El peronismo nacional intenta ponerse en marcha con la mirada puesta en el 2025 electoral, pero le cuesta encaminar la reorganización. No sólo porque es difícil reponerse de una derrota del tenor de la del 2023, sino porque el discurso antiperonista-antikirchnerista que abona el mileísmo prendió en diversos sectores sociales. A esto se suma que estos primeros nueve meses como oposición han transcurrido prácticamente en la orfandad. Este último aspecto no es menor para un movimiento que, para la acción política, es netamente verticalista. La disputa por el liderazgo es, precisamente, lo que mantiene agrietadas a algunas de las líneas más numerosas del PJ.
Como si a este matete le faltaran problemas, reapareció el ex presidente Alberto Fernández y con un escándalo de magnitud bajo el brazo. Convertido prácticamente en un espectro político desde que dejó el poder, protagoniza expedientes judiciales que involucran la posible comisión de delitos de corrupción, de violencia de género y de abuso de poder. En el peronismo entienden que la situación enloda a todos en general, inclusive a sus detractores. Dirigentes de todo el país siguen estupefactos las crónicas. Entre fuertes reproches y autocríticas, evalúan el daño que podrían sufrir.
El PJ cuenta con un bastión clave, una victoria y referentes provinciales. Axel Kicillof gobierna el distrito electoral más grande del país (37% del padrón nacional) y la provincia de Buenos Aires se erige como el mayor reservorio justicialista. El mandatario recibe peregrinaciones de referentes de todo el país y se ha plantado como una “esperanza” para la rama más progresista del peronismo y de los kirchneristas desencantados.
Además de las bancas nacionales, el año que viene en esa provincia se renuevan la mitad de los legisladores y de los concejales. Kicillof se prepara para esa batalla, en el medio de una interna fuerte entre el peronismo y La Cámpora. Por ahora, viene haciendo equilibrio entre ambos. No estaría interesado en conducir el partido, pero sí en proyectarse para la presidencia.
Por el otro, están los bloques -aún robustos- en las Cámaras de Diputados y de Senadores. La resistencia que plantaron durante el tratamiento de la Ley Bases puso en aprietos a La Libertad Avanza y la empujó a negociar con los gobernadores. Y ese grupo es el último capital del justicialismo. Los mandatarios provinciales están divididos en dos: los dialoguistas con la Nación, encabezados por Osvaldo Jaldo, y los opositores, liderados por Kicillof.
La situación de Fernández cayó como anillo al dedo al oficialismo nacional, que puede cimentar su discurso y, a la vez, ganar oxígeno. Sucede que la espera por la mejora en la economía se está haciendo muy larga. En varias provincias esperan que se efectivice la llegada de fondos que derivan de la Ley Bases y ya avizoran que el caudal podría ser menor a lo esperado. En los distintos palacios de Gobierno de los distritos del interior monitorean de cerca la recaudación nacional, la pérdida de empleo, la situación de las pequeñas y medianas empresas, el incremento de la pobreza y la caída del consumo.
Manzur y el peronismo nacional
Mientras el foco mediático está en el ex presidente, el peronismo disidente se reunió en La Rioja. La jura de la nueva Constitución que impulsó Ricardo Quintela se convirtió en el acto político más convocante hasta el momento. El riojano tuvo como invitado central a Kicillof. También concurrieron seis vicegobernadores, 23 diputados y 13 senadores. El bonaerense habría “bendecido” con su presencia a su par de cara a la puja por la presidencia del partido.
Tras algunas versiones que mencionaban que la propia Cristina Fernández o que Wado de Pedro podrían pujar por esa titularidad, el nombre del riojano suena con fuerza. De acuerdo con distintas fuentes regionales, podría aglutinar. Quintela se inscribe dentro del peronismo relativamente tradicional, del interior y con buena relación con distintos factores del partido. Integra el grupo de gobernadores electos por Unión por la Patria más crítico con la gestión de Javier Milei.
Quintela, además, es la contrafigura del clan Menem, sus comprovincianos que forman parte del Gobierno mileísta.
El posicionamiento nacional del gobernador habría dejado sabor amargo a un tucumano: Juan Manzur. El ex gobernador había puesto sus fichas en poder encabezar primero la mesa de acción política y después, competir por la titularidad del PJ en las elecciones del 17 de noviembre.
El movimiento había celebrado en marzo una sesión del Congreso nacional para aceptar la licencia de Alberto Fernández (habría renunciado definitivamente este viernes). En esa oportunidad se había conformado una mesa de conducción transitoria integrada por los cinco vicepresidentes.
En esa ocasión, Manzur, que es uno de ellos, había expresado a varios congresales tucumanos que necesitaba de su apoyo para ir por esos espacios en la estructura partidaria. Por los desacuerdos internos, la mesa nunca se terminó de cerrar. Manzur tampoco se menciona como los posibles candidatos a la presidencia, sí para otros puestos secundarios.
