Las claves para preservar una ciudad histórica

El experto francés Gaël de Guichen disertará hoy en un simposio.

Gaël de Guichen Gaël de Guichen

“Dicen mis amigos que hablo un español tutti-frutti”, sostiene con una sonrisa el profesor Gaël de Guichen (foto). Y no les falta razón, porque durante la charla con LA GACETA va entremezclando el castellano con el italiano, y de vez en cuando se cuela alguna palabra en francés. Viste de blanco de la cabeza a los pies y contagia entusiasmo cuando se sumerge en un tema que lo distingue como un experto de primer nivel internacional: la conservación del patrimonio. Entonces sus 83 años lucen de lo más juveniles.

Con la mayor diplomacia posible, De Guichen desliza una mirada para nada positiva acerca del perfil urbano de Tucumán, en el que no distingue las líneas de una ciudad histórica. Le sobra autoridad para el análisis, desde su rol de Consejero del Director General del Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de Bienes Culturales (ICCROM), institución de la que forma parte del equipo técnico desde 1969.

Se trata de un organismo intergubernamental creado por la Unesco, en el que se agrupan 137 países. Argentina es uno de ellos. En ese marco, De Guichen ha trabajado en numerosos proyectos de conservación de bienes culturales, que van desde edificios hasta museos, bibliotecas y archivos. Llegó a Tucumán con un doble objetivo: dictar un curso sobre este tema en la biblioteca Sarmiento y brindar la conferencia inaugural del simposio “La luz en el museo y el cuidado del patrimonio”. Esto será hoy a las 11.30 en la Facultad de Ciencias Exactas (UNT), en el marco del encuentro que organiza el Instituto de Investigación en Luz, Ambiente y Visión (ILAV, Conicet-UNT).

Es la primera visita del experto francés -de origen bretón- a Tucumán, aunque en viajes anteriores estuvo en Rosario, Corrientes y Buenos Aires, ciudad que le genera admiración. De Guichen vive en Roma, donde destaca el disfrute que le genera trabajar a 100 metros de Piazza Navona, en el edificio del Museo Napoleónico.

“Una ciudad histórica tiene un cierto nivel de pisos en sus construcciones: tres pisos, máximo cuatro. En Roma, por ejemplo, hay una unidad y esa es la demostración de que el sitio está conservado -comenta-. Pero si caminas por la calle y ves una casa de dos pisos, y al lado un rascacielos, esto quiere decir que no hay buena conservación”. “Una ciudad debe contar con una ley que controle estas cosas -añade De Guichen-. Puede haber monumentos históricos interesantes, pero la impresión general, y lo digo con mucho respeto, es que la situación es muy diversa aquí”.

Efectos de la luz

Respecto de la conferencia de hoy, el tema elegido se refiere a los efectos de la luz. “La luz es esencial para apreciar y comprender lo que ofrece un museo, una biblioteca. Pero así como el sol puede dañarnos la piel, la luz puede hacer lo mismo con los objetos -apunta-. Ahora bien, hay objetos que no se queman y son los inorgánicos: la piedra, el metal, el vidrio, la cerámica, Pero hay otros, como puede ser un tejido, el papel, una pintura, un documento; que sí se dañan. Por ejemplo, la invención del tubo fluorescente fue una tragedia para la conservación, por la radiación de luz ultravioleta que proyecta. Claro, la conservación ideal es en la oscuridad, pero ¿de qué sirve si no se puede ver? Nuestro trabajo consiste entonces en reducir los efectos de la luz sobre los objetos”.

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