Tiene nombre serio, pero es una comedia desopilante

Verónica Llinás protagoniza “Antígona en el baño”. Beneficio 2 x 1 en entradas con Club LA GACETA.

EL COACH, LA ACTRIZ Y EL REPRESENTANTE. Los tres personajes, en una escena que pinta muy bien de qué van las cosas en el baño de Ignacia. EL COACH, LA ACTRIZ Y EL REPRESENTANTE. Los tres personajes, en una escena que pinta muy bien de qué van las cosas en el baño de Ignacia.

¿Alguien alguna vez puede imaginarse el mito de Antígona dentro de la bañera, en medio de la espuma y sin intención de salir?

Hoy a las 21, en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479) estará “Antígona en el baño”, pero no se piense que subirá a escena la solemne tragedia de Sófocles estrenada en 441 AC.

Nada que ver. Sí, en el escenario estará instalado el baño que menciona el título de la obra. Pero la que no querrá salir será Ignacia, el personaje que encarna Verónica Llinás, acompañada por Darío Lopilato y por Héctor Díaz en escena.

Los socios de Club LA GACETA podrán disfrutar por partida doble: no sólo reirán con la comedia sino que aprovecharán la promoción exclusiva de 2x1 en entradas, según cupo disponible presentando la tarjeta en boletería de la sala.

La actriz porteña fue coautora del texto junto a Facundo Zilberberg y codirigió la puesta con Laura Paredes. Antes de su llegada a Tucumán, conversó con LA GACETA.

- ¿Cómo fue el proceso creativo de “Antígona en el baño”?

- Hace unos cinco años me ofrecieron un papel en esta obra, para el circuito off. La obra de Facundo había ganado un premio para autores jóvenes. A mí me gustó mucho la idea central, pero el proyecto no prosperó en aquel momento. Yo liberé a Facundo, pero él me esperó. Cuando terminamos de hacer “Dos locas de remate” (con Soledad Silveyra) me ofrecían muchas obras, pero ninguna me terminaba de gustar. Hasta que en un momento me di cuenta de que en realidad lo que quería era hacer esta obra, que me había encantado, me parecía original. Siempre tuve la sensación de que con ciertas modificaciones, adaptándola, poniéndole más humor y haciéndola más popular podía ser ideal para un público más amplio. Lo propuse a los productores y ellos me dieron el sí. Lo mismo Facundo, a quien le dije que la iría adaptando. Primero me propuso proyecto conjunto, pero hice algunas intervenciones; así fuimos trabajando. Lo hice un poco coacheada por Laura, codirectora y también dramaturga. Cuando le mostré mis intervenciones Facundo me propuso una coautoría. Después, además, en los ensayos hubo aportes de los actores, y así se terminó de configurar con ellos. Héctor Díaz, además de actor es director y dramaturgo, entonces con él se terminó de cerrar. También recibí ayuda de mi hermano, Mariano Llinás. Fui escribiendo, pero siempre con el feed back de gente de mi círculo de confianza, que hizo muchas contribuciones.

- O sea, estuviste muy involucrada en todo el proceso, desde la misma escritura. ¿Cómo es afrontar libro, dirección y actuación? ¿Te remite a tus orígenes autogestivos?

- Es verdad que en otras obras comerciales sólo actúo. Pero yo ya dirigí una obra comercial, “Ping Pong”, y la adapté también; se llamaba “El Submarino”, obra que había hecho con Diego Peretti, a la que le hice una adaptación importante y la dirigí. De algún modo, yo nací en la autogestión, con varios años de Las Gambas al Ajillo, proyecto en que nosotras hacíamos todo, desde dirigir hasta el vestuario. De ahí que este no sea un territorio nuevo para mí. En el ámbito comercial sí se suma el hecho de actuar también; por eso compartí la dirección con Laura. Tengo en claro que cuando una está en el escenario realmente pierde la visión general y pierde objetividad. No voy a negar que la puesta en escena fue muy movilizante, y que en algún momento tuve cierto temor porque, siendo el capitán del barco sentís que podés llegar a llevar a todos al naufragio. Pero la verdad es que no fue traumática para nada la experiencia, y creo que fundamentalmente porque mi mayor acierto fue elegir el grupo que me acompaña; es decir, gente generosa y talentosa.

- ¿Cómo funcionan como equipo y cómo los recibe el público?

- Entre nosotros se ha generado un equipo de trabajo que funciona bien. Y eso se ve claramente en la gira, en las devoluciones, en cómo el público se divierte, se ríe, aplaude de pie en todas las funciones. Después de la función se quedan, agradecen sinceramente lo bien que la pasaron, especialmente en este momento, nada fácil para la risa. La verdad es que se siente mucho el agradecimiento.

- ¿Qué se narra en “Antígona en el baño”?

- Se trata de una actriz que va a hacer una obra clásica, “Antígona”, de Sófocles. Esa actriz, Ignacia, que soy yo, está el día del estreno encerrada en el baño, dudando de su capacidad para abordar este clásico, porque ya no tiene la edad para hacerlo (Antígona es una muchacha joven). Duda porque el director es un idiota, el productor también, a ella no da la edad; se siente fea, gorda, vieja; detesta al otro protagonista. Ya se tiene que bañar y prepararse para ir al teatro al estreno, pero no sale del baño. Darío, que es su representante junior, el hijo de su exrepresentante, y a quien el trabajo le queda bastante grande, no sabe qué hacer con esta mujer. Está desesperado porque ya ha suspendido los dos estrenos anteriores. En su desesperación llama a su terapeuta, Díaz, que hace coaching ontológico, que apela a una terapia que se llama paisajismo de la mente, y trabaja con los dos porque nota que el vínculo está muy tóxico. Empieza a hacer un ejercicio a ver si logra sacar esa mujer del baño, lo que desata la auténtica tragedia de la obra en sí.

- ¿En tu camino actoral vos has experimentado el pánico antes de salir a escena?

- Pánico inmovilizante no me ha pasado. Pero sí, un poco de pánico da, por la exposición que tenemos los actores (todos tenemos miedo de que nos vaya mal y nos critiquen), pero siempre he podido superar esos miedos. Siempre me digo: “me voy a entregar a que me destrocen”.

- ¿Todavía la querés a Inés Murray Tedín Puch de Arostegui (su personaje icónico en la tira de 2014, “Viudas e Hijos del Rock & Roll”)?

- La adoro. Y adoro toda esa familia.

- ¡Cómo extrañamos la ficción, tan propia, en la TV argentina!

- ¡Sí! Es una pena que no se produzcan más ficciones en televisión, porque están las plataformas, pero no es lo mismo; las plataformas tienen un formato ya preconcebido que viene de afuera. En cambio estas tiras memorables eran bien nuestras.

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