Cartas de lectores: más sobre populismo

08 Mayo 2024

Un porcentaje alto de argentinos ha terminado por hartarse del avance continuado de un populismo que se instaló hace 77 años y que tuvo su clímax con la aparición del kirchnerismo; por fortuna en el presente ya no afligen ni imponen miedo con el sempiterno Relato, las mentiras, etc. Han llegado al ridículo tan evidente que ya dan lástima. Es factible intentar explicar, aunque sea en parte, este engendro. Después de la Segunda Guerra Mundial, prospectivistas extranjeros concluyeron que los países que habrían de formar parte de las primeras potencias del mundo serian Canadá, Australia y Argentina. Desde 1946 en la Argentina se instaló sin prisa, pero sin pausa, el fenómeno populista, revolucionario y progre que se cobijó principalmente en la dirigencia política, empresarial, sindical y en especial en todo lo que tiene que ver con la educación. Así, entró a formar parte de la cultura de todos los niveles; hasta hoy son moneda corriente el cohecho (coimas), los quioscos y los curros de toda índole y en todas partes, el nepotismo, el amiguismo, un Estado grande con pies de barro, lleno de ñoquis y que se pretende que este lo debe dar todo: trabajo, vivienda, alimentación, etc. Un grupo de “estudiosos” investigó y determinó que, en casi todas las áreas del quehacer del país nació, creció y se desarrolló un conjunto de síntomas que se evidenció en gran parte de la dirigencia y especialmente en los políticos. Algunos son re-conocidos, como uno –hijo de presidentes– que obstinadamente quiere ser presidente, otro amenaza cada tanto con parar el país (y lo puede hacer), un señor que amasa la massa, su señora esposa y su suegro antes de la elección definitiva para Presidente ya habían encargado muebles para la Casa Rosada, también abundan menos conocidos que sin temblequeos se aumentaron sus ingresos personales, en esta calificación incluyen a cuatro gobernadores de provincias muy pobres y a un 5to de una provincia grande, economista él, pero al parecer conoce muy poco de macroeconomía, también mencionan a los de la Cámpora y el broche: en la marcha de los universitarios una joven dama vociferando “viva Perón, carajo” y “Patria o muerte” (lamentablemente ella, sus amigos o sus padres atrasan bastante). En medio de una crisis económica y social generalizada, las sociedades además de las acciones positivas indispensables necesitan de la ejemplaridad de la cúpula que tiene la autoridad para tomar decisiones. Por ello es importante resaltar y tener siempre presente a personas íntegras (en el más amplio sentido). En este discernimiento, el Dr. Elpidio González, de nula conducta apologética, es un claro caso de probidad. Nació en Rosario, Santa Fe, el 01-08-1875 y murió en Buenos Aires el 18-10-1951. Tuvo siempre un proceder intachable, sin proponérselo dejó una huella indeleble (en circunstancias menos nefastas, se habrían incorporado a la conciencia de los dirigentes). Se recibió de abogado en la Universidad de La Plata en 1907, entre 1912 y 1918 fue Diputado por la Ciudad de Buenos Aires y luego por la provincia de Córdoba; con Hipólito Yrigoyen se desempeñó como ministro de Guerra y luego jefe de Policía por cinco años, siendo de UCR fue elegido vicepresidente de Marcelo T. de Alvear entre 1922 y 1928, fue ministro de Interior desde 1928 a 1930 de Yrigoyen, derrocado por un golpe militar en 1930; cuando fue vicepresidente rechazó tener sueldo. Argumentaba que estaba mal cobrar por algo para lo cual el pueblo lo había elegido; terminó sus días en la pobreza. Rechazó una jubilación de privilegio que el Gobierno Nacional le había adjudicado; al final –para muchos, sus aciagos días- Elpidio González sorprendía a los transeúntes al encontrarlo por Avenida de Mayo entregando en algunos comercios anilinas que él vendía. Me permito sugerir a los colaboradores de esta tan necesaria sección de LA GACETA, leer la biografía de este vicepresidente que se menciona en consideraciones precedentes.

Mario Alberto Ricci 

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