Un auténtico show de la casta

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Javier Milei logró su primera victoria legislativa con un revoleo de cargos y de negociación política. Un auténtico show de la casta ofrecido por el oficialismo para celebrar un triunfo tan ajustado como necesario. Porque, a decir verdad, sin la sanción de la Ley Bases, el Presidente perdía mucho más de lo que ganó con su aprobación.

Consciente de esa necesidad de exhibir el dominio de la política, el líder libertario se dejó arrastrar sin sonrojarse a lo más rancio de la política. O, como a él le gusta decir, de esa casta inmunda. Así sorteó cada uno de los obstáculos que le fueron surgiendo a lo largo de los seis meses que lleva el análisis de la Ley Bases en el Congreso. Después de mucho patalear, permitió que su proyecto inicial fuera desguazado, que a cambio de su tratamiento se reimpusiera un tributo como el Impuesto a las Ganancias y comenzó con el reparto de obras públicas y de cargos a gobernadores y a legisladores nacionales.

Una vez que hizo todo eso, Milei consiguió mediante el desempate de la vicepresidenta Victoria Villarruel la aprobación de un proyecto absolutamente sobredimensionado. De hecho, en caso de que Diputados ratifique o modifique el texto aprobado por el Senado nada del día a día argentino habrá cambiado. Sin embargo, él sí tendrá mayores obligaciones. Fue el propio jefe de Estado el que planteó esta cuestión legislativa como un asunto fundacional para su mandato. A partir de allí comenzará a correr el reloj del desgaste para su gestión, porque la excusa de que no le dan las herramientas para gobernar ya no le servirá.

El desandar de la Ley Bases y del Paquete Fiscal en el Congreso confirmó que la política argentina se ha vuelto anárquica. En particular, en la oposición. El caso más emblemático es el del peronismo, al que le costó mantener el bloque de 33 senadores a lo largo de toda la sesión. De hecho, le resultó imposible porque si bien en las formas ese abroquelamiento se respetó hasta la votación en general por el rechazo de ambos proyectos, en particular aparecieron las fisuras.

Mucho tuvieron que ver allí las presiones que ejercieron los libertarios y sus aliados, como el gobernador tucumano Osvaldo Jaldo o sus pares de Catamarca, Raúl Jalil, y de Salta, Gustavo Sáenz. Los tres dedicaron los días previos a la sesión del miércoles a llamar personalmente a senadores de otras provincias para invitarlos a acompañar las iniciativas del Gobierno nacional. Tan comentadas fueron las charlas que algunos caciques provinciales del peronismo pusieron el grito en el cielo ante la actitud de los norteños. Así, cuentan que uno de los más enojados fue el ex gobernador de Entre Ríos y actual diputado de Unión por la Patria, Gustavo Bordet. Ocurre que uno de los senadores que votó a favor de la Ley Bases fue su comprovinciano Edgardo Kueider, y justamente el número de este aparecería en el registro de llamadas del celular de Osvaldo Jaldo.

Muchos tomaron estas intervenciones de Jaldo y de sus pares como una intromisión en territorio ajeno, y eso en el peronismo tradicional genera fricciones. El mandatario tucumano no reniega de haber jugado tan fuerte en favor de la cruzada libertaria. Al contrario, contrasta los resultados obtenidos en asuntos estratégicos para la Casa Rosada. Puntualmente, la aprobación por 38 votos contra 32 negativos del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), el núcleo de las críticas del perokirchnerismo y con el que levantaron la bandera de que “la Patria no se vende”. En ese tramo de la sesión, se desprendieron de UxP los peronistas Guillermo Andrada (Catamarca), Sandra Mendoza (Tucumán) y Carolina Moisés (Jujuy).

