El Raid Aéreo a las 14 Provincias, una proeza histórica

Tucumán, una de las etapas clave. En 1926 pasaron dos aviadores mendocinos y una mujer, en 1941.

EN 1926. Los aviadores Sguazzini y Biondi visitan nuestra redacción a poco de haberse posado en la pista del aeródromo Benjamín Matienzo. EN 1926. Los aviadores Sguazzini y Biondi visitan nuestra redacción a poco de haberse posado en la pista del aeródromo Benjamín Matienzo.

La imaginación de los tucumanos se potenciaba en aquellos años de la tercera década del siglo XX cuando el ruido de un motor se hacía escuchar desde los cielos. Que un avión surcara sobre sus cabezas era un atractivo imán. Rapidamente se dirigían hacia el aeropuerto Benjamín Matienzo. A mediados de noviembre de 1926, los pilotos mendocinos Virgilio Sguazzini y Agustín Balducci Biondi llegaban al Jardín de la República como parte de su raid por 14 provincias, que eran las existentes en esos años: el resto eran territorios nacionales. El largo viaje, que insumió poco más de un mes para completarse, había comenzado en Mendoza a principios de noviembre. LA GACETA señalaba: “se está realizando una magna empresa aviativa por parte de jóvenes criollos, quienes han proyectado un raid de cerca de 6.000 kilómetros”.

Apoyo

La idea contó con apoyo del pueblo mendocino, de donde eran oriundos los aviadores, quienes por medio de suscripciones obtuvieron lo necesario para disponer de una aeronave. “Cubrieron las primeras etapas con promisor resultado y regularidad. Pero la mala suerte le salió pronto al encuentro. Poco antes de llegar a Catamarca el avión sufrió un desperfecto que los obligó a realizar un aterrizaje forzoso con daños para el aparato”, seguía la crónica.

Consideraron acabado el raid, pero el Aero Club mendocino envió otra nave, un Curtiss Mercury, para continuar el viaje. El avión servía para entrenamiento de nuevos pilotos y ahora sería usado para continuar el viaje. El “Coronel Barcala” - ese era su nombre - llegó a Tucumán a las 9,38 del 15 de noviembre de 1926, cuando se divisó la dorada figura sobre nuestra ciudad.

El viaje había durado unas cuatro horas, ya que los pilotos decidieron, “debido al mucho uso de la nave que no podría superar los picos, hacer el viaje por Recreo, aunque la distancia se duplicaba”. En el aeródromo eran esperados por representantes del aeroclub local y los representantes de LA GACETA, Manuel Abella y Julio Robles.

Conocedores

Casi como expertos conocedores de nuestra estación aérea, los pilotos enfilaron desde el sudoeste sin errores para hacer un aterrizaje perfecto. Luego de asegurar el avión se dirigieron a nuestro diario, donde departieron con nuestros cronistas y a los que les relataron las peripecias vividas hasta ese momento. Además de anunciar la gran expectativa que tenían en la continuidad del viaje que uniría al país. También fueron recibidos en la Cámara de Diputados y fueron agasajados con un banquete en el Savoy Hotel. Nuestra provincia los recibió con todos los honores.

ABRIL DE 1940. Una multitud rodea a Carola Lorenzini demostrándole todo su cariño tras descender del avión que conducía. ABRIL DE 1940. Una multitud rodea a Carola Lorenzini demostrándole todo su cariño tras descender del avión que conducía.

Al día siguiente partieron hacia Jujuy, luego pasaron por Salta para retornar hasta Tucumán a realizar algunos ajustes en la nave que continuó su largo camino. El periplo culminó unos 20 días más tarde en la ciudad que los vio partir. Pasaron por Santiago del Estero, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, La Plata y Morón entre otras.

Acerca de nuestra aviación, Sguazzini destacó su crecimiento y desarrollo, además de reconocer los méritos del presidente del aeroclub Nicanor Posse. E informó que el viaje se hizo posible con la suscripción de los mendocinos que recaudaron unos 27.000 pesos.

El Aero Club local nació en 1919 y fue desde allí donde la aviación tucumana se desarrolló.

Hubo visitas históricas de aviadores y aviadoras, de flotas y raides de gran importancia. Hacia fines de agosto de 1931 había muerto Mirian Steford al caer su avión en San Juan. En los primeros de septiembre recibía un pequeño avión monoplaza Fairman pilotado por un aviador cuyo nombre traía recuerdo del pasado: Justo José de Urquiza.

