Mérito del actual Presidente es hacer docencia con el pueblo, visibilizar a las castas, sectores privilegiados de la sociedad vinculados entre sí, origen de la corrupción. Las castas ultraconservadoras convierten a la democracia en una mera formalidad, defienden intereses particulares. Se enriquecen bloqueando todo tipo de progreso. El triunfo electoral del voto-bronca anticasta sostiene al presente gobierno, pero requiere justicia y castigo. En las luctuosas jornadas del 2001, el pueblo clamaba: “¡Que se vayan todos!”, pero este clamor justo sólo puede concretarse mediante la sanción de la Ley Anticastas, de manera de impedir las reelecciones en todos los cargos electivos de los tres poderes y en las comisiones directivas de todos los sindicatos. El actual Presidente tampoco debe ser reelegido; se predica con el ejemplo. Cambiar de signo el populismo sería grave. También hay una casta mediática que manipula la información al pueblo (en pandemia, por ejemplo); una repugnante casta sindical, que traiciona a los trabajadores. Expresa el politólogo Andrés Malamud: “en la Argentina hay impunidad y la gente está harta de eso”. Sobran ejemplos, como el caso Lebbos, etc. Los que firmamos esta nota invitamos cualquier juez o fiscal federal que nos acompañen a una recorrida donde les mostraremos diversos delitos ambientales. ¿Vendrán?
Dardo Guzmán
Por grupo Bernabé Aráoz (Monteros)