Juancito, el lobo y las vendas

Las dificultades del conflicto del transporte. Todos esperan un aumento que puede bajar tensiones pero no resolver el problema. Las contradicciones que implica sancionar a la jueza Ballesteros. Campero y su grito desaforado.

Juancito, el lobo y las vendas

Este martes un televidente seguidor de una de las producciones de LG Play escribió un mensaje que dejó pensando a los periodistas responsables de la emisión. “No le dediquen tiempo al tema del transporte. Es como Juancito cuando dice: ‘Ahí viene el lobo’. Lo hace tantas veces que uno al final ya no le lleva el apunte.

No hay dudas que la película de los ómnibus tucumanos es ya una repetición que no sorprende a nadie. Siempre pasa lo mismo. Y, mientras todos los actores se preparan para repetir el mismo parlamento de siempre, en otros escenarios los taxistas y los que manejan un Uber se llevan “van a borderó” con las ganancias..

Sin embargo, esta semana podríamos repetir aquellas palabras que recitaban las abuelas: “yo no creo en las brujas que las hay, las hay”. Esa expresión cabe perfectamente para explicar el milagro ocurrido: por segunda semana consecutiva no hubo paro de UTA en San Miguel de Tucumán. Por segunda semana consecutiva nadie sabe cuánto es el precio que debería tener el viaje en ómnibus. Por segunda semana consecutiva la comisión de Transporte del Concejo Deliberante no logra dilucidar si debe haber aumento o no. Si en ese tema no logran ponerse de acuerdo, mucho menos parecen estar capacitados para fijar un valor.

El desorden y la inutilidad de los protagonistas para encontrar una solución al problema es lo único que está claro en este proceso y le da la razón a aquel televidente que ya no aguanta más las historias del transporte público de pasajeros. No es para menos, porque cada vez que se producen acciones como el paro o la bravuconada de los empresarios de hace 15 días terminan destapando alguna maniobra cuyo único fin no es el usuario sino el dinero. Cuando se pregunta “¿Qué pasó?”, la mayoría coincide en que ya está acordado un aumento del precio del viaje. El valor final que avalarían los ediles es de casi 1.000 pesos. Será insuficiente. Según los empresarios el viaje debería costar aproximadamente el equivalente a un dólar, es decir unos 1.300 pesos. Por lo tanto en pocos días todo volverá a empezar.

Cuando el siglo empezaba, Eduardo Duhalde creó los subsidios para sostener el servicio de transporte. De esa manera buscaba que los usuarios no pagaran tanto por el servicio. Respondía así a una necesidad de la sociedad que estaba saliendo de la crisis de 2001. Eso sí, nunca encontró una vara clara para ser equitativo. Los porteños siempre recibieron más que el interior -mucho más- pero fue el principio del fin. Porque lejos de recibir los subsidios como una forma de equilibrar el desbarajuste de la actividad, el valor del boleto empezó a ser una variable de ganancias o acuerdos políticos. Al mismo tiempo, los empresarios entraron a pedir quiebras. De esa manera eludían impuestos como si fueran el Messi del Barcelona y creaban nuevas empresas. Eso sí, nunca desaprovechaban los dineros de los subsidios.

Ahora todo es desorden. La nueva protagonista de la telenovela es la intendenta Rossana Chahla, a quien le encanta participar en cualquier película pero no en esta. Sin embargo, fiel al guión, sus parlamentos confirman que el tema del transporte es una cuestión municipal, algo que prefirieron evitar durante 12 años Domingo Amaya y luego, ocho años, Germán Alfaro, dos hombres que hoy parecen estar más cerca del gobernador Osvaldo Jaldo que la mismísima “Lady mayor” de la ciudad.

Durante estos últimos 15 días, en la Municipalidad de Capital hicieron un curso acelerado de política. Aprendieron que el poder indiscutiblemente pasa por la gestión de Jaldo y si se le discute alguna consecuencia tendrá. Por eso cuando se comenta que la intendenta está enojada no es por los zigzagueos que hacen los empresarios tirando puntapiés por todos lados ni por la forma en que arrastran los pies los concejales, es por cómo mueven los hilos en la Casa de Gobierno. Para peor, sus amigos que siempre tienen algo para bisbisearle al oído y le avisan que vendrán nuevas tensiones con la Provincia.

