En 1967 y 1968 salían a la luz las dos obras principales del gran maestro de la nueva pedagogía latinoamericana; me refiero a Paulo Freire (Brasil 1921/ 1997). Tanto en “La Educación como práctica de la libertad “, como también en “Pedagogía del oprimido”, este gran maestro nos cambió el eje de la mirada respecto a la educación, por varios motivos. Pero sobre todo, por conceptos tales como que… “Aprendemos entre todos”, o “Los maestros damos respuestas a preguntas que los alumnos no han formulado”, o también, por ejemplo que “debemos terminar con las concepciones verticalistas en la educación”… Pero si algo distingue su obra y su tarea de décadas, es sin duda haber dado sustento real y práctico al concepto de Educación Permanente. En este sentido, el hombre es un ser en permanente construcción y por lo tanto la educación será el gran motor que lo deberá acompañar siempre. Propongo revisar este tema que hace a la problemática educativa del presente desde el punto de vista teórico y también practico. Los conceptos de educación permanente y de autoevaluación escolar van de la mano. El comienzo del siglo XX estuvo marcado por una fuerte presión del mundo racional y científico. Desde el positivismo se creía que todo dependía de la ciencia para erradicar el hambre y la pobreza del planeta. A pesar de los avances técnicos y científicos impresionantes, los resultados esperados no se produjeron. Autores como Larrondo González, proponen redescubrir la educación para pensar el mundo no como un producto sino como un proceso. …”como el ambiente donde debemos vivir en la mayor armonía con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con el futuro de las próximas generaciones, sin que ello signifique renunciar al progreso técnico-científico ni a los niveles de bienestar alcanzados. Se trata de humanizar el crecimiento y democratizar la distribución desigual de la riqueza.” La educación debe ser repensada como proceso continuo y no como producto final, lo cual nos permitirá que los jóvenes enfrenten el mundo actual, con otra perspectiva, mas humana, menos marcada por el éxito a cualquier precio, etc... Repensar, entonces la educación para que sea permanente, implica no solo revisar sus métodos, las currículas, la formación docente; también revisar la contradicción “Educación como producto” vs. “Educación como proceso”. Esto último implica que el hombre se educa siempre; para que ello no quede en enunciación, se debe cultivar como una actitud vivencial que hay que formar en los jóvenes, lo cual no es posible si solo nos quedamos en planteos metodológicos, pragmáticos y de resultados. Hay que transformar a la educación en su sentido más profundo y vital en un proceso para pensar el hombre y su entorno. Comprender a la educación de esta manera implica verla como un proceso donde el ambiente la determina, por lo que nos obliga a no quedarnos al margen de dichos cambios. El contexto no está estabilizado, cristalizado, se mueve, por lo tanto los estudiantes y profesionales, a veces se encuentran insertos en una realidad que no siempre pueden comprender. La educación debe ser entendida como un proceso que nos permita relacionarnos y dialogar dinámicamente, con los otros, la cultura, nuestro pasado y futuro. La tecnología avanzó mucho, ahora es el tiempo del avance de la educación. Esto nos permitirá no ser arrollados por la tecnología, sino poder servirnos de ella. Las metodologías de enseñanza deben ayudar y entrenar al alumno para que sepa buscar nuevos contenidos por si mismo. La educación permanente será entonces la manera en que el hombre descubra que debe educarse permanentemente y poder educar a otros, eliminando la creencia de que la misma solo se debe impartir en las instituciones formales. La educación no es neutra, procura el bienestar del hombre, la justicia y el desarrollo humano. Para que el alumno pueda discriminar entre conocimientos valiosos y significativos de aquellos intrascendentes, deberá contar en los próximos años con tres habilidades, que son la flexibilidad, saber buscar información y no solo acumularla y tener una base de valores. Debemos estar siempre en conexión (trabajar en red) trabajar asociadamente, tratar de ser lo más congruentes y sólidos que se pueda…Pensar la educación, es pensar en estos elementos. Para lograr un desarrollo en serio, tenemos que saber como sociedad qué futuro queremos y que resultados esperamos obtener. Es necesario para ello utilizar el impulso tecnológico y apoyarnos en una visión progresista con valores y principios democráticos sólidos.
Rubén Ricco