Mono Izarrualde: “Hacer cualquier cosa es nada; hay que hacerlo bien”

El flautista se presentará esta noche en la Casa de la Cultura de Tafí Viejo. La búsqueda musical y la impronta de la fusión. Piazzolla.

ENTRE AFECTOS. Mono Izarrualde festejará hoy el cumpleaños de Quique Yance en Tafí Viejo. ENTRE AFECTOS. Mono Izarrualde festejará hoy el cumpleaños de Quique Yance en Tafí Viejo.
07 Junio 2024

Deseaba recuperar la magia del traqueteo del tren, aunque su traslado entre la Capital Federal y Tucumán demore más de 30 horas. Alejado de las urgencias y los apuros, Rubén Mono Izarrualde quería disfrutar de un recorrido que evocaba tiempos idos, con la certeza de que el andén de llegada iba a ser recibido por entrañables amigos.

“Fue un paseo divino, larguísimo, pero no me importó porque yo vine disfrutando de otra cosa, de otro espacio. Y me motivó venir porque hacía mucho tiempo que no veía a queridos amigos, como Quique Yance que cumplía años, Mario López, Lucho Hoyos y José Arcuri, gente que quiero mucho, que aprecio con el corazón”, describe en diálogo con LA GACETA.

La visita no se quedó en lo privado, sino que el Mono dio una clase en la ESEA y esta noche, a las 22, se presentará a público en la Casa de la Cultura Catalina Albarracín de Suárez de Tafí Viejo (avenida Alem 753), con Yance, Arcuri, Negro Burgo y Mariela Narchi. “Vamos a hacer una juntada entre amigos para tocar. Siempre digo que un músico tiene que festejar su cumpleaños tocando. Habrá algunas zambas, un tango, algunos temas que vamos a diagramar, para hacer la música que a uno le gusta”, anticipa.

- La última vez que viniste fue con Los Amigos del Chango, la formación que evocaba al Chango Farías Gómez y a su fusión...

- Fue hace un tiempo largo ya. Luego tuvimos que disolver esa banda orquesta, porque no la podíamos bancar; me hubiese encantado hacerlo en memoria del Chango, pero nunca llegó ninguna ayuda. La fusión es una constante en mí de algún modo. Soy nacido en la Capital Federal y hago folclore. Entonces, naturalmente, tengo que fusionar eso y siempre toqué con gente que fusionaba cosas, como el Chango o Jaime Torres. Vengo de ese lado y sigo haciéndolo.

- ¿Exige algo especial esa elección musical?

- Hay que ser muy educado con el público, ser muy educado con la obra misma, pero uno tiene que disfrutar haciendo las cosas como a uno le gustan. Eso no significa hacer cualquier cosa: cualquier cosa es nada. Hacer las cosas bien, hermosamente bien, del mejor lugar y fusionarlas, ese es el trabajo que hago.

- ¿En qué estás metido ahora?

- Actualmente estoy haciendo música de Ástor Piazzolla. Hace como medio año descubrí una obra del Tano que no estaba muy difundida, escrita para piano y flauta. Y me encantó, entonces empecé a leer un poco, cosas que yo no tenía escuchadas. Me empecé a meter y me di cuenta de que esa obra tiene mucho que ver con la milonga, más rápida o más lenta. Con la pianista clásica Mónica Papalía nos pusimos a trabajar y a dar recitales.

- Aprovechaste el viaje para dictar un taller sobre la flauta traversa en la música popular...

- Hace muchos años que la flauta está involucrada en la música popular. En su momento, lo que nosotros interpretamos como música clásica era música popular y la traversa tiene cientos de años metidos en eso. En nuestra música, cuando era pibe escuchaba grupos de tango que tenían flauta traversa. Y la orquesta municipal de Santiago del Estero en los 40 ya había flautistas que tocaban chacareras. No es un invento de ahora. Yo toco la flauta más rústica, más soplada, con una mirada que hice sobre Hugo Díaz y su soplo en la armónica. Hay como una escuela que he dejado.

- ¿Cómo toman los alumnos tus clases?

- Respecto a lo pedagógico, no soy de dar clases todos los días, no tengo alumnos; no me gusta quemarme la cabeza. A mí me gusta vivir de tocar, porque el músico tiene que tocar. Sí debe pasar lo que sabe, enseñar, pero no clavarse a 10 alumnos por día. Sería como trabajar en una oficina. Mis clases son distendidas, con charlas, una juntada de 10 o de 15 alumnos en la que cada uno trae su impronta para hacer un trabajo comunitario. Cada uno es diferente y lo que trato es de empatizar con ellos en diferentes momentos. Arrancamos de una manera y terminamos de otra, todo muy placentero porque la cuestión es pasarla bien, darse cuenta que el de al lado es un compañero siempre.

- ¿Cómo estás viendo el panorama musical?

- La gente cada día canta más desafinada. Es lo que escuchamos, es lo que nos pasa. A mí me gusta lo simple, que me llegue al corazón. Herbie Hancock decía algo maravilloso; le preguntaron por qué no se escuchaba tanto jazz y en cambio tenía tanta difusión el pop. Respondió que el jazz es una música sentimental, que viene de los negros, de los espirituals, en la cual se canta, se ríe, se llora. La música de ahora es para observar, nada más. Es visual, completamente diferente.

Políticas oficiales

- ¿Te preocupan las políticas oficiales sobre la cultura?

- Venimos de muchos procesos espantosos. Estamos muy jodidos. Démosle tiempo a ver qué pasa, a ver qué sucede. Es temprano para ponerse duro, hay que aflojar primero. Yo soy músico, no sabría de políticas. Tendría que estar sentado en una mesa grande ahí para ver qué onda. Si no hay plata, tenemos que entender que no hay un mango. Hay muchos músicos populares que no son subvenciones ni ayudados por el Estado y que deberían serlo. Me quedo con la música. Sí, está difícil, pero nunca ha sido fácil. Uno debe hacer lo que quiere. Encontrar el hueco para ser feliz y junto a la gente con la cual serlo.

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