La película Los Coristas_2004_, relata el esfuerzo bondadoso de Mathieu, un preceptor a cargo de niños con problemas de conducta, en un reformatorio infernal ; se propone sacarlos del dolor formando un coro en la clandestinidad . Un regente nefasto se opone al proyecto ya que sólo entiende a la educación como normas represivas, golpes, castigos y sótanos de impiedad para niños ya castigados por la dureza de la vida. Este regente, patriarca del odio, conserva una reserva de leña para su bienestar y los internos se privan de agua caliente en el crudo invierno; fomenta la delación y la maledicencia. Como contrapartida está Mathieu, tratando de salvarlos desde el amor y el arte, dando a cada uno un lugar dentro de ese coro musical que es como la vida misma. Todo aquel que desea puede encontrar un lugar en el coro, desde cantar hasta sostener las partituras, pero con la convicción de un objetivo compartido. Así, salva del naufragio a niños que ya estaban estigmatizados y condenados para la sociedad normalizada. La trama de esta historia puede ser una tabla pedagógica para quienes proponen reprimir y castigar la violencia instalada entre nuestros estudiantes. La maquinaria de la violencia multiplica los riesgos y no se resuelve con prácticas de odio, castigo, represión. Dos Premios Nobel de la Paz tiene nuestra historia y no aprendimos los beneficios de la no violencia? La fórmula debiera ser más visceral y consistente. Más clubes de barrio y menos casas de juegos, más presupuesto para arte y cultura, más escuelas, más familias con trabajo, para evitar enviar a los niños y jóvenes al fondo del abismo. Porque de los abismos se emerge con proyectos vitales y no con armas y con calles llenas de policías; necesitamos estructuras de bien que se multipliquen para enriquecer la vida y potenciar la paz.
Graciela Jatib