McDonald’s cumple 25 años en Tucumán y hay una historia para contar: “Además de vender hamburguesas somos como una gran familia”

EN EL LOCAL DE EL PORTAL. Mercedes Paz recibió a LA GACETA rodeada de los fieles clientes de la marca. la gaceta / Fotos de José Nuno EN EL LOCAL DE EL PORTAL. Mercedes Paz recibió a LA GACETA rodeada de los fieles clientes de la marca. la gaceta / Fotos de José Nuno

Mercedes Paz conversó con LA GACETA y recordó cómo nació la idea de traer a la provincia la franquicia. Anécdotas, de datos y, sobre todo, de incontables emociones.

Guillermo Monti
Por Guillermo Monti 25 Agosto 2024

¿Cómo llegó McDonald’s a Tucumán? ¿Dónde y cuándo se prendió la chispa de la idea? ¿Qué implicó afrontar ese desafío? Mercedes Paz mira hacia atrás y va encontrando las respuestas; reflexiones que implican hilvanar nada menos que una historia de 25 años. Porque pasó un cuarto de siglo desde que abrió sus puertas el local de 25 de Mayo y San Juan y allí sigue, ya un clásico del microcentro.

Mañana habrá fiesta en la emblemática esquina de McDonald’s, pero antes es tiempo de repasar muchísimos momentos en la vida de Paz. De la prestigiosa tenista profesional que mutó en empresaria y se jugó por una franquicia de hamburguesas en la tierra del sandwich de milanesa. Es un viaje lleno de anécdotas, de datos y, sobre todo, de incontables emociones.

- ¿Cómo “descubriste” McDonald’s?

- Mi primera vez fue en Miami y la segunda cuando estuve dos semanas en Tokio. Ahí conocí a la marca por primera vez. En Tokio el McDonald’s quedaba al frente del hotel y por cuestiones económicas para mí era el lugar justo. En ese momento estaba en la transición de junior a profesional, y me acuerdo de que para desayunar en el hotel costaba 20 dólares una lonja de melón; entonces me iba al frente y comía un sandwich de huevo por un dólar con 99. Y tenían una sopa de choclo que me encantaba. A veces también iba a la noche, en esa época todavía no me gustaba el sushi (risas), Otra vez estuve en Rusia y había unas colas interminables para comer en McDonald’s. Así que empecé a seguir la marca y un día dije en mi casa; “alguna vez voy a traerla a Tucumán”.

- ¿Y cómo se estableció el contacto?

- En abril de 1998 vine antes de una concentración de lo que era la Fed Cup y ese domingo sale en LA GACETA un aviso de página entera, en la página tres, que decía “se buscan franquiciados”. Y ahí un hermano me dice: “¿esa no es la marca que vos le habías nombrado de traerla a mamá? Sí, y justo era el año que yo había pensado para mi retiro. Había un teléfono, llamé y aclaré: “no voy a estar para las entrevistas porque me voy a Buenos Aires”. Bueno, me sorprendí porque cuando dije Mercedes Paz ellos sabían quién era yo. Bueno, jugué la Copa -fue contra Eslovaquia- y el martes siguiente me entrevisté con ellos. Les conté que mi objetivo era jugar hasta el US Open y que después me interesaba el tema. “Cuando dejés el tenis llamás”, contestaron. A las tres semanas, en octubre, ya estaba haciendo una entrevista. Empecé mi entrenamiento el 1 de noviembre en Buenos Aires y terminé en julio del 99 en la Universidad de Chicago. El 26 de agosto abrí mi primer local, esa fue la historia.

- ¿Qué implicaba en ese momento traer una franquicia a Tucumán?

- No era algo usual, era un desafío total porque estábamos en un momento muy convulsionado de la Argentina. Estaban mis propias inquietudes: tenía 32 años y lo único que sabía era jugar al tenis, pero en el momento de emprender algo tenía muy claro qué es lo que no quería. No quería seguir viajando y no quería ser entrenadora de tenis. Me encantó que durante la entrevista con McDonald’s, en lugar de desalentarme me dijeron que estaban encantados con mi perfil. Durante ese proceso de capacitación de ocho meses puede reafianzar muchas cosas que había adquirido como deportista y que no las tenía en cuenta. Obviamente, era una inversión muy grande; por suerte, gracias al deporte lo podía afrontar.

- Se hablaba mucho en ese momento acerca de si podía funcionar McDonald’s en la provincia...

- Claro, estaba la idiosincrasia de Tucumán. Cuando empecé a contar en un grupo reducido que traía McDonald’s -no se podía decirlo para que la competencia no entrara antes que nosotros- me contestaban: no va a andar, no hay chance de que compita con el sandwich de milanesa (risas).

McDonald’s cumple 25 años en Tucumán y hay una historia para contar: “Además de vender hamburguesas somos como una gran familia”

- ¿Te acordás de toda esa historia?

