En una sola página LA GACETA reúne a dos grandes mujeres, monjas ellas, que dedicaron sus vidas por una sola y sagrada misión, una inigualable Labor Humanitaria, basada en la fe cristiana, que es servir y atender la necesidad de los humildes, los oprimidos y los que sufren el flagelo de las guerras fracticidas. Hoy lloramos el fallecimiento de una hija adoptiva que nació en Eslovenia, se radicó en nuestra provincia, tomando la causa y hábitos mercedarios. Sin detenimiento agarraba su megáfono y apoyaba las causas, manifestaciones y marchas populares, especialmente de padres qué perdieron a sus hijas, como María Soledad Morales, de Catamarca, y nuestra Marita Verón, algo que le dio fama y respeto. La hermana Amelia Berta Povalej dejó imborrables enseñanzas, recuerdos y huellas en la educación y en lo social de nuestras hijas concurrentes al Colegio La Merced.Su pérdida produjo gran dolor. Por otra parte, Sor Lucía Caram, tucumana de pura cepa, valiente y decidida, con los genes de La Madrid y Bernabé Aráoz, con un rosario y crucifijo en sus manos, vuelve a Ucrania en su viaje número 24, país que estoicamente resiste la cruel invasión rusa, conflicto bélico que va dejando miles de muertos, heridos, mutilados, viudas y huérfanos. Desde su inicio estuvo organizando corredores humanitaros, ayudando a refugiados en países limítrofes. A nuestra heroína, luchadora incansable, no le asustan misiles y bombas; en medio del fragor de los bombardeos, deja su hábito de monja, se enfrasca en su uniforme y casco, y con el escudo protector de su fe en Dios enfrenta a la muerte, dando vida y exponiendo la suya. ¡Gracias Señor! Por darnos estos dos seres benditos, que ya son parte de nuestra historia y que perdurarán en nuestros corazones. Hermanas Amelia, desde el cielo, y Lucía. desde la tierra, el pueblo tucumano les dice: ¡Gracias Eternas!
Francisco Amable Díaz