Campeonato Argentino de 1955: un torneo marcado por las intervenciones y la gran conquista del básquet tucumano
La edición XXIII comenzó el 27 de noviembre y se prolongó hasta el 11 de diciembre. A priori, el torneo iba a contar con la presencia de 21 selecciones, sin embargo Neuquén y Formosa decidieron bajarse.
El Campeonato Argentino de 1955 siempre fue un grato recuerdo para el básquet tucumano. Además de ser la segunda vez que la provincia alojaba un torneo de estas características –la primera fue en 1932-, fue la primera gran conquista de la Selección provincial. Batacazo, es la mejor definición para la victoria tucumana en una época en la que el básquet era dominado por las selecciones de Capital Federal y de Santa Fe (ambas acumulaban ocho títulos cada uno).
Sin embargo, fue un torneo que no sólo se restringió a lo deportivo, sino que también tuvo un condimento político que influyó en el desarrollo de la competencia.
La edición XXIII comenzó el 27 de noviembre y se prolongó hasta el 11 de diciembre. A priori, el torneo iba a contar con la presencia de 21 selecciones, sin embargo Neuquén y Formosa decidieron bajarse.
La sede principal fue el Club Agua y Energía, ubicado en calle Marcos Avellaneda 971. Allí, la Selección tucumana fue local en todos los partidos; además se jugaron los duelos de mayor trascendencia. No obstante, la preparación del recinto fue más que meteórica.
Se tuvieron que construir nuevas tribunas para llegar a una capacidad de 6.000 personas, además de instalar un timbre y un indicador eléctrico. No se llegó a instalar los tableros de vidrios, y los trabajos finalizaron tres días antes del inicio.
También se debe mencionar que se acondicionaron las canchas de All Boys, Estudiantes, Redes Argentinas, Villa Luján, San Pablo, Juventud Unida y Talleres de Tafí Viejo, que alojaron uno que otro juego.
Según contó Francisco Avignone, presidente de la Federación Tucumana de Básquet en ese entonces, hubo ciertas irregularidades con el financiamiento del torneo. “La CADCOA había instituido la suma de $100.000 para la financiación de la competencia, pero no pudo iniciarse en la fecha prevista ya que en ese momento la representación nacional debió intervenir en los Juegos Panamericanos de 1954. Por eso, la Federación organizó bonos y festivales para reunir los fondos. La Confederación Argentina de Básquetbol sólo aportó $20.000”, recordó. Además, detalló que para realizar las modificaciones en Agua y Energia se invirtieron alrededor de $100.000.
Mientras esperaban a que llegaran los rivales, la Selección se concentró en el Departamento de Educación Física. Según el relato del DT Miguel Lazarte, los jugadores comenzaban su día a las 7. Realizaban ejercicios de gimnasia hasta la 10; luego hacían trabajos con pelota y algo de natación hasta las 13. Después, tenían un tiempo de esparcimiento hasta las, momento en el que jugaban al ajedrez o al ping pong.
El entrenador había convocado a 11 representantes que luego pasarían a la historia: Arturo Boassi, Julio Corral, Roberto Del Corro, Ricardo Fernández, Enrique Guzmán, Juan Luquetti, Ricardo Molina, Julio Merlo, Luis Urueña, Félix Duberti y Alberto Carol, quien fue el capitán del equipo.
Comodoro Rivadavia fue la primera delegación en llegar a Tucumán, después de un viaje en tren de tres días, y se hospedó en el Hotel Savoy y realizó sus prácticas en el club Nicolás Avellaneda. En su visita a la redacción de LA GACETA, Domingo Dante Mari, delegado del equipo, aseguró que el deporte se practicaba desde 1929 y que había logrado un gran arraigo gracias a las escuelas, que tomaron el rol de “semilleros”. Así, en aquel momento contaban con 15 clubes afiliados, con equipos de Primera, Segunda y Tercera categoría.