El runrún afirma que si bien Manzur es un hombre muy querido y valorado en el justicialismo nacional, disminuyó sus posibilidades por su silencio. Esperaban que pudiera pronunciarse contra el Gobierno y aún no lo hizo. No habló cuando Jaldo rompió el bloque en Diputados ni justificó su voto en la Ley Bases, afirmaron varias fuentes.
La foto de Acevedo
En primer plano, Quintela y Kicillof con los dedos en v. En primera fila, detrás de ellos, Manzur con gesto adusto. Algunas sillas más allá, el vicegobernador Miguel Acevedo. También estuvieron la senadora Sandra Mendoza y el diputado Pablo Yedlin. Todos ellos críticos de Milei. La imagen del presidente de la Cámara en el escenario del Superdomo riojano llamó la atención en el peronismo tucumano.
Tras los cortocircuitos en la relación con el gobernador por las distintas posturas sobre la reforma de la Constitución, Acevedo viajó a La Rioja para participar del acto. En rigor, Acevedo concurrió a una reunión de la Junta Ejecutiva del Parlamento del Norte Grande. El vice le había comentado a Jaldo que viajaría y este le dio la venia en la reunión que mantuvieron hace una semana con el presidente subrogante Sergio Mansilla.
Lo que en el jaldismo no sabían es que hay contactos incipientes entre el espacio de Kicillof y parte del peronismo no jaldista para concretar una futura reunión entre el bonaerense y Acevedo. Sucede que el gobernador de Buenos Aires está armando su propia estructura en las provincias para lo que viene y necesita de figuras locales que encarnen la oposición a Milei.
Desde que asumió el nuevo Gobierno local, hay dirigentes que no se identifican con Jaldo que pretenden impulsar a Acevedo como su representante. Vieron con buenos ojos que el ex ministro del Interior se plantara a Jaldo por la reforma. El gobernador y el vice aplacaron rápidamente los ruidos que se produjeron y ahuyentaron los fantasmas de una interna. Hay, sin embargo, quienes quieren que Acevedo los lidere tarde o temprano. Creen que, con su actitud, logró un diálogo más frontal con Jaldo y terminó ganando. En el jaldismo, por el contrario, leen que mostró debilidad al deponer rápidamente las armas y en alinearse con el gobernador.
¿Qué rol tiene Manzur? Hay quienes afirman que Acevedo es la voz de Manzur en Tucumán. El contador no oculta que mantiene buen diálogo periódico con el senador. En el encuentro Jaldo-Acevedo-Mansilla también se habría hablado de Manzur. El gobernador habría expresado que apoyaría a Manzur si es que va por un puesto nacional en el PJ, porque destaca que no ha puesto impedimentos en su Gobierno. Dejó bien en claro, sin embargo, que las decisiones electorales del año que viene correrán exclusivamente por su cuenta. Las listas, dice, se definirán en su despacho.
Movilizar el partido
Jaldo tiene en la agenda de su segunda etapa en el Gobierno poner en movimiento al partido local, del cual es vicepresidente (Manzur lo preside). Como conductor del justicialismo, tiene una hoja de ruta trazada. Está previsto que se convoque al Consejo y al Congreso partidario próximamente. Inicialmente, se había estipulado para dentro de 10 días, pero por la situación de Alberto Fernández se decidió aplazar por unas jornadas más. Diferentes facciones vienen pidiendo que se reactiven los órganos partidarios y Jaldo tiene los números en ambos para hacerlo. El tranqueño sabe que un escenario de internas el año que viene es posible y quiere comenzar a mover el partido. Estaría previsto que aborden la situación del país y que Jaldo pueda explicar su postura en relación a la Nación. También se tocará un tema clave: la reforma de la Constitución.
El mandatario sigue firme con sus ideas para la modificación de la Carta Magna y comenzará con la primera ronda de reuniones con legisladores esta semana. Se convocó para el martes al mediodía a los miembros del bloque mayoritario, que es clave para sancionar la ley que declarará la necesidad de implementar los cambios. Durante los días siguientes será el turno del armado “Compromiso Tucumám”, que reúne al alfarismo.
Con su bloque, el gobernador hará primero un raconto de su gestión y brindará un panorama de situación. Luego, se meterá de lleno en las cuestiones políticas. Está dispuesto a escuchar todas las opiniones y sabe que las mayores controversias serán en torno al sistema electoral. Específicamente, está al tanto de que hay quienes no coinciden en que se elimine el sistema de acoples y prefieren que se limiten. Pero Jaldo apuesta a una modificación más profunda que las que puedan hacerse por ley.
Con algunos inconvenientes, el peronismo nacional se mueve para ponerse en marcha con la mirada puesta en el 2025 electoral. La organización provincial, en tanto, también comienza a desperezarse.