Fútbol y sicología: Milei, un presidente desnudo que busca las culpas afuera

El tanteador en contra que sufrió el presidente Javier Milei durante la semana fue de 0-3 y con él como arquero, su vieja pasión futbolera.

Javier Milei Javier Milei
24 Agosto 2024

Por Hugo E. Grimaldi

Se podría elegir la caracterización que cada uno desee hacer sobre las consecuencias, pero los hechos indican que el Congreso le ha puesto en estos días graves límites al Ejecutivo, derivados de la minoría de número que tiene el oficialismo en ambas cámaras. El tanteador en contra que sufrió el presidente Javier Milei durante la semana fue de 0-3 y con él como arquero, su vieja pasión futbolera. Como todo político que se precie, el Presidente trató de poner las culpas de la goleada afuera de su propia responsabilidad, cargó contra los autores de los tantos y mostró algunos rasgos de la paranoia que fatalmente viene asociada al poder: “estos degenerados fiscales quieren destruirme el programa económico”, dijo.

Lo cierto es que durante tres jornadas seguidas de la semana, el oficialismo debió soportar en catarata la elección de Martín Lousteau al frente de la Bicameral de Inteligencia por sobre un libertario; el rechazo del DNU de los fondos extra para la nueva SIDE y la imposición por Ley de una nueva fórmula jubilatoria y otras yerbas que atentan gravemente contra el equilibrio fiscal, base del programa económico, con la posibilidad –diría un relator español- de recibir un cuarto gol “en propia puerta” que termine de carcomer al oficialismo (el principal, el de la imagen presidencial ante los jubilados), si Milei termina vetando al completo esta última ley.

Quizás también debería ponerse en la lista, más como peligro del gol por ahora que como conversión, la presencia el miércoles pasado del juez federal Ariel Lijo en la Comisión de Acuerdos del Senado, a quien el oficialismo empuja a la Corte Suprema juntándose con algunos socios vidriosos de la política, muchos de los cuáles lo han vapuleado en la semana. El rechazo a esa candidatura se ha mostrado como algo casi unánime en el mundo de la Justicia y no se sabe muy bien por qué, aunque se sospecha, se lo impulsa con tanta determinación. Por ahora, nada está resuelto aún pero, en su terquedad, Milei no quiere dar un solo paso atrás.

Pese a la cerrazón presidencial, para el observador es evidente que el Gobierno ha quedado bastante mareado por las pérdidas que sufrió en toda esa seguidilla de tropiezos, en los que su exiguo número en las dos Cámaras quedó fatalmente en evidencia y bajo todos los focos. No está de más recordar el cuento de Hans Cristian Andersen sobre aquel emperador que circulaba por las calles creyéndose la historia de quien lo había “vestido” con un traje mágico que no se veía y de aquellos que no se animaban a decirle la verdad, hasta que un niño gritó “el rey está desnudo” y todos se dieron cuenta al unísono de esa realidad, menos él que no quiso verla para no demostrar que era un negado. Esta historia fue la que padeció Milei y su gobierno en materia legislativa y bastante mérito tuvo hasta entonces la Casa Rosada en disimularlo.

Por supuesto, que la oposición le pasó todas las facturas habidas y por haber al descrédito y a los insultos que de modo permanente le ha llegado a casi todos ellos desde la Casa Rosada y consiguió esta vez armar alianzas de circunstancia, algunas bastante transversales, entre actores políticos que normalmente son como el agua y el aceite. Nadie quiere exagerar la nota, pero con todas las características propias de las pasiones y traiciones argentinas, lo que se vivió en el Congreso durante la semana que pasó tuvo un cierto aire a los acuerdos parlamentarios a la europea, convenios que se hacen y deshacen según la ocasión.

Desde lo numérico, la movida le da al bolsillo de los jubilados apenas un poco más de aire porque por ahora, sólo habrá una suba extra desde abril pasado en adelante de 7,2%, derivado del ajuste de enero, mes al que le faltaba reconocer una parte de la inflación. Después la fórmula seguirá igual, tal como hasta ahora, con dos meses de rezago con respecto al IPC pasado, aunque para determinar los haberes de cada mes de marzo, además de aplicarse la suba de los precios de enero, se observará qué ocurrió con los salarios y con la inflación minorista durante el año anterior. Si el indicador de los ingresos es más bajo que el otro, habrá una suba adicional que equivaldrá cada año a 50% de la diferencia.