Si bien la mayoría de las delegaciones arribó vía ferrocarril, Santiago del Estero, La Rioja y Catamarca fueron las selecciones que optaron por realizar el viaje en ómnibus. Chaco, en tanto, fue la única que llegó a la provincia por vía aérea. En tanto, Jujuy fue la última en desembarcar en suelo tucumano.
El sorteo del fixture se desarrolló un día antes en cancha de Estudiantes. Los 19 participantes fueron divididos en cuatro zonas y Tucumán cayó en el grupo “A” junto con Córdoba, Salta, Chaco y Comodoro Rivadavia. La inauguración no estuvo a cargo del elenco local sino que fue la victoria de Capital Federal sobre La Rioja (60-54) -correspondiente al grupo “D”-, en el que estuvieron presentes más de 7.000 personas.
Esta reunión fue un claro ejemplo de los tiempos conflictivos que se vivían en el país en 1955. Luego del Golpe de Estado de septiembre, comandado por Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, las instituciones argentinas empezaron a sufrir intervenciones con el fin de deponer el régimen de Juan Domingo Perón. En el caso de Tucumán, Antonio Vieyra Spangenberg asumió como interventor; Fernando Ayroles fue el encargado de cumplir ese rol en la CAB.
Ayroles, que había trabajado en la Confederación entre 1947 y 1951, lanzó una pequeña premonición que avizoraba las Federaciones de baloncesto. En concreto, aseguró que el Congreso Nacional de Básquet no se iba a realizar debido a que la intervención significaba la caducidad de la autoridad de los delegados de las instituciones provinciales.
Pese a ello, la “naranja” picaba con normalidad mientras Tucumán se mostraba a paso firme. El debut fue contra Chaco y el equipo tucumano consiguió una victoria formidable por 51 a 43. Luego venció a Comodoro Rivadavia (63-23) y a Salta (58-48) y cerró la zona con una victoria sobre Córdoba por 51-34.
Tucumán llegó a los cuartos de final y se cruzó con uno de los “cucos”: Santa Fe. El juego no fue apto para cardíacos. Si bien los tucumanos ganaron 49 a 43, en el primer cuarto comenzó perdiendo 16-1 por lo que debieron remontar el duelo.
El siguiente rival fue Mendoza, juego en el que se vivió un hecho inesperado. El 8 de diciembre, la Federación mendocina fue intervenida por la Confederación de Básquetbol, y esa determinación provocó que la entidad sea privada de representación legal.
Así, 16 delegados de varias provincias representantes hicieron un pseudo-congreso en el Hotel Savoy; los únicos representantes faltantes fueron los de Tucumán, Buenos Aires y Capital Federal.
En la reunión, se barajó la posibilidad de que la medida se extienda a otras Federaciones y se habló sobre la posposición de 24 horas del torneo hasta la llegada de Ayroles a la provincia. Frente a esta propuesta, Avignone dijo que no era competencia suya tomar esa decisión y expresó su descontento por realizar una reunión sin informarle a las delegaciones ausentes. Además, informó que Chubut, Jujuy, Misiones y Catamarca seguirían disputando el campeonato si Tucumán decidía continuar con la competencia.
Los asistentes, en tanto, se manifestaron molestos en el club Agua y Energía. Tal fue así que realizaron una protesta callejera que avanzó por avenida Sarmiento hasta el frente del Hotel Savoy. Incluso, los más exaltados lograron entrar al establecimiento en búsqueda de responsables, dando lugar a una serie de incidentes que fueron controlados por la policía. Para ese punto había dos opciones: que se jugaron los cuartos de final suspendidos o, frente a la posible deserción de Mendoza y Chaco, jugar una final entre Tucumán y Buenos Aires.
Y pasó lo segundo. En un estadio colmado, el 9 de diciembre, Tucumán venció 58-42 a Buenos Aires en la final y logró el primer título “grande” para el básquet provincial, hecho que repetiría en cuatro ocasiones más: 1993, 1998, 2015 y 2016.
Más allá de eso, el campeonato no estuvo marcado sólo por lo que pasó dentro de la cancha, sino también afuera; dejando en claro que el deporte y la política nunca estuvieron separados.