MIAMI, Estados Unidos.- ¿Está acaso Donald Trump hecho de kevlar o teflón?, de pregunta el periodista Michael Mathes. “Sobrevivió a un ataque contra su vida, acaba de librarse de uno de sus tantos procesos judiciales, es nominado candidato presidencial y los mercados apuestan y ganan, augurando su victoria”, indica el reportero de AFP.
Durante su mandato se sacó de encima dos procesos de impeachment (juicio político) y ahora es el único ex presidente condenado penalmente por falsificación de documentos contables. Pese a que hace un par de meses su barco parecía hundirse, el magnate de 78 años se mantuvo a flote. Todo el tiempo está inmerso en polémicas, e incluso algunos líderes mundiales lo consideran un peligro para la estabilidad y contra la lucha para contener el cambio climático.
Aún así, numerosos sondeos predicen que será el ganador de las elecciones presidenciales de noviembre, cuando deberá enfrentar al demócrata Joe Biden.
Ayer, 50.000 asistentes a la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, lo proclamaron como su candidato presidencial. “Parece que está con buena racha”, dijo a la AFP un representante de Texas en la convención, Orlando Dona, tocándose el sombrero de vaquero. Dona, de 64 años, cree, como muchos de los simpatizantes del ex presidente, que los casos contra Trump han tenido motivaciones políticas y que él está consiguiendo librarse de todo.
“¡Podría estar muerto!”, dijo el ex mandatario republicano, luego de que el sábado un tirador trató de asesinarlo con un fusil, durante un acto al aire libre en Butler, Pensilvania. Trump contó que giró la cabeza para leer un cartel, y evitó que el tiro le pegue directamente. Solo quedó con la oreja derecha lastimada. Según él, fue Dios quien lo salvó.
Efectivamente, Scott Walker, ex gobernador de Wisconsin y candidato en las primarias republicanas de 2016, cree que “la mano de Dios” salvó a Trump.
El magnate ya evadió diversos males, gracias a la suerte, la astucia o a sus abogados: desde librarse del servicio militar obligatorio para la guerra de Vietnam en 1968 hasta pagar el impuesto sobre la renta en 2020.
Fue acusado de complacencia hacia pequeños grupos de extrema derecha, incluidos miembros del Ku Klux Klan, involucrados en la violencia en agosto de 2017.
Tuvo expresiones peyorativas contra Haití y contra países de África y se ha referido a los inmigrantes de América Latina como “violadores” y “tipos sucios”.
Incluso el movimiento #MeToo, que denunció abusos sexuales sistemáticos, precipitó la caída de decenas de estadounidenses poderosos. Pero a Trump no le pasó nada, a pesar de las múltiples acusaciones, una condena en un juicio civil en 2023 por la agresión sexual a la escritora E. Jean Carroll y un presunto romance extramatrimonial con la actriz porno Stormy Daniels.
Un video publicado por el “Washington Post” el 7 de octubre de 2016 -en el que Trump hace comentarios extremadamente degradantes hacia las mujeres- le valió perder apoyo de líderes de su partido, pero igual ganó las elecciones un mes después.
Ahora parece que logrará otro milagro, evitando tres de las cuatro demandas que enfrentaba antes de las elecciones. Ayer, la Justicia anuló el caso abierto contra él por mala gestión de documentos clasificados tras dejar la presidencia en 2021.
Mientras sus simpatizantes lo esperaban, los mercados parecían celebrar su supervivencia y apostaban a su victoria.
“Si la historia de los últimos 18 meses nos enseña algo, es que se le pusieron muchos obstáculos al presidente Trump y el hecho de que los haya superado...”, reflexionó el empresario y excandidato presidencial republicano Vivek Ramaswamy. “Parte de lo que me da fe en este país es que, como dijo Martin Luther King, el arco de la historia es largo, pero se inclina hacia la justicia. Y creo que eso es exactamente lo que está ocurriendo con el presidente Trump”, agregó.
Teorías de la conspiración
El atentado del sábado alimentó el fuego de las teorías de la conspiración, un ámbito en el que Trump se mueve como pez en el agua. En los minutos que siguieron al intento de asesinato, internet empezó a llenarse de teorías que hablaban de un atacante a las órdenes del presidente Biden, del “Estado profundo” o de un simulacro.
El “Estado profundo”, o “Deep State”, es una creencia bastante de moda entre los círculos complotistas estadounidenses de extrema derecha, como el movimiento QAnon, que afirma que existiría una suerte de Estado secreto paralelo que va moviendo los hilos para beneficiar a grupos privados.
Así, por la red social X circuló el video en el que aparece en primer plano una espectadora “sospechosa”, con un pancarta que reza “Biden” y una foto de agentes de los servicios de seguridad sonriendo mientras sostienen a un Trump ensangrentado, además de otras “pruebas” de que el incidente había sido “organizado”, “planificado”.
Poco importa si, al parecer, la mujer llevaba una pancarta similar a la de otros asistentes, en la que se leía ”Joe Biden, estás despedido”, o que la foto de los agentes hubiera sido manipulada.
Multitud de internautas también intentaron identificar al francotirador, y muchos aseguraron, equivocadamente, que se trataba de un youtubero italiano. El video de un hombre grabándose en su vehículo y dando a entender que era el autor del ataque también circuló de forma masiva, aunque los medios consideraran que era una broma.
El investigador en Ciencias Políticas Julien Giry dice que esta histeria colectiva no sorprende, “en un momento así y con un personaje como ese”. El intento de asesinato “da crédito al hecho de que es un hombre amenazado, que enfrentó a fuerzas poderosas y ocultas”, añadió Giry.
En la vereda de enfrente, según subraya el periodista Anthony Mansuy, especializado en la esfera complotista estadounidense, está la reacción de los círculos centristas y demócratas, que no tardaron en denunciar un simulacro, con la palabra clave #staged (puesta en escena).
Rápidamente, cuentas afines al Partido Demócrata aseguraron que la sangre derramada en la cara de Trump era falsa, y que el “Secret Service” (encargado de protegerlo) había urdido ese momento con el ex presidente.
Esto muestra, según Mansuy, “que nadie está inmunizado contra las fantasías de las teorías del complot”. Lo ocurrido “puede llevar a plantearse preguntas, pero caemos en el complot cuando hacemos una cruzada a partir de elementos que no se han verificado”, advierte.