- Me acuerdo patente. Bueno, una es deportista; cuando te dicen “no vas a poder” es cuando más te enfocás en demostrar que sí vas a poder. Fue muy linda esa etapa. Yo decía: “a ver, si en culturas como Japón, de comer con dos palitos pasaron a comer con la mano; si en Estados Unidos, en Moscú, McDonald’s tuvo el éxito que tuvo, esto tiene que andar”. Aparte, había estado con otros franquiciados de Argentina y me demostraron que era un buen negocio. Pero tenía miedo, porque la verdad es que no tenía esa experiencia de vida.

- ¿Cómo nació la empresaria?

- Para mí era muy importante saber qué hacer después del tenis, porque mi vida estaba marcada por una pasión muy fuerte. Además, yo quería volver a Tucumán, para mí eso fue muy bueno. La transición de tenista a empresaria se fue dando con muchos sacrificios; fueron ocho meses de entrenamiento en Buenos Aires, rendía examen con mis propios gerentes y tenía que imponer mi autoridad hacia ellos. El nivel de exigencia era alto, volver a estudiar después de 13 años... No sabía si iba a poder hacerlo, esa era una de mis dudas.

- ¿Cómo fuiste avanzando?

- Mi hermana Julia vivía en Buenos Aires y le dije: “tengo el trabajo ideal para vos”. Ella también se capacitó y al año siguiente entró. Creo que eso fue clave. Una de las cosas que aprendí en el tenis, por más que es un deporte individual, es a contar con un equipo de trabajo. Acá también formé mi equipo. Julia se incorporó, después otras hermanas, María y Florencia; y desde hace 25 años están mis aliados estratégicos, Federico Castellote y Rodrigo Montero. Ellos empezaron como cajeros, tenían 18 años. Quizás mido en ellos la evolución del tiempo, porque hoy ya son hombres hechos y derechos, y que hayan hecho carrera con nosotros marca un poco esto.

- ¿A qué te referís?

- A que además de vender hamburguesas somos como una gran familia. Muchos de mis gerentes ya tienen 20 años con nosotros; empezaron todos como empleados. Esa es mi mayor satisfacción, haberles generado la oportunidad a muchos jóvenes.

- Cuando empezaron a buscar personal antes de la apertura fue una revolución en Tucumán. ¿Esperabas algo así?

- Cuando iba por la calle parecía que estaba entregando billetes de 100 dólares (risas). La gente quería el formulario y la oportunidad de llenarlo con su nombre. Me acuerdo de que lo anticipé en McDonald’s: “vamos a tener un problema, porque repartí 3.000 solicitudes. ¿Cómo vamos a hacer?” Bueno, pusimos un límite. Hicimos 900 entrevistas en dos semanas. Mucha gente no tenía ni idea de qué era McDonald’s, pero había un chico que estudiaba marketing y tenía el libro de McDonald’s bajo el brazo. Se llamaba Esteban Bartoletti; entró de cajón porque amaba la marca.

- ¿Cómo fue esa etapa previa?

- Hicimos un simulacro de 20 días con papas fritas de cartón, habíamos alquilado la sede de El Hogar del Empleado. Otra cosa: habíamos anotado a nuestros empleados el 6 de agosto y el local abría el 26. Claro, eso en Tucumán no ocurría. O sea, yo había pagado mi primera quincena sin abrir al público. Nadie entendía que fuese todo en blanco. Mientras tanto, lo que más me llamaba la atención de la marca es que hubiese un procedimiento para cada cosa, con estándares altísimos. Ahí me dije: “esto es lo mío, tengo que ser obediente y disciplinada”. Bueno, el deporte me había dado eso.

- ¿Cómo lo trabajaste, teniendo en cuenta todas esas especificaciones?

- Obviamente que hay que poner la impronta de cada uno y son los recursos humanos. O sea, yo siento que la gran diferencia entre nuestro McDonald’s y quizás el McDonald’s que comí en París o en Italia es la gente que lo compone. Tenemos 250 colaboradores que no son un número; son Esteban, Rodrigo, Federico... Muchos de ellos pasan cinco años, que es la etapa en la que estudian y después empiezan a fluir; otros hacen carrera, pero es muy lindo cruzarlos en la calle, ver que triunfan y que recuerdan con mucho cariño su primer empleo. He visto familias que se han construido, familias que se han separado... Es como un pequeño submundo realmente muy pasional, porque el que trabaja en McDonald’s tiene pasión.

- También fue un acierto el lugar, la esquina de 25 de Mayo y San Juan, ¿no?

- Sí. Cuando hice la entrevista con McDonald’s estaba pensado en otros lugares. Uno era donde funcionaba la Mueblería Moderna, en Mendoza al 200; otro en la terminal de ómnibus. Pero tenía que ser la 25, por lo que me representaba. Además me encantaba la casa en cuanto a la estética, que se conservó. Me acuerdo perfectamente del proceso de la obra, estaba todo tapado y después tuvimos la cuenta regresiva. La apertura fue muy parecida a lo que había sido en Buenos Aires, se había generado una tremenda expectativa.

- Hay quienes en el 99 o el 2000 iban a McDonald’s siendo niños y hoy lo hacen con sus hijos. ¿Se notan esas experiencias?

