monte natural. Por otra parte, se indica que el 18% de la quema ligada a caña se hizo sobre el cultivo en pie. Esto se hace con máquinas integrales, es decir que se ha quemado antes de que las integrales pasaran por el cañaveral.
Los datos, positivos en medio de un país que acaba de sufrir una fuerte emergencia con el difícil manejo del fuego, debería motivar a la reflexión. Estudiar qué ha pasado en la provincia para que se haya logrado esta realidad de sustancial baja en la quema, a fin de que esto se convierta en una tendencia. Una experta tucumana que ha participado en el combate contra los incendios en la Patagonia, advierte, en una entrevista publicada el domingo, que “tenemos una percepción errada sobre el entorno y nuestro rol en él; por lo tanto no podemos asumir el compromiso de cuidarlo. Como sociedad solemos dar por sentado que alguien más se va a ocupar de lo que en realidad nos toca”. Eso implica saber qué pasa, qué beneficia y qué perjudica a la sociedad y saber qué hacer.