Más empleo que empleados: en las Islas, los mayores son trabajadores ejemplares

La escasez de mano de obra creó una cultura del trabajo muy llamativa en las Malvinas. Los isleños desarrollan varias ocupaciones incluso durante la vejez. La gente mayor, lejos de guardarse, es un motor de la economía y de la sociedad.

TRABAJO. Tony Heathman con los instrumentos de esquila en Pradera del ganso verde/Goose Green. fotos de irene benito TRABAJO. Tony Heathman con los instrumentos de esquila en Pradera del ganso verde/Goose Green. fotos de irene benito

(Puerto Argentino/Stanley).-Wendy McPhee observa con impaciencia al grupo de periodistas sudamericanos que “dominguea” por las calles de su ciudad. Al cabo de un rato, pregunta con una mueca de asombro: “¿siempre son tan lentos?”. Lo seguro es que es difícil seguir el ritmo a McPhee, quien a los 69 años se mueve en Puerto Argentino/Stanley como si no pudiera perder un minuto. McPhee es un buen ejemplo del fenómeno laboral isleño que se manifiesta en trabajadores sumamente ocupados y en mayores que siguen tan activos como si tuviesen 40 años.

La jubilación se vive en las Islas Malvinas de un modo particular: llegar a la vejez no implica en general quedarse en casa “a no hacer nada” y eso que el clima inhóspito del Atlántico Sur no invita precisamente a salir. A menos que alguna dolencia muy grave no deje alternativa, los isleños mayores de 65 años trabajan a la par del resto, según pudo constatar LA GACETA en un viaje de prensa de cinco países de la región organizado por el Gobierno de las Islas Falkland (FIG por sus siglas en inglés). En esa estancia de una semana en el archipiélago fue posible verificar cuán común es el caso de la británica McPhee, que se instaló en las Islas con su marido, el piloto Gerald Ian McPhee, fallecido en 2021 a los 67 años. Ella, que había sido partera, continúa trabajando en la enfermería del Hospital Rey Eduardo VII, y, cuando termina su turno, se pone “el sombrero de guía” y hace caminatas con turistas por Puerto Argentino/Stanley como la que intenta desplegar con el grupo de periodistas que no logra seguirle el paso durante esta tarde de marzo.

El turismo que de manera creciente desembarca en las Malvinas sobre todo por mar es uno de los sectores de la economía que más mano de obra precisa y el que impide que los jubilados se relajen como quizá lo harían en otras latitudes. En el Censo 2021, último conteo oficial de la población de las Islas, una de cada seis personas indicó que tenía dos o más empleos. Esta proporción, que se mantiene desde 2012 y 2016, “pone de relieve cuán ajustado es el mercado laboral” en las Islas. El Censo precisa que el 10% de las ocupaciones adicionales o secundarias estaban dentro de la industria del turismo.

ENFERMERA Y GUÍA TURÍSTICA. Wendy McPhee pasea al grupo de periodistas sudamericanos en Puerto Argentino/Stanley. ENFERMERA Y GUÍA TURÍSTICA. Wendy McPhee pasea al grupo de periodistas sudamericanos en Puerto Argentino/Stanley.

Como los cruceros de gran porte son la principal vía de acceso de los visitantes a las Islas, y debido a que aquellos sólo disponen de un día o de unas pocas horas para pasear, el trabajo vinculado a excursiones cortas está garantizado. En la temporada que va de noviembre de 2022 a marzo de 2023, casi 60.000 pasajeros de barcos arribaron al archipiélago: es un número exorbitante si se considera que, siempre según el Censo 2021, las Malvinas tienen 3.662 habitantes.

