Cartas de lectores: el contexto del 25 de mayo

24 Mayo 2024

La Revolución de Mayo fue parte de un ciclo histórico de revoluciones burguesas en el mundo. La emancipación de las colonias inglesas en 1776, en Estados Unidos, la Revolución Francesa de 1789 y la primera etapa de la Revolución Industrial, con epicentro en Inglaterra. También de un ciclo de agotamiento y derrumbe de los sistemas coloniales donde los levantamientos patrióticos son capítulos de una etapa mundial de crisis y revoluciones. ¿Qué fue la Revolución de Mayo? Para decirlo de una manera sencilla: vecinos de Buenos Aires derrocaron al último virrey del Río de la Plata, don Baltasar Hidalgo de Cisneros para reemplazarlo por un nuevo régimen de gobierno llamado “Primera Junta”. La primera medida elemental fue comunicar la revolución. Enviaron mensajes a todo el interior de la extensa jurisdicción, pidiéndoles que adhieran a la decisión con el envió de un diputado. Mientras todo esto se desarrollaba en el escenario regional y mundial de la época. ¿Qué sucedió en Tucumán? La noticia de la Revolución de Mayo se conoció un 11 de junio de 1810. La trató el cabildo de la provincia. Resolvió dirigirse al gobernador intendente de Salta, de cuya jurisdicción dependía administrativamente Tucumán, a pedir una opinión. La intendencia de Salta abarcaba, además de la ciudad de Salta, los partidos o subdelegaciones de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Jujuy, San Ramón de la Nueva Orán de la Puna y Tarija. Se contestó que se había resuelto la adhesión a la postura de Buenos Aires. Sugería, la Intendencia de Salta, que Tucumán hiciera lo mismo. No dudaba, el gobernador intendente, que el Cabildo de Tucumán “con cuerda reflexión seguirá las sanas máximas de esta capital”. Pero las cosas, cuenta el historiador Carlos Páez de la Torre (h), no fueron sencillas. Se leyó el oficio que informaba la deposición del virrey y la asunción de la junta y solicitaba que Tucumán rindiera “el debido obedecimiento” a ella. Uno de los abogados presentes, el doctor Nicolás Laguna propuso que no se resolviera nada sobre el sistema de gobierno hasta que toda la ciudad y sus jurisdicciones se expresaran con su voto, según dice el acta. Los reunidos no entraron a considerar las expresiones de Laguna. Se limitaron a resolver que se “conformaban con lo resuelto por el Señor Gobernador”. Cautelosamente, los congregados resolvieron seguir la vía jerárquica. Más de la mitad de los sufragantes adhirieron a Buenos Aires aunque “no gustaba semejante unión”. Participaron los vecinos más notables, funcionarios públicos, los padres guardianes de los tres conventos y todos los individuos de la parte principal y más sana del vecindario. El 26 de junio de 1810, el Cabildo de Tucumán, envió un oficio al gobernador intendente de Salta, Isasmendi y simultáneamente otro a la Junta de Buenos Aires donde informaba el debido obedecimiento y prometía la designación de un diputado para que concurrieran. El 27 se eligió para el cargo al doctor Manuel Felipe Molina. Iba en representación de los legítimos derechos de esta ciudad y sus vecinos y habitantes en común”. Por último el prócer de la tucumanidad Bernabé Aráoz adhirió sin vacilaciones al pronunciamiento de mayo de 1810. Ese año fue nombrado Alcalde de Segundo Voto del Cabildo de Tucumán. Como se observa un tema complejo y controvertido fue resuelto de una manera madura, práctica y sencilla. Una gran lección y experiencia para todos nosotros.

Pedro Pablo Verasaluse 

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