Franco Colapinto: más de lo que cualquiera espera de él

Entre los muros del circuito de Bakú, muestra desparpajo, pero sin perder madurez.

Franco Colapinto: más de lo que cualquiera espera de él

Hay que ponerse en la piel de Franco Colapinto. Hace unos 20 días, la F-1 era para él apenas un lindo sueño. Hoy es una realidad que lo abarca por completo, jugada atrevida de Williams de darle la responsabilidad de uno de sus bólidos a un jovencito de 21 años y sin experiencia en la “máxima”.

El circuito callejero de Bakú se veía (se ve) como un monstruo de varias cabezas. Tiene 20 curvas, nueve de ellas en 90 grados. Cuenta con unos seis kilómetros, y es traicionero. A la vera de él hay bloques de unas 3,5 toneladas cada uno que conforman un muro de temer. Y hay otros en las rectas de unas 7,5 que se transforman en una muralla. Es un trazado que tiene tramos tan rápidos que en ellos se pueden superar los 340 kilómetros por hora. Y tiene otros tan estrechos en los que no hay tiempo ni para pensar cómo encararlos.

(Dato no tan al margen: la llamada Curva del Castillo, de ¡7,60 metros de ancho!, en condicionales normales debería hacerse a 20/30 kilómetros por hora. Pero estos F-1 superan la zona a unos 100 km/h. Y miren que hay que saber cómo hacerlo con un coche de unos 5,60 metros de largo y unos dos de ancho).

Y allí está el “inexperto” Colapinto, clasificando noveno, sin haber acelerado jamás en esa pista (aunque la hizo hasta el hartazgo en un simulador). Progresando en cada sesión, marcando territorio con parciales de ensueño. Pagando pequeñas deudas por errores que necesariamente deben aflorar. Ayudado por el palpable salto de calidad que está mostrando Williams, que hasta hace semanas era un equipo de mitad de pelotón para abajo y hoy aspira a pelear en puestos top 10.

Flores para Franco por lo que está haciendo. Él es auto convicción. Es claridad en momentos difíciles. Asoma en él desparpajo, pero sin perder madurez, algo que no deja de ser descomunal por su edad y su corta experiencia en un F-1. Se nota también en él naturalidad, precisión, concentración. Un error que comete rápido se convierte en aprendizaje. Y algo también importante: no está desaprovechando sus oportunidades.

Colapinto tiene un don, y él le aporta cosas a eso todo el tiempo. Quizás allí se asiente su ambición de más y la expectativa del público argentino. Porque está haciendo algo más de lo que cualquiera esperaba de él.

Cuesta ser cautos con los adjetivos y los conceptos sobre Franco. Falta la final en Bakú y cualquiera que entiende de automovilismo sabe que se trata de un deporte en el que cualquier cosa puede pasar, en cualquier momento.

La lógica indica que mantenerse en la carrera en el lugar que logró al clasificar ya será un triunfo para él. Aunque, bueno es decirlo, con Colapinto uno se va dando cuenta que nunca se sabe.

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