Tres libros sobre padres e hijos

16 Junio 2024

La “carta al padre” de Juan Villoro

análisis de la tensión entre el oficio intelectual y la paternidad

MEMORIAS

LA FIGURA DEL MUNDO

JUAN VILLORO

(Random House - Buenos Aires)

Juan Villoro ronda, una vez más, la compleja y gigantesca figura del   padre. Su padre Luis Villoro, un refugiado español que se enamoró de México y se convirtió en uno de las figuras más importantes del campo cultural con su producción antropológica y filosófica y sus intervenciones políticas. El hijo, cronista y escritor, afronta la tarea de dar cuenta de su vida y, por lo tanto, también de la relación entre los dos…

“Los intelectuales no deberían tener hijos” le dice una amiga en el comienzo del libro.  Juan Villoro desmantela la afirmación para estudiarla y se sumerge en el íntimo vínculo sin pudor. Señala que su padre “ante las variadas aventuras de la inteligencia valoraba, por encima de todas las cosas, la capacidad de buscar un trazo esencial, un dibujo capaz de definir la inestable “figura del mundo“. Su entrega al mundo del pensamiento era total. El padre parece estar lejos y cerca del hijo al mismo tiempo. Por ejemplo, cuando emplea el fútbol para crear un espacio con el hijo sin que este se dé cuenta.

La figura del mundo se centra en la larga sombra del padre y en su legado cultural. Entre las joyas del legado está la actitud crítica de quien no dudaba en asumir posturas que le llevaban al enfrentamiento con el mundo. El padre, el cartaginés, que a los 70 años partió a San Cristóbal de Las Casas a sumarse al Subcomandante Marcos dio innumerables batallas y la paternidad fue una de ellas.  

© LA GACETA

Carmen Perilli

Diario de paternidad y lecturas con un hijo

la escritura como diálogo interminable

MISCELÁNEA

LITERATURA INFANTIL

ALEJANDRO ZAMBRA

(Anagrama - Barcelona)

Literatura infantil se inicia con la llegada del hijo. Es el instante del descubrimiento y reconocimiento el que dispara la escritura y el recuerdo en esta suerte de diario que abre el libro de Alejandro Zambra. Desde este momento, la literatura infantil no son los libros para niños, sino el espacio de lecturas compartidas entre un padre y un hijo, son los libros que ambos leen juntos y comparten para siempre. El nacimiento es el comienzo de la literatura infantil, de otra literatura infantil, como si fuera la construcción de otra habitación en la casa que antes sólo habitaba con su padre. Porque Zambra desea escribir como un autor de literatura infantil que necesita mirar y contar las cosas como por primera vez, como si fuera con la primera voz que resuena en las calles del lenguaje.

Padre e hijo leen juntos y, como en una escena del film El río de la vida, toman conciencia de que la vida no es una obra de arte y que los momentos mágicos no perduran para siempre. La literatura entonces sirve para desafiar el tiempo y poder mirar a los ojos a aquellos a quienes tenemos más cerca.

© LA GACETA

Máximo Hernán Mena

Despidiendo a Gabo

el duelo del hijo de un escritor descomunal

MEMORIA

GABO Y MERCEDES: UNA DESPEDIDA

RODRIGO GARCÍA

(Random House - Buenos Aires)

Contar a los padres, describirlos, es un ejercicio necesario. Tal vez lo mismo haya sentido Rodrigo García, el hijo de Gabriel García Márquez, a quien recuerda en su reciente Gabo y Mercedes: una despedida. Escribe que le cuesta escribir, que siente miedo y decepción mientras la enfermedad consume la vida de su padre. Que se le hace un nudo en la garganta ante ese padre que va perdiendo la memoria, “que vive estrictamente en el presente, sin la carga del pasado, libre de expectativas sobre el futuro”.

“El retorno a la normalidad transcurre lenta pero inexorablemente”, recuerda García a medida que pasan los días posteriores a la muerte del escritor y mientras prepara su regreso a Los Ángeles. En el vuelo observa que la pasajera ubicada a su lado lee Cien años de soledad. Su madre, Mercedes, murió el año pasado víctima de una vida de fumadora. Su hijo dice que siente una “admiración renovada” por sus padres.

Y cuenta que él, Rodrigo García, con la muerte paterna consumada, al fin de cuentas es un hijo que le hace caso a ese padre que solía decirle “cuando esté muerto, hagan lo que les dé la gana”.

© LA GACETA

Alejandro Duchini

Temas Tucumán
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