Un aviador se inmoló frente a la sede israelí en Washington

Aaron Bushnell, el militar estadounidense que se prendió fuego para denunciar “el genocidio al pueblo palestino” creció en una secta religiosa. Anunció que iba a hacer una “protesta extrema”.

VIGILIA. Policías montan guardia frente a la embajada de Israel en Estados Unidos, donde Bushnell se roció con líquido inflamable y se quemó. VIGILIA. Policías montan guardia frente a la embajada de Israel en Estados Unidos, donde Bushnell se roció con líquido inflamable y se quemó.
28 Febrero 2024

WASHINGTON, Estados Unidos.- Las llamas consumieron el cuerpo de Aaron Bushnell y lo último que se le escuchó fue el grito de “Palestina libre”.

El domingo, Bushnell, vestido con uniforme militar que lo identificaban como miembro en activo de la Fuerza Aérea, caminó hacia las puertas de la embajada de Israel en Washington, se roció con un líquido y se prendió fuego.

En comunicaciones que envió a medios y a periodistas, había dicho que “no sería cómplice del genocidio” y calificó lo que iba hacer como un “acto extremo de protesta”, que transmitió en directo por la plataforma Twitch. Antes, había publicado un video en red, en el que explicaba su decisión.

Bushnell, de 25 años, fue trasladado al hospital después de que los agentes del servicio secreto extinguieran las llamas y estuvo siete horas en estado crítico, pero no sobrevivió.

Poco antes de dirigirse hacia la sede de la embajada, envió correos electrónicos a varios periodistas y a sitios web de noticias anarquistas y de izquierda.

El Atlanta Community Press Collective, uno de los grupos que recibió el correo electrónico, facilitó una copia a la cadena británica BBC, que la republicó.

“Hoy tengo previsto llevar a cabo un acto extremo de protesta contra el genocidio del pueblo palestino”, decía el correo electrónico, advirtiendo de que sería “altamente perturbador”.

En su perfil de Linkedin aparece que había completado el entrenamiento básico de la Fuerza Aérea como “el mejor de la clase” en noviembre de 2020 y que había estado buscando una transición hacia la ingeniería de programación.

Menos de dos semanas antes de que Bushnell caminara hacia las puertas de la embajada de Israel, él y un amigo hablaron por teléfono sobre sus identidades compartidas como anarquistas y qué tipo de riesgos y sacrificios necesitaban para ser efectivos. No mencionó que fuera a hacer nada violento ni sacrificado.

El domingo, le escribió: “Espero que lo entiendas. Te amo”. Según publicó el diario estadounidense “The Washington Post”, le envió a su amigo una copia de su testamento. En él, le regalaba su gato a su vecino y una heladera llena de cervezas a su amigo.

Bushnell nació en San Antonio, Texas, y se crió en un complejo religioso de Orleans, Massachusetts. El grupo, llamado Comunidad de Jesús, ya enfrentó acusaciones de tener comportamiento de “secta carismática”. En una demanda contra una escuela de Ontario, donde muchos funcionarios supuestamente eran miembros del grupo religioso, varios ex alumnos alegaron que la Comunidad de Jesús una “creaba un ambiente de control, intimidación y humillación”, que fomentó e infligió daños duraderos a sus estudiantes”. La escuela, ahora desaparecida, niega las imputaciones.

El año pasado, un tribunal de apelaciones de Canadá concedió 10,8 millones de dólares canadienses a los antiguos alumnos, que asistieron a la escuela de Ontario entre 1973 y 1997.

Denuncia y conflicto

No es la primera vez que alguien se prende fuego frente a una misión diplomática israelí en Estados Unidos desde la intensificación del conflicto.

En diciembre, un manifestante se inmoló frente al consulado israelí en el estado de Georgia. En el lugar se encontró una bandera palestina que formaba parte de la protesta, según la policía.

La guerra abierta entre Israel y el grupo que gobierna Gaza estalló el 7 de octubre del año pasado, cuando hombres armados de Hamas se infiltraron en el sur de Israel, mataron a unas 1.200 personas y tomando a más de 250 como rehenes.

Israel respondió lanzando una campaña militar en Gaza, durante la cual han muerto 29.300 personas, según el Ministerio de Sanidad dirigido por Hamás.

Hacía mediados de enero, Naciones Unidas calculó que unos 1,9 millones de civiles de Gaza se habían visto obligados a desplazarse por las operaciones militares de Israel, lo que representa el 85% de su población.

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