Los viajes breves hacia, por ejemplo, la colonia de pingüinos de Volunteer Point es uno de los servicios más demandados por los navegantes que se bajan en el puerto de Puerto Argentino/Stanley. En el verano, Tony Heathman y sus familiares van hasta tres o cuatro veces por semana a la pingüinera con los turistas que suben en sus camionetas Land Rover (en las Islas se las llama “Rover”). Heathman tiene 74 años y una habilidad extraordinaria para abrirse camino a campo traviesa: donde parece no haber nada excepto turba y barro, este ex esquilador de ovejas encuentra un pasadizo seguro para su aventurera 4x4. Él, como muchos otros isleños, aprovechan su conocimiento del “camp” (“campo” en las Malvinas) para ofrecer experiencias distintas a los viajeros.

Firme al volante

En Pradera del Ganso Verde/Goose Green, por ejemplo, Heathman explica el procedimiento para obtener la lana desde que los rebaños entran en la sala de esquila hasta que la materia prima ingresa es empaquetada y preparada para su traslado hacia el puerto. Para Heathman este trabajo como guía turístico es una forma de permanecer cerca de los paisajes donde vivió siempre y de las actividades que desarrolló. Tras la Guerra de 1982, el “camp” empezó a perder terreno de manera sostenida mientras crecían los negocios lucrativos de la concesión de licencias pesqueras. Al igual que McPhee, Heathman podría dedicarse a descansar y, quizá, a viajar por el mundo. Pero él prefiere permanecer firme al volante de su Rover.

EX ESQUILADOR Y GUÍA TURÍSTICO. Tony Heathman, de 74 años, al volante de su “Rover”. EX ESQUILADOR Y GUÍA TURÍSTICO. Tony Heathman, de 74 años, al volante de su “Rover”.

¿Cómo se explica esta naturalización del trabajo hasta avanzada edad cuando las pensiones de retiro cubren adecuadamente los gastos de los beneficiarios más allá de que existe un Estado que provee de forma eficiente los servicios de salud, educación y seguridad? No hay una razón, sino varias. La cultura aparece como un motivo muy poderoso: los isleños, en particular los que eran chicos o jóvenes durante la Guerra, estaban acostumbrados a vivir en condiciones duras y se iniciaban en el trabajo desde niños. Un símbolo de esa idiosincrasia es la tradición de cultivar un huerto, algo que en una tierra donde crece poco y nada se asimila a una tarea hercúlea. Aquella conducta previsora subsiste en tiempos de vacas gordas traducidas en la posibilidad de importar alimentos desde casi cualquier parte. Con facilidad se aprecia que muchas casas de Puerto Argentino/Stanley practican el autoabastecimiento de hortalizas, ni qué decir en el “camp”.

El trabajo de isleños mayores de 65 años -la edad de retiro- permite además al FIG controlar la apertura a la inmigración. Si los mayores no siguieran integrados al mercado laboral, habría una necesidad aún más grande de contratar extranjeros en un lugar donde la tasa de desempleo es del 1% (en esencia, trabajan todos los que quieren y pueden hacerlo). El Censo de 2021 reveló que había 1.909 personas en la fuerza laboral, el 10% más respecto de 2016. En comparación con aquel año, hay más isleños que tienen 65 años o más que trabajan a tiempo completo o parcial.

EXPLICACIÓN. Wendy McPhee enseña la vegetación local a periodistas en Puerto Argentino/Stanley. EXPLICACIÓN. Wendy McPhee enseña la vegetación local a periodistas en Puerto Argentino/Stanley.

Aunque las labores actuales de McPhee y de Heathman no se comparan con las que aquellos hacían hace cuatro décadas, las Islas siguen siendo desafiantes en cuanto a las comunicaciones, la meteorología y la medicina. Pero los achaques de la salud no lograron apartar del ruedo laboral a ninguno de los dos. Pese a que llevan rutinas muy agitadas, Heathman y McPhee tampoco lucen cansados. Este fenómeno de los trabajadores mayores ejemplares expone otra faceta poco conocida de las Islas: la satisfacción con la vida. El Censo de 2021 dice que el 99% de la población calificó con un 8 sobre 10 puntos posibles al bienestar alcanzado. Sorprendentemente, a mayor edad, mejor puntuación para la satisfacción con la vida en las Islas Malvinas.

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