Los historiadores del rock argentino distinguen la obra de Almendra de la de Manal. La primera, una banda que se mece en amores bucólicos, en melodías suaves, con una prosa mística; la segunda, es poesía urbana, en tono de blues, pero un blues, como dice Santiago Caminos (ver “Sin clichés”), escrito como tango.
Falleció Javier Martínez, compositor, cantante y baterista de Manal, grupo fundante del rock nacional que entregó temas ya registrados en la historia como “Jugo de tomate frío”, “Una casa con diez pinos”, “No pibe” y “Avellaneda blues”.
Este último tema, precisamente, está en la memoria de toda una generación. El periodista Ernesto Castrillón definió así a “Avellaneda blues”: “Una estupenda letra en forma de telegrama deslizaba pinceladas de un mundo suburbano real e inquietante, realzada por un punteo de Claudio Gabis que se cuenta entre los mejores solos de guitarra de la historia del rock vernáculo. ¿Un blues de Buenos Aires? Intento disparatado o posibilidad cierta, con ‘Avellaneda blues’ Manal estuvo cerca de lograrlo. Nunca después, ni ellos ni sus imitadores lograrían algo parecido”.
Según el periodista y músico Claudio Kleiman, Martínez “fue el primer loco argentino de la música negra”.
Manal, integrado también por Alejandro Medina, había tocado en el Instituto Di Tella en los 60, y realizó la banda sonora de la película “Tiro de gracia” (estrenada en 1969, dirigida por Ricardo Becher) en la que actúa el mismo músico, además de Susana Giménez, el artista Roberto Plate y el gran psicoanalista Oscar Massota vinculado a las vanguardias artísticas. “Cuando cantaba, Javier Martínez parecía Ray Charles”, solía decir el fallecido cantante de Memphis, Adrián Otero.
En distintos grupos de WhatsApp proliferaron los comentarios y los lamentos. “Que Avellaneda no se quede sin blues. Chau Javier. Chau Maestro”, pidió Alejandro Guerrero. “Y la grúa su lágrima de carga inclina sobre el dock”. Decime si no parece Discepolo? Acá, toda la familia escuchando Manal, mensajea Santiago Caminos en la temprana mañana del domingo.
Récord
Luego del lanzamiento de su segundo disco, “El león”, Manal se disolvió y Javier Martínez emigró a Europa. Allí, en 1985, alcanzó un récord de 41 horas y media tocando la batería de manera ininterrumpida, parando solamente cinco minutos por hora para alimentarse, en un torneo benéfico organizado por la Municipalidad de Toulón, en Francia.
En su carrera solista, editó “Sol del sur” (1983), “Corrientes” (1993), “Swing” (1998) “Basta de boludos” (2003) -reedición de ‘Swing’ con dos temas extras, “Pensá Positivo” (2015) y “Concierto en el estudio” (2020)-. A fines de 1968 Manal editó el primer sencillo, “Qué pena me das”, con “Para ser un hombre más” como lado B, y a mediados de 1969, el segundo, con “No pibe” y “Necesito un amor”.
La letra de “No hay tiempo de más”, adelanta, si se quiere, ese deseo de presente, que tempranamente se instaló en el rock: “No hay tiempo de más, una hora es fatal, un minuto igual”. Su hermana recordó que poco tiempo antes, el poeta había dicho “Cuando uno no tiene más nada que decir, comienza el viaje de callar”.
Sin clichés
Con letras tangueras
Por Santiago Caminos, músico y compositor tucumano
Cantante eximio y baterista eximio, cosas muy difíciles de ser al mismo tiempo de Manal. Sin Javier Martínez ni Manal, el blues no gozaría de esa riqueza tan grande, musical, con influencias del jazz y algo de rock; y no gozaría tampoco de esa riqueza literaria. Porque son los maestros que enseñaron a cómo se debe escribir el blues en castellano y en la Argentina, para salir de los clichés como esos de “nena, no te vayas que tengo blues”, letras que son muy banales. Lograron dar en el clavo cómo escribir. Y el clavo era el tango, allí estaba esa riqueza literaria. Crearon letras tangueras bluseras, de lugares, de los barrios y de las calles y los personajes que habitan en Buenos Aires y crearon una poesía urbana, pero en el blues, muy difícil de hacer. Gracias a ellos yo aprendí todo. Fue la respuesta cuando estaba buscando. Letras y música como “Avellaneda blues”, “Avenida Rivadavia” o “Jugo de tomate frío”, que tienen la transgresión del rock. Cuando se escucha ”Avellaneda blues” es ver una película. Javier Martínez es uno de los grandes escritores de rock.