Hace 14 años, cuando “Mi villano favorito” desembarcó en la Argentina, la respuesta de taquilla fue positiva pero no espectacular. Casi 600.000 entradas se vendieron para el debut de un personaje intrínsecamente malvado que descubre su lado tierno y cariñoso con tres hijas adoptivas que le robaron el corazón tanto a él como al público. Pero la historia no estaría completa sin la presencia de los infalibles Minions, esos personajes amarillos que ofician de torpes ayudantes y colaboradores involuntarios del eterno fracaso.
La evolución del personaje en las siguientes películas fue exponencial: multiplicó por cuatro la venta de localidades cuando se estrenó la segunda parte en 2013 y por seis en la tercera de 2017; en el medio, los Minions se emanciparon en 2015 con recaudación propia que rozó las cinco millones de tickets vendidos, cantidad que mantuvo cuando volvieron a la pantalla hace dos años con “Nace un villano”, donde cuentan cómo llegaron hasta Gru, luego de pasar por otros antihérores.
Ahora, ya inmersos en la previa de las vacaciones invernales en el país, llega a las salas la nueva producción de la saga como la gran favorita de una salida familiar y ganando territorio en un fin de semana extralargo para instalarse como el título a vencer en estrenos infantiles (por lo cual no compite con “Intensa-Mente 2”, más orientada al público preadolescente, aunque compartan parte del mismo nicho). Tan fuerte es este título que será el único estreno de la semana.
De algún modo, “Mi villano...” compite contra sí mismo: ¿cómo ser original y convocante repidiendo un esquema previsible, de un tierno padre de familia, ahora casado y con una cariñosa esposa, con secuaces simpáticos y acosado por malos muy malos altamente atractivos?
Como se sabe, Gru está ahora del lado de los buenos, como agente de la Liga Anti-Villanos al igual que su esposa Lucy. Junto a sus hijas adoptivas Margo, Edith y Agnes, está el bebé Gru Junior, protagonista de las travesuras que ponen la paciencia de su padre (víctima de sus ocurrencias más extremas) en el límite y convertido, virtualmente, en un rival a vencer en su existencia cotidiana, pero al mismo tiempo atravesado por la ternura y el amor al integrante más pequeño de la familia ensamblada.
Así, junto a los peligros externos, la película suma en su relato los desafíos de la paternidad y de las relaciones intrafamiliares, nada que sea sencillo para el núcleo que lleva adelante la historia.
El rival
Enfrente aparece un nuevo rival: Maxime Le Mal (su físico remite a “La metamorfosis”, de Franz Kafka, con el hombre que se transforma en cucaracha) resume en su apellido su objetivo en el filme; alguna vez compartieron internado con el calvo protagonista reconvertido en bueno, pero ahora se encargará de hacerle la vida imposible.
Para ello deberá escapar de la cárcel de máxima seguridad donde está detenido; apenas lo logra, comienza el acoso con la ayuda de su novia Valentina, tan cruel como él mismo.
Apenas se fuga, las alarmas se encienden en la casa de Gru y, junto con su familia y algunos ayudantes, deben refugiarse. Ingresan en un programa de protección de testigos y se mudan a otro vecindario con la esperanza de que nunca los encuentren. Ilusión perdida, como es previsible en el desarrollo de la trama.
Como buena comedia, en esta realización de los estudios franceses Illumination, hay una sucesión de gags de humor físico con Gru siempre al borde del desastre por su propia inoperancia (sumada a la de los delirantes e imprevisibles Minions, quienes compiten en la devoción del público más chico de edad), con escenas de una velocidad que recuerda a los grandes clásicos de la animación mundial, cuya eficacia ya ha sido probada por décadas.
Ni el mejor doblaje en castellano podrá reemplazar a las voces originales de la versión norteamericana, con las voces de Steve Carell, Kristen Wiig, Will Ferrell, Pierre Coffin, Sofía Vergara, Steve Coogan, Chris Renaud y Dana Gaier, entre muchos nombres reconocidos más. Quienes -por edades de los espectadores- puedan optar, la recomendación siempre será ir a la proyección con la película original subtitulada.
Sin embargo, quienes recurran a la versión en español, podrán descubrir a la cantante María Becerra como la voz de Poppy Prescott, nuevo personaje que en el filme ansía ser una gran ladrona. “Hubo un laburo muy intenso para que la voz no pareciera la mía, fue tremendo porque la verdad que el proceso del casting fue muy lindo. Había una opción de que el personaje Poppy tuviera acento argentino, pero no quedó y fuimos con el castellano neutral”, le comentó la artista a Andy Kusnetzoff en su programa de radio Perros de la Calle.
La dirección fue compartida por Chris Renaud y Patrick Delage, con guión de Mike White y Ken Daurio y música de Heitor Pereira. Las canciones fueron compuestas e interpretadas por Pharrell Williams, para consolidar una lista de artistas con peso propio. No es su primera experiencia con “Mi villano...”: ya escribió muchas de las canciones de las anteriores películas y “Happy” lo llevó en 2014 a la cabeza de la lista Billboard por 10 semanas, haciéndola la canción más escuchada de ese año, aparte de haber ganado un Grammy a la mejor interpretación pop solista y ser nominada a los premios Oscar. Su expectativa es repetir, aunque sea en parte, aquel enorme éxito.
Como todo gran negocio, aparte de lo que recaude en boletería se espera un aporte económico de gran importancia en merchadising y productos varios. Uno de los que picó en punta fue la versión de los calzados Crocs inspirada en los Minions, que cuenta con su imagen en la parte superior y en las correas otras referencias. A ello deberán sumarse la inmensa cantidad de objetos de todo tipo: desde cartucheras y mochilas escolares hasta toallas y sábanas, cualquier cosa vale para engrosar los bolsillos.