Schoenstatt: la fe en María movilizó una multitud

Más de 3.000 fieles celebraron a la Virgen en el santuario, que cumple 25 años. Fue una jornada plena de agradecimiento y oración. Testimonios de amor y un pedido especial en la misa central.

Schoenstatt: la fe en María movilizó una multitud La Gaceta / fotos de Analía Jaramillo
22 Abril 2024

Cintas blancas guiaban el camino hacia un Jardín de María, que empezó a colmarse de fieles desde las 9 de la mañana de ayer. Guirnaldas en su entrada anunciaban la fiesta que se vivió bajo el cobijo de los rayos de un sol que fue tímido al principio y abrasador con el correr de las horas. La Virgen de Schoenstatt recibió a su comunidad, peregrinos y misiones durante la jornada de ayer, cuando se celebraron los 25 años del santuario.

El predio inmenso en donde se honró a la Madre de Dios se colmó de rezos, testimonios y risas. Como si en la entrada se hubiese montado un portal invisible a un pedacito de cielo, al ingresar al sagrado lugar la paz invadía a quienes se acercaban a orar y anulaba todo bullicio del exterior. Explicación no hubo. Solo había fe.

Una adoración eucarística abrió los festejos que se extendieron hasta la tarde y que tuvieron al mediodía su momento central, con una misa encabezada por el padre Roberto Ferrari y concelebrada con siete sacerdotes más de la comunidad. La fiesta concluyó con una comida para los que se acercaron a orar, a pedir y, sobre todo, a agradecer a la Mater de Schoenstatt.

Un predio colmado

Desde días antes a esta fiesta mariana, los organizadores pronosticaron la presencia de miles de personas en el santuario y la expectativa fue superada. Contaron unas 2.000 personas sentadas en sillas frente al escenario donde se celebraron los ritos religiosos, y varios cientos más alrededor del inmenso jardín, que se sentaron en mantas que habían llevado y con matecitos para compartir.

Schoenstatt: la fe en María movilizó una multitud

El estacionamiento del lugar estaba repleto con cientos de autos y camionetas, además de varios colectivos. No solo Tucumán celebró a María ayer, sino también devotos de provincias vecinas como Salta y Santiago del Estero.

Al iniciarse la misa central, el padre Ferrari recordó que hace 25 años el clima era idéntico al que se vivió en esta oportunidad. “Después de varios días de lluvia, cuando se estrenó el santuario el sol salió, así como hoy”.

“Un santuario es un lugar especial donde Dios a través de su Madre derrama sus gracias. Es un lugar de peregrinación adonde María nos convoca, nos invita a venir y acercarnos a su hijo Jesús a quien, justamente, la advocación de Schoenstatt lleva en sus brazos”, contó.

Pedido especial

La eucaristía no empezó como cualquier otra. Sino entre medio de aplausos y cantos, para simbolizar el festejo que se vivió por la Virgen y para que se escuche fuerte en el cielo, una plegaria importante: el rezo por las vocaciones sacerdotales, ya que la Iglesia tuvo también ayer una jornada mundial de oración por nuevos sacerdotes.

Schoenstatt: la fe en María movilizó una multitud

Con el buen pastor como evangelio, se puso mucho énfasis en este pedido. “En el año 2022 le pedimos a María que nos cobije; en el 2023 le pedimos que nos transformara, y en esta oportunidad le pedimos el envío apostólico para llevar la buena noticia de su hijo por el mundo”, remarcó Ferrari.

Testimonios de servicio

“María es hogar de todos”, destacaron los sacerdotes durante la misa central. Un testimonio que repitió fuerte y alto la comunidad reunida de Schoenstatt, con imágenes de la Virgen entre las manos, rosarios y mucha fe.

“Lo que sentimos hoy es emoción. El corazón palpita con una inmensa alegría, con motivo de sentir que la madre de Dios está en toda la comunidad, en toda la provincia, en el corazón del pueblo”, comentó con entusiasmo Francisco López, uno de los participantes de la celebración y agregó: “Ella, como Madre de la Iglesia, quiere conducirnos a Cristo, y eso nos da a nosotros esperanza de un mundo mejor”.

“Este proyecto pastoral pasa esencialmente por la familia, de eso estamos convencidos, por lo que creo que quienes vinieron por primera vez se van a llevar un recuerdo imborrable, de una experiencia en donde la fe, vivida en comunidad, nos da fuerzas para seguir predicando la buena nueva”, destacó.

Mientras que José Sánchez, que formó parte de la organización de la celebración mariana, mencionó que allí no solo se recordó lo que pasó hace 25 años. “También festejamos todo lo que hemos vivido en este tiempo, y cómo se proyecta Schoenstatt hacia el futuro, hacia los próximos 100 años- reflexionó-; lo que tenemos ofrecer a la Iglesia y al mundo”.

Sobre la celebración, Lilian también quiso remarcar : “el santuario está abierto a toda la diócesis, porque es María la que los recibe. Nosotros somos instrumentos, nada más”. “Cuando uno viene al santuario, en ese momento de silencio, de intimidad con la Virgen, se transforma el corazón y una vez transformado estamos llamados a entregar ese amor que recibimos”, añadió.

“La Virgen te atrae, te escucha, te mira desde el santuario y trabaja en tu transformación y en la de tu familia”, aseveró Sánchez.

En un stand donde se mostró la labor de los 14 grupos que trabajan para la Mater de Schoenstatt, Nancy escribía sus agradecimientos en un pedacito de tela y desde allí dijo: “María llegó a mi vida abruptamente. Me enamoré de ella y nunca más me alejé. Nuestra señora es, peregrina y no tan solo bendice a las familias, sino que también va a los enfermos, a las embarazadas, visita a los presos, y cobija a los niños en riesgo”, afirmó.

Cerca de ella estaban Blanca, María Elena y Patricia, que forman parte del grupo de madres de Schoenstatt. “Hicimos alianza con la Virgen, y seguimos invitando a mamás jóvenes que quieran sumarse. Esto es un estilo de vida, en el que siempre pensamos en el servicio a la Virgen, a Dios, a quien volvemos el centro de nuestra familia”, dijeron en el Jardín de María, que ayer fue, como siempre, fuente de esperanza y hogar de sus fieles.

(Producción periodística: Ariane Armas)

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