- Sí; es más, me ha pasado de chicos que trabajaron con nosotros y ahora los que trabajan son sus hijos. Eso es muy fuerte; te marca el paso del tiempo.

- McDonald’s también significó el desembarco de la comida rápida en Tucumán. ¿Cómo se instaló eso en el imaginario tucumano?

- Bueno, nuestros productos son de primera calidad. Tenemos lo que se llaman vencimientos primarios y secundarios, y son muy cuidados. Por ejemplo, el tomate tiene un vencimiento primario y si se lo cortó para el sandwich tiene un vencimiento secundario. McDonald’s es muy cuidadoso de sus marcas, el aceite se lo filtra todos los días, se lo cambia cada vez que es necesario. La carne es de frigoríficos argentinos.

- ¿Qué representa la cajita feliz?

- Había una mesa en la que me sentaba a mirar la cara de ilusión de los chicos. Cuando un chico veía la cajita era pura emoción. Para mí representa la alegría de los padres disfrutando la emoción de sus hijos. Y también la sorpresa del chico viendo qué le va a tocar.

- ¿Cómo fue evolucionando el negocio?

- El primer local lo abrí en el 99 y es el que cumple 25 años. El segundo, en 2000, lo abrió Arcos Dorados (en el Híper Libertad). Para mí era muy complicado por la cuestión económica del país y entonces dije que no. Bien, en 2011 inauguramos en el shopping El Portal y en 2015 compramos el del Híper Libertad, que pasó a ser nuestro tercer local. Lo compramos usado, digamos (risas), pero para nosotros era importante establecernos como la marca ícono. En 2018 fue el turno del AutoMac en la avenida Belgrano, hacía mucho que buscábamos el espacio adecuado.

- ¿Cómo respondió el público ahí? Lo de comer en el auto no era usual en Tucumán...

- Hay una clientela muy específica. Y después vino la pandemia y se potenció esa modalidad. Hoy el local nos representa ventas importantes en nuestra cadena: además implicó traer la tecnología en su máxima expresión. También están las estaciones al paso de helados y café; una frente a la plaza Independencia y la otra que abriremos pronto en la esquina de San Martín y Maipú.

- ¿Qué significan para vos estos 25 años? Cuando mirás para atrás, ¿qué ves?

- Mucho orgullo, satisfacción total por haber logrado un muy buen equipo, por tener una empresa familiar, por generar tantos empleos. Argentina es un país de crisis totales y siempre estoy agradecida a McDonald’s, a la corporación. En la época de la pandemia me asusté porque tenía mucha gente a cargo y el local cerrado más de dos meses. La venta era un 10 por ciento y a tus gastos fijos los tenés siempre. Ahí me di cuenta y dimensioné quién es McDonald’s, porque nos apoyaron en ese momento de crisis. Al Estado también, sin ellos hubiese sido sumamente difícil. Otro dato increíble fue en plena pandemia, cuando los gerentes fueron a trabajar al primer local habilitado, que era el de la 25. Eso fue muy fuerte a nivel emocional, porque arriesgaban su vida para sostener la fuente de trabajo.

McDonald’s cumple 25 años en Tucumán y hay una historia para contar: “Además de vender hamburguesas somos como una gran familia”

- ¿Qué crees que le aportó McDonald’s a Tucumán?

- Me encantó que no se haya cumplido la profecía de que no iba a andar. Anduvo y crecimos. La verdad es que me siento plena; podía elegir cualquier lugar del mundo, pero volver a Tucumán con mi gente me hace sentir bien conmigo. En el tenis la vida me fue llevando, a McDonald’s siento que lo elegí. En el proceso conocí a mi marido, tuve un hijo, tengo una familia ensamblada, entonces McDonald’s representa todo eso, ¿no? Compartir con mi familia, con mis seres queridos. No tengo duda de que mi papá y mi mamá desde el cielo están orgullosísimos por cómo hemos crecido y bueno, quiero aportar a Tucumán desde mi lugar. Mi desafío es cambiar Tucumán desde nuestra esquina, porque a Tucumán la quiero tanto que la quiero limpia, ordenada. Sé que hay que cambiar un montón de cosas, soy medio delirante (risas), pero me siento una persona honesta y creo en el trabajo. Para mí que la gente gane su plata a través del trabajo es algo que lo aprendí en mi casa; me honra seguir creyendo en eso. Los valores que encuentro en McDonald’s son valores que estaban en mi familia: la honestidad, ganar el pan con el sudor de tu frente.

Inolvidable

Un premio que significó como ganar el título en wimbledon

Hay un premio muy especial, ambicionado por todas las franquicias de McDonald’s alrededor del mundo. Se llama The Fred L. Turner Golden Arch Awards y viajó a Tucumán en 2021. Según Mercedes Paz, se trata de uno de los principales hitos a lo largo de esta historia de 25 años.

“Lo recibimos con Julia (su hermana); se trata del premio a la mejor franquicia y sólo se lo otorga al 1% del sistema McDonald’s, dentro de los 25.000 locales que hay en el mundo. Haber sido galardonadas con ese premio fue como ganar Wimbledon para mí”, destacó Paz.

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