Hace 16 años, Martín Giner montó su obra “Medio pueblo”, en la que describía el proceso de destrucción de una sociedad a partir de un enfrentamiento profundo por cuestiones aparentemente nimias que la dividió en dos sectores. Una treintena de muñecos, cada uno con su personalidad, servían para el despliegue dramático de una historia que encierra reflexiones más allá de la anécdota.
La obra ha tenido un largo recorrido en este tiempo, con diferentes montajes en todo el país. El último es el protagonizado por Leandro Amarelle, como el sastre narrador del relato dramático que comienza con la pérdida de un botón (con el desafío especial de desplegarse y multiplicarse en los diversos personajes), con la dirección de Analía di Núbila. Si bien la idea original sitúa la acción en el pasado, en un punto de quiebre entre la Edad Media y la Modernidad, es inevitable pensar en la vigencia de los enfrentamientos y la imposibilidad de concretar un diálogo superador de esa instancia.
Luego de dos exitosas temporadas en la Capital Federal, la obra está de gira nacional y esta noche y mañana se presentará desde las 21 en la sala Juan Tríbulo del teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy).
“Estrenamos este proyecto el año pasado por la necesidad de hacer teatro y decir muchas cosas que sentimos sobre un país en crisis, no solo económica. Creo que nos alejamos de la humanidad y estamos en una carrera constante. Esta obra es necesaria para todo lo que está pasando”, afirma Amerelle, en diálogo con LA GACETA.
- ¿Qué te interesó del texto de Giner?
- Me llamó la atención la propuesta del actor y sobretodo el humor e ironía que maneja en el texto, las maneras complicadas y a la vez tan sencillas de decir muchas cosas que por ahí no vemos de nuestro actuar diario y cotidiano.
- ¿Somos la sociedad que pone en escena la puesta?
- Somos una sociedad y eso nos lleva a un sin fin de personalidades, hechos y sucesos que se asemejan a las descripciones de los personajes; es inevitable sentirse identificado o identificada con un personaje o situación. No diría que somos esa sociedad... ¡pero tranquilamente podríamos serlo!
- La obra se estrenó en Tucumán en 2008, ¿cómo se resignifica actualmente?
- El teatro es un arte efímero y es inevitable que suceda esa resignificación. En lo personal me gusta que así sea, sino me sentiría alejado de la realidad que a veces el público busca manifestada en escena.
- ¿El montaje replica la puesta original de Giner?
- Partimos del texto pero nuestra propuesta tiene otra búsqueda, porque lo maravilloso del teatro es poder plantear los mismos textos desde distintos focos y puntos de vista.
- ¿Cuál es el aporte que le hicieron a la obra?
- Modificamos algunos planteos del texto, le aportamos nuestra mirada e interpretación en una situación social, política y económica actual, distinta a los tiempos donde el autor escribió y puso esta obra en escena.
- ¿Tomaron contacto con el autor?
- Tengo el placer de tener contacto con Martín y charlamos sobre la propuesta desde el principio de nuestro montaje
- ¿El uso de los muñecos permite al público tomar distancia del relato?
- Para nada, creo que los muñecos acercan y facilitan la identificación y cercanía del público es el relato y los personajes.
- Si todos somos culpables de algo para arribar a un determinado resultado, entonces ¿nadie termina siendo responsable de lo ocurrido?
- Si nadie es responsable de lo ocurrido es ahí cuando más obligado/a estás a ver esta obra y a comprender que nuestra realidad es por los resultados de nuestros actos. Es necesario asumirlos para que no caigamos en una catástrofe sin precedentes, como le ocurrió a este pueblo o a estás dos mitades.
- ¿Estamos condenados a la destrucción?
- ¡No hay condenas en esto! Tenemos una posibilidad y eso nos da la esperanza de no quedarnos con ese desenlace.
Unipersonales: obras en Casa Luján y en la Sirio Libanesa
“Rosita, mi memoria” es la obra teatral que se presentará a las 19 en el Centro Cultural Casa Luján (Cornelio Saavedra 74), que a través de siete escenas recorre la vida del personaje que se evoca en el título, interpretado por Ayelén Viola (foto), para transitar la enfermedad que tuvo hasta su último día de su vida: el Alzheimer. “Es una propuesta que trae elementos del teatro del absurdo, con un contenido mayormente autobiográfico de mi vivencia con mi abuela”, adelanta la directora Serena Ricci, quien aclara que las entradas se venden de manera anticipada porque la puesta tiene capacidad limitada y se suspende por lluvia. A las 21.30, Cuca Danna llevará al teatro Khalil Gibrán de la Sociedad Sirio Libanesa (Maipú 575) su unipersonal “Confesiones de una oveja negra”, en el cual recorre aspectos de su existencia entre risas, para poder reflexionar sobre las cosas que le pasaron a ella y a las mujeres que compartieron su generación y sus experiencias familiares y sociales. La puesta tiene dirección de Adolfo Assad.
Musical e historia: reponen tres propuestas
Hoy a las 21 será la última función de “El Ausente o memorias de la fiebre” en el Museo Histórico Provincial Presidente Nicolás Avellaneda (Congreso 56), la obra teatral sobre la vida y las ideas de Juan Bautista Alberdi escrita y dirigida por Víctor Hugo Cortés y con las actuaciones de Dany Aráoz Tapia (foto), Natalia Yapura, Fernando Ríos y Alejandro Villagra, como espectros de su pasado artístico que lo cuestionan acerca de sus pensamientos. A la misma hora, en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251) se repondrá “La Margarita”, el musical de Mario Ramírez dirigido por María José Stefani que se basa en el cautiverio sufrido por el uruguayo Mauricio Rosencof mientras estuvo preso durante 12 años en la dictadura militar uruguaya y sus recuerdos de amores que le permitieron sobrevivir al encierro. En el teatro Rosita Ávila (Las Piedras 1.550) se presentará “Los trapos sucios de Adán y Eva”, de Darío Basualdo, sobre una pareja adulta que delega en el público la decisión de seguir juntos o separarse. Actúan Silvia Gianfrancisco y Mauro Yriñis, dirigidos por Benjamín Tannuré Godward.