El musical “Tina” tuvo regreso y despedida

La obra fue levantada del edificio de la Secretaría de Hacienda y no tiene nuevo destino. La incertidumbre sobre el elenco y la técnica

ACTUACIÓN Y PROYECCIONES. “Tina, el rumor de una Nación” ya no volverá a verse en la Sala Bicentenario. ACTUACIÓN Y PROYECCIONES. “Tina, el rumor de una Nación” ya no volverá a verse en la Sala Bicentenario.

A principios de julio se anunció, como una de las grandes apuestas para las vacaciones invernales, la reposición del musical “Tina, el rumor de una Nación” en la sala Bicentenario del edificio de la Secretaría de Hacienda, en San Martín y Laprida. Incluso hubo una función de regreso el jueves 4 al mediodía; y cuando se dice en singular no hay error: fue la única.

Nunca más volvió a escena la propuesta dirigida por Sebastián Fernández. La Secretaría de Hacienda, responsable del inmueble que perteneció al Banco de la Provincia, elevó al Poder Ejecutivo un informe elaborado por la Dirección de Arquitectura y Urbanismo que alertaba sobre vibraciones que podrían afectar la estructura edilicia que forma parte del patrimonio histórico de la Provincia (fue inaugurado el 14 de abril de 1928). Formalmente, esa oficina solicitó ser exceptuada de toda responsabilidad por lo que podría pasar.

Por este motivo, el viernes se resolvió que se suspendan por siempre las representaciones en el lugar para el cual fue diseñado el espectáculo. El proyecto aprovechaba las arcadas donde se desplegaban las diferentes escenas (con una interacción entre las actuaciones presenciales y las proyecciones holográficas) mientras el público rotaba en una platea giratoria. La puesta y el guión originales son de Leandro Panetta.

Oficialmente nunca se informó que la obra no tendría las cinco funciones diarias que se habían programado para el retorno. En los hechos, ya no había actividad, pero la confirmación de la caída del proyecto estrenado con motivo del Bicentenario de la Declaración de la Independencia (de hecho, fue impulsado desde el Ente autárquico especial creado al efecto y se estrenó en 2016) es de las últimas horas. La gestión estaba a cargo del ente del teatro Mercedes Sosa, que heredó la propuesta y la impulsaba. Incluso esta administración se hizo cargo de los gastos de reparación de filtraciones en el techo que habían causado la caída de parte del cielorraso (invirtió $4 millones de sus propios recursos) y abonó los sueldos del elenco y los técnicos durante el año que estuvo “Tina” fuera del escenario, precisamente por este asunto, ya que en junio de 2023 se constató el desprendimiento de mampostería de la cúpula que llevó a paralizar todo.

Trasladar el show a otro lugar es una quimera, equiparable a comenzar de cero. No hay ningún otro emplazamiento de las condiciones de Hacienda que permita albergar la obra como fue pensada, por lo cual los costos de adaptación serían muy altos. Por este motivo, los artistas y técnicos de “Tina” hicieron pública su preocupación en torno a un futuro incierto.

Pronunciamiento

“Como equipo de artistas del Estado deseamos manifestar que nuestro trabajo nunca cesó, sino que avanzó diariamente aún con el edificio cerrado, al punto de contar al día de la fecha tres elencos (rotativos) listos para estrenar, tras un año sin poder encontrarnos con nuestro público”, señalaron los empleados afectados, que remarcaron que “autoridades gubernamentales ponderaron públicamente la relevancia del espectáculo como parte del patrimonio inmaterial de la Provincia y su fuerte impacto turístico y educativo”, ya que aparte del público había funciones especiales para escuelas.

“Decepcionante fue recibir, esa misma tarde del reestreno, la noticia de que resultó nuevamente suspendido hasta nuevo aviso, por desperfectos edilicios que aún no conocemos con precisión, hecho que supone un retroceso enorme para este programa artístico que es un orgullo de los tucumanos. Si bien acordamos que la seguridad de los espectadores y la de nosotros mismos como trabajadores no puede ponerse nunca en riesgo, consideramos que luego de un año de impasse esta situación debería haberse solucionado para garantizar que el espectáculo pueda ver la luz y que nosotros, como artistas trabajadores del Estado, pudiésemos recuperar el sentido de nuestra tarea diaria. Muchísimas instituciones educativas y turísticas comenzaron a contactarse para concertar funciones, ante lo que tenemos que responder, una vez más, que no serán factibles en lo inmediato”, afirmaron en el documento suscripto por Fernández, Federico Indio Armanini, Julio Barrionuevo, Carlos Esquinazi, Belén Maceda, Juliana Elizabeth Olivera, Carla Aguirre, Cayetano Grasso,  Gabriel Blanco, Liz Molina Mayol, Paula Veliz, Nicolás Ale, Lautaro Romano, Maggali Falcioni y Mariano Valdés.

En su escrito, señalaron que la situación creada es “profundamente desgastante para todo el equipo y evidentemente inconveniente como acción de política cultural pública, que desde un principio buscó fortalecer los lazos de la comunidad con la historia argentina por medio de un dispositivo novedoso y accesible”. “Con mucha incertidumbre, aguardamos a que las autoridades competentes puedan llevar el tema rápidamente hasta su solución definitiva”, instaron.

Lo cierto es que la situación laboral de cada uno tendrá un resultado diferente, según si tienen o no contrato o su estado de revista. De ellos, seis son jóvenes actores y actrices contratados luego de un casting, cuyos vínculos concluyen en septiembre por lo que la desvinculación es inminente; y el resto, sonidistas, iluminadores, maquilladores y el propio director, pasarían a prestar servicio como personal transitorio en el Ente Cultural de la Provincia.

Aparte, hay un costoso equipamiento tecnológico en software, nueve proyectores y una plataforma giratoria con una capacidad de 150 espectadores sentados, sobre los que también deberá definirse su destino.

Pero más allá del capital humano y de infraestructura, lo cierto es que Tucumán pierde una apuesta cultural de relevancia con música compuesta por el simoqueño Manuel Sija y Lucho Hoyos, para contar los orígenes de la identidad nacional en el período entre 1810 y 1816 de un modo ágil y alejado de los libros, que no tiene parangón en la región.

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