Cartas de lectores: ¡Gracias, Mr. Heberden!

16 Mayo 2024

El dolor torácico es uno de los motivos más frecuentes de consulta en la práctica diaria del cardiólogo y es uno de los grandes desafíos del manejo clínico cotidiano. Por lo tanto, en su evaluación, el médico deberá incluir siempre un buen interrogatorio, examen físico y la interpretación de un electrocardiograma y/o el uso de marcadores séricos. Porque existen también otras causas que pueden ocasionar un dolor en el tórax, como por ejemplo: la esofagitis, la pericarditis, una condritis, una contractura muscular, etc. Entonces, el profesional deberá establecer con su arte clínico el “grado de tipicidad” del dolor y con ello la orientación diagnóstica. A pesar del tiempo transcurrido, y de los progresos técnicos, diremos que el interrogatorio persiste como el método de examen más adecuado para reconocer a la isquemia de miocardio. Parece un tanto exagerado, pero no lo es. En su libro “Cardiología Clínica” el maestro argentino de nuestra especialidad, Dr. Carlos Bertolasi, la refería así: “La angina es la manifestación más importante y conocida de la cardiopatía isquémica y desde la clásica descripción de Heberden constituye uno de los elementos más jerarquizados para identificarla”. Y ¿quién fue Heberden? Pues bien, un médico inglés que dedicó su vida a lo que le apasionaba y que hizo aportes fundamentales para las ciencias médicas. Nacido en Londres en 1710, se doctoró en medicina en 1739 y fue un gran observador sistemático que tomaba notas detalladas de sus hallazgos. Fiel seguidor del precepto de Hipócrates “observa y registra” él plasmó, observó, escuchó, y describió en 1768 la angina de pecho. Casi en forma literaria, él decía así: “Hay un desorden del pecho marcado por síntomas fuertes y peculiares que merecen ser mencionados con más detalle: sensación de estrangulamiento y ansiedad y que hace que se lo denomine angina de pecho. Sensación dolorosa y desagradable en el pecho al caminar y que parece como si se fuera a extinguir la vida si continuamos, pero en el momento en el que se detiene esta inquietud desaparece”. ¡Cómo no admirar nosotros los cardiólogos a Heberden si describió hace más de 250 años en forma magistral e imborrable la angina de pecho o angor pectoris! Ahora bien, en ciencia y en salud uno aprende a lo largo de los años que las mismas no tienen grietas, no tienen barreras idiomáticas ni fronteras religiosas y la descripción de Heberden, primero en latín y después en inglés, fue y será siempre universal, para bien de la humanidad toda, ya que el hombre es y será uno solo con sus sentires y pareceres. Su trabajo precedió a la invención del estetoscopio, a los rayos X, al uso clínico del termómetro y al laboratorio del análisis clínico y hoy su relato sigue teniendo vigencia y el mensaje de esta nota es que: ante síntomas como el descripto no dude la persona que lo perciba en consultar de inmediato. Sin recurrir a la automedicación o mirar hacia otro lado: por ello, y donde se encuentre: ¡Gracias Mr. Heberden! Falleció un 17 de mayo, pero del año 1801: Q.E.P.D.

Juan L. Marcotullio                               

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