Murió Jorge Vizoso Posse, heroico veterano de Malvinas que obligó a los ingleses a replegarse

Seriamente herido en una emboscada, fue rematado por los ingleses, quienes lo dieron por muerto.

Vizoso Posse, el primero parado desde la izquierda, en las Islas Malvinas. Vizoso Posse, el primero parado desde la izquierda, en las Islas Malvinas.
23 Abril 2024

Murió el veterano de Malvinas Jorge Vizoso Posse, reconocido por su valentía en combate y la increíble historia del proyectil que quedó incrustado en el rosario que llevaba colgado. Había sido seriamente herido en una emboscada, fue rematado por los ingleses, quienes lo dieron por muerto. 

El salesiano Natalio Astolfo, capellán de Gendarmería, corrió hacia el jeep que llegaba al hospital de Puerto Argentino. Cuando apenas vio a Vizoso Posse, 31 años, en una de las camillas, le tomó de la mano y le repitió que Dios estaba con él y que la Virgen lo amaba mucho.

Un tucumano de nacimiento

Jorge Manuel Vizoso Posse había nacido en San Miguel de Tucumán el 8 de marzo de 1951. Como teniente primero integró, durante la guerra de Malvinas, la Compañía Comando 602, que lideraba el mayor Aldo Rico.

Jorge Vizoso Posse. Jorge Vizoso Posse.

El 9 de junio los comandos decidieron emboscar a los británicos en una posición ubicada por delante del Monte Dos Hermanas, cerca del río Murrell. Por la escasez de hombres a esa altura del conflicto, se unieron las compañías 601 y la 602, ambas de Ejército con el Escuadrón Alacrán, de Gendarmería.

Las incursiones británicas

En dos Land Rover fueron llevados, en medio de una cerrada niebla, hasta la altura de las posiciones del teniente coronel Soria, jefe del regimiento de infantería 4. En Monte Dos Hermanas encontraron al subteniente Marcelo Llambías, que con veinte soldados y media docena de cabos eran los más adelantados de la unidad, y los que tenían más trabajo, ya que debían rechazar una tras otra incursiones de británicos que pretendían conocer el aparato defensivo argentino. Cuando Rico estudió el lugar, decidió regresar al día siguiente.

En la disposición que se había decidido la noche del 9 de junio, se estableció que una de las ametralladoras estuviera a cargo del teniente primero Enrique Rivas y del sargento primero Orlando Aguirre y otra con el teniente primero Jorge Vizoso Posse, como apuntador y el sargento Mario Cisnero como abastecedor.

Guardar como un tesoro

Ambas ametralladoras, separadas por unos cuarenta metros, estaban unos quince delante de la posición del resto de los comandos, dispuestos en los escalones de asalto, apoyo y recibimiento. Entre ellos, el capitán médico Hugo Ranieri, al que habían designado francotirador.

El Rosario del milagro. El Rosario del milagro.

Vizoso Posse y Cisnero se acomodaron espalda con espalda para tener una visión completa. El primero partió al medio una barrita de chocolate que guardaba como un tesoro y la compartió. Alrededor de las dos de la mañana, por la derecha, vieron acercarse a ocho británicos, que eran parte de una avanzada. Cisnero, que antes le había pedido a Vizoso Posse hacerse cargo de la MAG, abrió fuego. Los británicos respondieron con un cohete Law de 66 mm, que impactó en el tórax del sargento, hizo volar a ambos, y destruyó la ametralladora.

Vizoso Posse vio que Cisnero estaba muerto, y observó que el enemigo se acercaba. Estaba con heridas en el omóplato, producidas por esquirlas de la explosión.

Dos británicos en el territorio

Tenía en claro que no iba ni a rendirse ni a que lo tomasen prisionero. Fingió estar muerto. Percibió que dos británicos estaban a su espalda. Uno de ellos, a pesar que Cisnero estaba sin vida, le disparó.

El otro le pateó el pie a Vizoso, le disparó una ráfaga y solo un proyectil impactó en su hombro derecho; pudo ver cómo las balas levantaban piedras y polvo muy cerca de su rostro. De una fuerte patada en la pierna derecha, lo dejó mirando el cielo. Vizoso, conteniendo la respiración, permaneció con los ojos abiertos.

Los ingleses volvieron sobre sus pasos, Vizoso Posse se incorporó, buscó su fusil y les disparó. Cuando vació su cargador, tomó el de su sargento y volvió a disparar. Vio caer a algunos. En ese preciso instante, el resto de los comandos abrieron fuego, desencadenándose un infierno.

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