Y aquí aparece algo que no es menor a la hora del análisis que, en general, se ha derivado primero a mirar el bolsillo de los jubilados. Ocurre que el articulado también le impone a la ANSeS un plazo de seis meses para cancelar las deudas previsionales por juicios que tengan sentencia firme, unos 90 mil con un monto incalculable con sus retroactivos y ajustes.

También ordena pagar las contraídas a favor de las cajas provinciales no transferidas, las de Córdoba, Buenos Aires, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Misiones, Neuquén, Santa Cruz, Santa Fe, Tierra del Fuego y Corrientes.

Desde el costado fiscal, todo esto es algo que objetivamente le va a arruinar los números al Gobierno, por lo que el ministro Luis Caputo salió a decir técnicamente algo irrebatible, que “con este gobierno los jubilados recuperaron 5% en términos reales” (luego el argumento lo repitió el Presidente), pero ocurre que eso no es lo que se discutió en el Congreso, ni tampoco el agujero que le hizo el kirchnerismo a las jubilaciones, sino el pasado. “La única intención de la oposición es generar déficit fiscal para poder desestabilizar el programa económico" repitió el ministro de Economía en línea con Milei quien ha calculado y así lo ha dicho, que todo este paquete podría llegar a sumar  “370 mil millones de dólares”. Es tan exagerada la cifra que habría que pensar que la verborragia le jugó una mala pasada al Presidente y que pifió groseramente el número, ya que sería algo así como un insólito 66% del PIB.

Más allá de los rimbobantes términos de ocasión, como “degenerados fiscales” dirigidos por Milei a quienes le marcaron la cancha en el tema jubilatorio, hay una atendible cuestión técnica, pero a la vez de estrategia económica, que es la de no comprometer el superávit (o al menos el equilibrio) fiscal logrado. Y entonces, ambos poderes se pasan la pelota sin pudores, ya que el Gobierno plantea que si el Congreso “aumenta el gasto, debería decir de dónde salen los fondos para cubrir el agujero”, es decir el reemplazo de lo que se gastará de más por otras partidas a recortar.

Técnicamente, se trata de definir cuál es la fuente de financiamiento del gasto extra que se propone. Del otro lado, los legisladores han señalado que “podrían salir por ejemplo de los $100 mil millones que venían para la SIDE en el DNU que les volteamos”. También podría pensarse que el propio Ejecutivo debería hacer los deberes en las planillas de la secretaría de Hacienda y sacarlos, por ejemplo, de los subsidios dedicados a las armadurías de Tierra del Fuego, intocables hasta el momento o de otros jardines que nadie quiere pisar.

En tanto, el ex presidente Mauricio Macri y el actual están protagonizando por estas horas una típica comedia de enredos que los hace entrar a la escena por una puerta y salir por la otra. Se muestran cercanos, se invitan a comer, se aconsejan, se recelan y también se castigan con declaraciones y actos a veces contradictorios que desnudan también cierta patología: amor y odio para adentro y para afuera y cada lector podrá inferir si se trata de sinceridad o si es una danza macabra para abulonar los espacios.

Lo cierto es que toda la política quedó revuelta por los acontecimientos de la última semana y ahora se espera ver dos reacciones importantes ante un escenario tan convulsionado: el sentimiento de la opinión pública, respuesta que ya están midiendo los expertos y el que expresarán los mercados, que ayer operaron mirando a Wall Street más que a lo local, pero que en cualquier momento podrían dedicarse a observar mejor lo que pasa y opinar con los precios, sobre todos los de los títulos de la deuda. Ya el riesgo-país se ha elevado un poco en estos días aciagos para el Gobierno.

Es verdad que al mundo de la inversión le interesa más las desregulaciones que impulsa Federico Sturzenegger y la reglamentación del RIGI que se conoció por fin el viernes. Ésta es una oportunidad tangible que se le abre a las empresas de llegar a la Argentina con reglas más claras que las que existían, las que podrían animarlas a hundir muchos miles de millones de dólares aquí, aún con el cepo que espanta y que ellas deberían poder eludir.

Pero, ocurre que el día a día con eje en la iracundia presidencial y su perfil de impolítica terquedad, lo pone al Gobierno en situación permanente de recibir nuevos goles en contra y eso puede abrir cierto paréntesis. Sicología y fútbol, otra vez.

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