Petróleo en la Antártida: mala noticia para Argentina

Rusia halló reservas de petróleo y de gas en la Antártida. Rusia halló reservas de petróleo y de gas en la Antártida.
20 Mayo 2024

Carlos Duguech

Analista internacional

Al filo de 2023, Argentina comunicó a los integrantes del grupo Brics (India, Rusia, China, Brasil y Sudáfrica) que no concretaría su derecho a participar del ensamble, como lo había previsto el Gobierno anterior. Se había argumentado sobre la conveniencia de integrar ese grupo de economías emergentes y por la relación beneficiosa que derivaría el Nuevo Banco de Desarrollo del Brics como fuente de créditos, en mejores condiciones que las del FMI.

No es casual, entonces, que la información impactante de Rusia sobre su descubrimiento en el continente antártico de reservas descomunales de petróleo y de gas haya sido difundida por Brics News, que es el medio oficial del grupo en la red X. Los guarismos despiertan razonable asombro y curiosidad: 511.000 millones de barriles de petróleo -esa es la previsión- dan la pauta de una reserva que deja muy atrás cualquier cifra referida a los centros petrolíferos del mundo árabe. Las cifras difundidas aparentan, prima facie, una exageración o un “error”.

Se dirá que es una reserva que ni debe tocarse, por lo del “Tratado antártico” suscrito en Washington el 1 de diciembre de 1959 por 12 países, entre ellos Argentina, Australia, Chile, Francia, Nueva Zelandia, Japón, la URSS, Gran Bretaña y los Estados Unidos. Fue ratificado y entró en vigencia plena el 23 de junio de 1961. Desde su primer artículo el tratado dibuja el perfil de lo acordado: “La Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos. Se prohibe, entre otras, toda medida de carácter militar…”

El artículo 7 del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente suscrito en Madrid el 14 de enero de 1998 entró en vigor más de tres años después –sugerente demora-, el 4 de octubre de 1991. Sólo citarlo es llegar a una conclusión: el enorme yacimiento de petróleo y gas deberá seguir bajo la helada superficie del continente del polo Sur.

“Cualquier actividad relacionada con los recursos minerales, salvo la investigación científica, estará prohibida…”. Contundente, en la letra y en el espíritu de quienes lo idearon y suscribieron. Pero… Es tan endeble en los hechos que una borrasca diseñada y decidida por un país fuerte (poder militar, presupuesto abundante) echa por tierra toda ley, todo acuerdo, todo compromiso, así haya sido con la solemnidad acostumbrada para los tratados internacionales.

¡Pregúntenle a Putin!

¿Sobre qué? Ucrania, por ejemplo. Rusia es abonado permanente de una platea de privilegio en el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU. Un privilegio tal que puede invadir un país vecino sin causa justificada aunque con claras pretensiones de conquistar territorio. Lleva junto a sus aparatos bélicos -en un portafolios invulnerable- documentos que acreditan su poder. Entre ellos el de vetar cualquier votación en el CS, así sea “ganada” por 14 a 1 por integrantes de ese cuerpo, que cuestionen su accionar contra otro país (para el caso, Ucrania). El CS estuvo atado de manos. En el Capítulo VII de la Carta de la ONU bajo el título “Acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión”, en el artículo 39 precisa: “El Consejo de Seguridad determinará la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendaciones o decidirá qué medidas serán tomadas de conformidad con los Artículos 41 y 42 para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”.

Y hasta puede en virtud de la Carta, Art. 42, intervenir militarmente. “Si el Consejo de Seguridad estimare que las medidas de que trata el Artículo 41 pueden ser inadecuadas o han demostrado serlo, (medidas diplomáticas) podrá ejercer, por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”.

La Carta de la ONU es un verdadero manual de preservación de la paz mundial, pero es un instrumento que los poderosos (en armas y medios dinerarios) dejan muy de lado a la hora de hacer prevalecer, a como sea posible, no importa cómo ni cuándo, sus intereses. No más que eso. Por lo mismo, el descubrir petróleo en el subsuelo antártico infla el ego de Vladimir Putin y las expectativas de Rusia. Que, precisamente al mencionar la zona ignoró comunicarlo a nuestro país, primer ocupante de Antártida y con reivindicaciones planteadas de soberanía. Los gigantes ignoran a los pigmeos, lema putiniano. El tembladeral frente a las probables intenciones y acciones del régimen ruso transgrediendo manu militari el Tratado Antártico y el Protocolo, vigentes ambos, se hará sentir en todo el globo. Putin, se intuye, hará lo suyo que no reconoce ni fronteras, ni acuerdos, ni normas internacionales. Lo de Ucrania lo certifica con sangre y desolación.

¿Y Argentina?

Lo peor es que el país está obligado a jugar su papel, a esgrimir sus derechos. Pero es probable que el Presidente alinee su decisión en el sentido que le marquen los aliados y protectores que eligió. Se perderá legitimidad de origen. Muy peligroso futuro para Argentina si lo de la Antártida no se conduce con los instrumentos internacionales vigentes y Rusia salta el cerco, para lo que tiene costumbre y habilidad.

El secretismo inicial con el que se ha manipulado la información sobre el petróleo y el gas antártico predispone a suponer que Putin encarará cualquier acción favorable a ese propósito. Y sin importar a quién perturbe o dañe. Claro que esa determinación encontrará de frente a un arco de países comprometidos formalmente con el Tratado Antártico y su Protocolo.

Putin ya viene demostrando que tiene vocación de conquistador. Y apela a casi todo lo que de armamentos dispone. Y prepara, mientras lleva ya más de dos años de guerra invasora, su arsenal nuclear. Y lo dice, cada tanto. Pese a quien le pese. Olvida que el 3 de enero de 2022, Rusia y los otros cuatro miembros del Consejo de Seguridad de la ONU suscribieron un compromiso conjunto contra las amas nucleares para evitar una guerra nuclear y la expansión de ese tipo de armamento.

Sputnik, la vacuna

En tiempos de covid la aparición de vacunas fue la más esperada noticia. Respecto de la vacuna Sputnik, con reminiscencias de su nombre y por su origen, hubo al comienzo cierta resistencia. Fue, hay que reconocerlo, un gran logro del marketing al elegir el nombre.

Es bueno decirlo: ni Putin es comunista ni ya se exporta nada de esa ideología. Lidera el capitalismo post comunismo. Le falta, eso sí, anunciarse conquistador mirando al sur antártico.

Por su parte, el presidente de China, Xi Jinping -casi nada que ver con Mao que sí exportaba el comunismo chino-, es como el CEO de un fabuloso conglomerado de industrias. Se instala su país como primer exportador mundial de manufacturas superando a los EEUU. Es un comunista de entrecasa. Ni lo promueve ni lo vende afuera.

Comentarios