La granja de Osvaldo

“En medio de semejante crisis, hay que gestionar más y llorar menos” tras la polémica por la distribución de fondos municipales.

La granja de Osvaldo

“En medio de semejante crisis, hay que gestionar más y llorar menos”. Osvaldo Jaldo sorprendió con esta frase la tarde del jueves cuando la intendenta capitalina, Rossana Chahla, presentó la Brigada Ambiental Municipal (BAM). Y no fue porque en el acto realizado en el Parque 9 de Julio a su lado estuviera el vicegobernador, Miguel Acevedo, sino porque el destinatario del irónico mensaje fue el ex intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera. El actual legislador avivó el fuego de la distribución de fondos municipales, al señalar que el Pacto Fiscal que une a la Casa de Gobierno con 16 jurisdicciones municipales está apartado de la legalidad. En el primer piso de la sede gubernamental consideran que, tal vez, es más lógica la crítica del diputado ex radical Mariano Campero (“se beneficia a los amigos del gobernador”, dijo en referencia al bandeño Gonzalo Monteros, hijo del ministro del Interior, Darío Monteros), que la del propio Noguera.

El razonamiento oficial va más allá. Cuentan que hay consenso dentro del Poder Ejecutivo para solicitar a los intendentes Alejandra Rodríguez –esposa de Noguera- y Pablo Macchiarola –sucesor de Campero- que se pronuncien públicamente si continuarán dentro del Pacto Social. Ninguno de ellos ha salido a declarar su resistencia al acuerdo. En el jaldismo conjeturan que, más allá de haber coincidido en la necesidad de construir una bicisenda entre Tafí Viejo y Yerba Buena, la relación entre los ex intendentes puede consolidarse hacia 2025. Es una sospecha que crece día tras día en el edificio de 25 de Mayo y San Martín. Jaldo no quiere ovejas descarriadas en su granja; dicen que admite las diferencias, pero que éstas pueden resolverse dentro de la esfera institucional y no desde una tribuna pública.

Concepción, por caso, ha decidido refinanciar su deuda en siete meses de $ 340 millones y el intendente Alejandro Molinuevo se apresta a cancelar la primera cuota. Burruyacu también está fuera del esquema propuesto por el Poder Ejecutivo. Según los cálculos oficiales, Tafí Viejo adeudaría unos $ 7.600 millones a la provincia, mientras que los compromisos de Yerba Buena estarían en el orden de los $ 6.680 millones, conciliaciones financieras de por medio.

El Pacto Social es un histórico mecanismo que sostiene la paz social en el interior, pero requiere el saneamiento de las cuentas municipales, si se toma en cuenta la idea original por la que ha sido creado. Sin embargo, el Gobierno es flexible en el control. Por caso, la letra fría de los convenios establecía una reducción paulatina de los gastos, con el fin de generar ahorros fiscales, de tal manera de alcanzar, gradualmente, la autonomía financiera. 

Tanto endeudamiento sólo alimenta la dependencia política. Hay culpas compartidas. Nadie queda exento de ellas. Hacer ajustes no es empático para la política, mucho menos en períodos electorales. Por ahora no habrá auditorías en las cuentas municipales, pero sí se les recordará a cada uno de los intendentes que es necesario hacer un esfuerzo para bajar el peso de los salarios en el presupuesto de cada jurisdicción.

El esquema de asistencias del Ejecutivo también llega a las comunas rurales, con la distribución de unos $ 3.500 millones para encarar trabajos de mejoras en esos distritos. El segundo semestre será un período de obras públicas, dice la consigna que se puso Jaldo. En esa línea, el viernes el gobernador y su comitiva subieron a los Valles Calchaquíes para supervisar los trabajos en los caminos de la zona y en dependencias escolares, además de seguir de cerca el plan de contención a los damnificados por los incendios.

Tras el almuerzo ofrecido por las autoridades locales, llegó el momento del mensaje del mandatario. El tono no sólo fue institucional; también político. “Tenemos que evolucionar porque la sociedad exige otra cosa de nosotros. Si el PJ no lo hace, quiere decir que no estaremos a la altura de las circunstancias”, arengó. 

El tranqueño recordó a la dirigencia presente que los comicios de 2023 fueron reveladores para el aparato provincial. Si bien en junio del año pasado obtuvo 630.000 votos que le permitieron suceder a Juan Manzur en la gobernación, agosto fue un baldazo de agua fría para el peronismo, ya que el electorado no creyó en la propuesta de la entonces coalición Unión por la Patria. Repuntó en las presidenciales de octubre y volvió a caer en la final, las elecciones de noviembre, en la que el PJ perdió hasta en Tucumán. 

Jaldo sabe que su acercamiento a Milei ha sido estratégico desde el punto de vista institucional, pero no desde lo político. En el peronismo le cuestionan esa alianza, aunque son pocos los que se animan a decirlo públicamente. “Muchos creen que tienen el peronómetro y nos quieren señalar con el dedo”, reconoció el jefe del PE.

Jaldo se aggiornó al mensaje de las urnas, por eso en su discurso dijo, en varias oportunidades, que “hay que pensar en la gente, en los problemas reales de la sociedad, más que en las internas partidarias”. “Hoy el bombo y la marcha son importantes, pero no suficiente”, continuó.

Para tranquilizar los ánimos de los presentes, el gobernador aclaró que estar cerca de la Casa Rosada no implica arriar las banderas partidarias, mucho menos claudicar en las creencias en el movimiento nacional justicialista. Frente a esa postura, no descuida la reorganización del distrito local que aún es presidido por el senador nacional Juan Manzur (el viernes estuvo en La Rioja acompañando a Ricardo Quintela en la jura de la nueva Constitución de esa provincia). Hace unos días se designó a la primera mujer en encabezar la Juventud Peronista (JP). Se trata de Florencia Villagra, alineada directamente con Jaldo. El jueves, en tanto, hubo otro avance en ese proceso de reestructuración partidaria. Marcelo Álvarez, cercano al concejal Ernesto Nagle, fue electo titular de la Junta Departamental Capital. En los círculos peronistas se comentó que fuera del armado de esa área quedaron afuera dos manzuristas: el diputado nacional Pablo Yedlin y el legislador Christian Rodríguez. De a poco, el jaldismo ocupa los espacios partidarios.

Las elecciones de medio término se aproximan. Jaldo sabe que algunos de sus escuderos necesitan renovar la banca, como el caso de Agustín “Tim” Fernández, titular del bloque Independencia, y Elia Fernández de Mansilla, cuyos mandatos vencen el año que viene. Los posicionamientos políticos serán imprescindibles en el armado de la boleta oficial. Nadie sabe qué pasará, en definitiva, durante 2025. Si habrá lista propia o si habrá alianzas estratégicas con los libertarios. Por las dudas, Jaldo cree que es necesario conducir. Y, por eso, está ordenando la granja oficialista, algo que en su actividad privada es una faena cotidiana

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