Modificaciones

En el medio, los libertarios debieron ceder con algunas modificaciones para lograr su aprobación, y el régimen quedó acotado a nueve sectores: de forestoindustria, turismo, siderurgia, petróleo, gas, infraestructura, minería, energía y tecnología. Sostienen en los pasillos del Senado que esa había sido una de las condiciones impuestas por el sector radical que lidera el mendocino Alfredo Cornejo. El gobernador, sugieren, tiene en carpeta una inversión foránea millonaria en el área de turismo y el RIGI le facilitaría la llegada de esos fondos extranjeros.

Por supuesto, más allá de las habladurías hay hechos concretos que corroboran la injerencia de Jaldo en lo que sucedía en el Senado. El mismo día de la sesión hubo una comitiva de funcionarios apostada en la Cámara Alta. Para acompañar al legislador José Orellana, quien a su vez acompañaba a su esposa, la senadora Mendoza, viajaron expresamente el ministro del Interior, Darío Monteros, y el secretario de Gobierno, Raúl Albarracín. A Monteros esta semana lo bautizaron “El Protegido” en la Legislatura. Y parecerían tener razón: su par de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa, acude casi una vez por mes a la Cámara para responder preguntas de los parlamentarios durante horas. En cambio, al ex intendente bandeño le hicieron una invitación para hablar de la distribución de los fondos a los municipios y no sólo no asistió, sino que el propio Jaldo lo acompañó ese mismo día en un acto con intendentes en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno.

Un día después de esa señal de respaldo fue el emisario jaldista en el Senado para seguir de cerca la sesión y montó un bunker en la oficina de Mendoza. Junto a Albarracín, de buena relación con el radical Maximiliano Abad por sus años junto a Ariel García, se reunieron en el Congreso con el vicejefe de Gabinete, Lisandro Catalán, y con Eduardo “Lule” Menem, primo del presidente de la Cámara de Diputados y muy cercano a la poderosísima Karina Milei. El tucumano Catalán, a cargo de la relación con las provincias, llegará el lunes a la provincia y se mostrará con Jaldo además de participar de un evento de la fundación Federalismo y Libertad.

Sin ser senador, Jaldo se acostó a dormir poco después de las 7 del jueves y un par de horas después dio una conferencia de prensa para evaluar el impacto de la sesión. Se mostró triunfador, e incluso disimuló la incertidumbre que le genera el rechazo en la Cámara Alta a la reversión del Impuesto a las Ganancias por el que tanto había pedido. Es que el gobernador entiende que su muñequeo dio resultados porque abrió una grieta dentro del perokirchnerismo al sumar tres adhesiones extra en favor del RIGI y porque evitó una derrota política en manos de Juan Manzur. El voto de Mendoza se había convertido en un premio por el que se disputaron los ex compañeros de fórmula. La famaillense, de alguna manera, cumplió con ambos y la percepción varía según el sector al que se le pregunte. Los manzuristas hablan de un empate técnico; los jaldistas, de una victoria. Respecto del Impuesto a las Ganancias, en el entorno de Jaldo confían –como lo hacen los libertarios- que en Diputados hay números suficientes para aprobar su restitución y que, en caso de que ese plan fracase, la Casa Rosada tendrá que compensar semejante esfuerzo tucumano.

Ayer Jaldo trasladó su sonrisa a Santa Rosa de Leales, en donde compartió un locro con los comisionados rurales, legisladores e intendentes. Allí dejó una frase que sonó a mensaje para la interna con Manzur: dijo que el peronismo se hace desde Tucumán y no en los despachos.

Por lo pronto, ese mismo día el jefe de Gabinete Guillermo Francos le hizo un guiño, al confirmar lo que desde hace semanas se viene gestando: la firma del postergado Pacto de Mayo entre Milei y los gobernadores se haría en Tucumán, el 9 de Julio. Como con la Ley Bases, para la Libertad Avanza ya no interesa si es el Pacto de Mayo, de Junio o de Julio. Lo que importa es el resultado. Por más simbólico que sea, porque el reloj ha comenzado a correr.

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