Una de esas jugadas ponen en alerta a más de un funcionario cuando algunas facturas empezaron a llegar a la municipalidad por el uso del agua para limpiar los espacios públicos. No se interpretó cómo una cuestión que tuviera que ver con el servicio sino con los embates que llegan que desde sectores del jaldismo. Chahla intentó siempre mostrarse como una política independiente de los “reyes de España”, pero no puede evitar que el manzurismo la mantenga como la dama, es decir la pieza más importante del ajedrez del ex gobernador y actual senador de la Nación. En el municipio, por las dudas, empezaron a revisar las deudas que la SAT tiene con la administración por la cantidad de multas que podrían cobrarle a la institución que conduce el jaldista Marcelo Caponio. En la enumeración figuran desde pérdidas de agua en veredas hasta la falta de reposición de hormigon en la calzada, pasando por pérdidas de agua en distintas arterias de la ciudad.

Venda o mordaza

En el palacio donde vive la “Señora de los ojos vendados” la protagonista fue la magistrada Carolina Ballesteros. Contra ella ingresó un pedido de juicio político en la Legislatura. Entre otras cosas quien la acusó de no cumplir sus funciones dice que la jueza habría intentado influir en una causa en la cual es víctima su hermana Lorena. Mientras esto ocurría en la Cámara, en las alturas del edificio del pasaje Vélez Sársfield nada decían de los exabruptos que tuvo Ballesteros contra el ministro fiscal Edmundo Jiménez y contra el vocal Antonio Estofán. Siguen pasando los días y en la Corte Suprema de Justicia pareciera que a la señora Justicia, la venda de los ojos se le habría deslizado y se habría convertido en mordaza. Los vocales parecieran querer evitar abordar este tema. Sobre la denuncia por la que se abre juicio político a Ballesteros, si hubiera que juzgar en base a los antecedentes que hay en la provincia la jueza debería ser galardonada y no juzgada y mucho menos destituida. En Tucumán querer influir en algunas causas se premia, no se castiga.

Malas palabras

Cuando se aprobó la ley de mejoras para los jubilados, el diputado nacional por Tucumán Mariano Campero fue efusivo a la hora de avalar el proyecto en el recinto. Cuando esta semana se aprobó el veto a ese tema no sólo fue orador sino el protagonista estelar. Ya antes de salir a escena hizo más ruido de lo que se esperaban. El tucumano repitió jugadas que a la política le costaron el mote de “casta” en tiempos de milei. Levantar la mano y después volver a hacerlo en sentido contrario son las cosas que afean a la política. Son malas palabras. Campero, no obstante, salió a explicar de forma desaforada que el aumento llevaba otros condimentos que se agregaron después de su intervención en la desvelada madrugada de la primera sesión por lo jubilados. Si fue como dice el diputado, terminó aprendiendo que en el recinto de la Cámara Baja no puede confiar ni en sus propios compañeros. Pero el ex intendente de Yerba Buena, más allá sus desplantes y ampulosos gestos para justificar que nunca hará nada que afecte el déficit fiscal -con esto adelantó su aval a un veto sobre la cuestión universitaria que se viene-, consiguió algo especial por lo que bregan especialmente los políticos del interior: trascender. En la Cámara de Diputados no suele ser fácil para los que vienen de afuera de Buenos Aires conseguir que se los identifique. Es más, suelen ser ninguneados y pagan un largo derecho de piso que dura años. Los desplantes y su agresividad hicieron que el propio Presidente de la Nación lo tuviera en cuenta. En medio del maremágnum que generó cosechó dos enemigos centrales que lejos de pisotearlo lo fortalecieron en el segmento de la sociedad en el cual a Campero le gusta jugar. Inesperadamente Cristina Fernández y Martín Lousteau se ocuparon de dispararle munición gruesa. Por ello quedó de un lado de la grieta, en el que está frente al kirchnerismo. Eso no sólo le valió la valoración de Javier Gerardo Milei sino también la justificación de un amplio sector de la sociedad que aún no logra digerir la corrupción de los gobiernos K.

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