Una pionera

Como vemos nuestra provincia era paso obligado en los raides por las provincias. Pero recordemos que Carola Lorenzini llegó a Tucumán en abril de 1940 cuando venía recorriendo ese circuito. El tramo de Salta hasta aquí lo realizó en una hora y 45 minutos. La piloto le relató a nuestro cronista que “hago un viaje excelente, sin novedades, sin tropiezos, sin inconvenientes dignos de ser mencionados puesto que al haber perdido cuatro días en Saenz Peña (Chaco) debido al mal tiempo, no puede ser citado como un inconveniente de gravedad”. También hizo una enumeración sobre su viaje al resaltar que había salido de Morón el 24 de marzo ese mismo día estuvo en Rosario. El 25 llegó a Santa Fe. El 26 en Paraná e hizo noche en Monte Caseros. De allí se trasladó a Posadas en Misiones. Llegó a Corrientes el 29 y a Formosa el 30. Bordeando el Paraná llegó a Resistencia. Y después llegó a Saenz Peña donde tuvo que quedarse varios días. El raid se extendió varios días más para terminar en Morón a mediados de abril. En cuanto al motivo del recorrido la mujer señaló que “la finalidad es exhibir estas máquinas de escuela que se construyen totalmente a la Fábrica de Aviones de Córdoba. El ministerio de Guerra ha tenido la gentileza de confiar en mi persona la misión de probar una de estas máquinas a través de un raid por todas las provincias argentinas y los territorios”. La nave que la llevó por todo el país era Fokke Wulf tipo 44 accionado por un motor de 140 caballos, con una velocidad de crucero de 140 kilómetros por hora y una máxima de 180. Fue convertido en monoplaza especialmente para este viaje ya que originalmente eran biplaza ya que se los usaba de avión escuela por lo que tenía doble comando.

En la larga entrevista que dio a nuestro colega no podía faltar la pregunta sobre se había tenido algún percance o accidente de consideración a lo que respondió que “llevó siete años volando y nunca he sufrido accidente serios” aunque en este sentido recordó que “el más grave fue el que sufrí el año pasado al realizarse la carrera a Asunción del Paraguay, estuve perdida por un aterrizaje forzoso debido a que me quedé sin nafta. Eso es lo más serio que recuerdo”.

Fue recibida por el presidente del Aero Club local, don José C. Posse, además de los dirigentes Emilio Block, Bernardo Racedo Aragón, Carlos B. Uriburu, Luis Mendoza Padilla, los pilotos Carlos Agüero, Pedro Cipitelli, Alfredo Turbay y el presidente de la Caja Popular, Miguel Frías, entre otras personalidades.

Fue la primera mujer instructora de vuelo en América del Sur; en 1935 batió el récord de altura y meses más tarde atravesó el Río de la Plata en solitario.

Pasión por las piruetas

Pero su pasión eran las piruetas. Su maestro, Santiago Germanó, la transformó en toda una experta. Desde 1938 planeó un raid por todo el país para unir las 14 provincias de entonces. Algo que concretaría en 1940 y que le valió ocupar nada menos que la tapa de la famosa revista “El Gráfico”. Impensado para una mujer.

El 23 de noviembre de 1941 Lorenzini se encontraba haciendo acrobacias con su avión en honor a aviadores uruguayos que regresaban a su país cuando la nave, un Fokke Wulf de fabricación nacional, se precipitó a tierra desde 200 metros causando la muerte de la piloto. El avión venía haciendo una picada en vuelo invertido del que no pudo ser sacado por la aviadora y terminó estrellándose tras ello se produjo una explosión y el incendio de avión.

Nació en 1899 en San Vicente, Buenos Aires. Practicó varios deportes y en 1925 fue campeona de atletismo. Pero su sueño era volar, ser piloto. Y tal deseo, siendo mujer, en las primeras décadas del siglo pasado, era algo complicado. Trabajó, reunió dinero y luego de un pesado trámite, en 1931 comenzó a tomar clases de vuelo en un Fleet 51. Puso mucho coraje y decisión, y el 4 de noviembre de 1933 el Aero Club Argentino le otorgó el carnet de Piloto Aviador Civil.

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