Milei se debate entre el mercado y la opinión pública

La sociedad duda acerca de que se materialice una mejora sustancial en la macroeconomía. El impacto del veto de la Movilidad Jubilatoria.

Milei se debate entre el mercado y la opinión pública

En el mercado hay euforia; en la calle la sensación es completamente diferente. Los sondeos de opinión pública no tienen la misma solidez que hace unos meses tanto en la imagen del presidente Javier Milei como en la de la marcha de su administración de Gobierno.

El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) de septiembre, medido por la Universidad Torcuato Di Tella, mostró una abrupta caída del 14,8%, señalando el peor desempeño de la administración de Milei desde su inicio. Es posible que lo que suele considerarse la “luna de miel” de esta gestión esté llegando a su fin. ¿Qué factores impulsaron esta caída en la confianza?, plantea GMA Capital.

En parte, dice el economista Nery Persichini, la administración tocó un pilar fundamental para la ciudadanía al vetar, nada menos que, la movilidad jubilatoria. Según el ICG, el segmento de mayores de 50 años experimentó una caída del 20% en su nivel de confianza. Un hecho similar se vio en octubre de 2010, cuando Cristina Fernández de Kirchner vetó el 82% móvil; sin embargo, en aquel entonces la confianza disminuyó apenas un 4%.

¿A qué se debe esta diferencia? ¿Acaso las circunstancias son distintas hoy? La respuesta puede implicar otros aspectos de la sociedad. El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) retrocedió un 5,9% en septiembre, tras dos meses consecutivos de alzas. Al desglosar los datos, el factor más determinante fue el deterioro de la percepción de la Situación Macroeconómica, que cayó un 9,3%. Aún más llamativo es que las Expectativas Futuras registraron una baja del 7,7%, superando la caída de las Condiciones Presentes. Esto refleja que lo que más inquieta a la ciudadanía es que la mejora en el futuro no se materialice, completa el economista Mauro Falcone.

En 2010, el veto a la movilidad jubilatoria no impactó en absoluto al ICC, que de hecho subió ese mes. Aquella vez, el veto fue un hecho político sensible, aunque desligado de la realidad económica de una parte importante de la sociedad. La gran diferencia hoy es que el problema no es solo el veto actual, sino la ausencia de una visión clara de mejora en la situación económica personal, advierte GMA.

Sin embargo, el mercado afianza su optimismo. El camino hacia la normalización macroeconómica, la promesa de viento de cola, por la decisión de bajar drásticamente las tasas por parte de la FED, y la calma cambiaria son algunos de los factores que llevan a que los inversores a esperar un mejor clima en la Argentina. Todo esto montado en el mantra que el propio Milei repite respecto de que el Gobierno no se saldrá del objetivo del déficit cero. No obstante, plantea GMA, es determinante para la reducción del riesgo país que la sociedad apruebe el norte económico elegido por las autoridades, y que principalmente acepte la otra gran ancla del programa: el equilibrio fiscal.

Si todo va tan bien ¿por qué hay coincidencia en que el gobierno entró en fase de desgaste en la opinión pública? Para poder precisar cuán nueva es esta Argentina, y cuánto es la de siempre, el consultor político Carlos Fara plantea cinco escenarios:

• Nunca hay un solo factor que explica las subas y bajas en la aprobación de un gobierno. Por ejemplo, el veto a los jubilados sin duda influyó, pero no es excluyente.

• La paciencia social funciona como un vaso que se va llenando con gotas cotidianas. La sumatoria de átomos de H2O en algún momento lo llena y desborda. Pero a priori, es difícil predecir cuál es la gota que rebalsa. Es solo una gota más, sí, pero cumple un rol estratégico siempre y cuando el vaso esté muy colmado.  

• Como en toda dinámica social, en algún momento se acaba la novedad y se genera una saturación. Lo comentamos la semana pasada cuando analizamos por qué el rating de la cadena nacional presupuestaria había sido tan bajo.

• ¿Cómo está el tanteador en materia de resultados? No son los resultados de los que habla el oficialismo de turno, sino los que la sociedad quiere observar. Si la inflación baja, pero la principal preocupación es el desempleo y la caída de ingresos, se debe evaluar una desconexión entre un parte de la realidad y una parte de la percepción. Es natural, ocurre con todos los gobiernos en todas partes del planeta.

• ¿Cuánto siente la opinión pública que el gobierno está enfocado en lo importante, en mostrar “empatía” -palabra muy citada en los grupos focales- y no está perdiendo el tiempo dando “batallas culturales” que nadie le demandó?

El karma de Milei

Julio Burdman, doctor en Ciencia Política, sostiene que las preocupaciones del mercado se asientan en ese descontento social que está evidenciándose y en la política misma. “Pese a que Milei muestra números sólidos, los inversores y los operadores creen que el esquema político que lo sustenta es débil”, indica a LA GACETA. El consultor agrega que esa debilidad puede sustentarse en la falta de “fierros de gobernabilidad, al argumentar que el Presidente no tiene territorio como otros referentes o que los bloques legislativos que lo apoyan fervientemente son ínfimos”. Pero, en cambio, Milei tiene una mayor fortaleza dentro de la opinión pública respecto de sus predecesores en el cargo. Burdman apunta que La Libertad Avanza se sustenta en aquel 56% que lo apoyó electoralmente y que, en gran medida, sigue apoyándolo. Distinto el caso de Mauricio Macri que llegó al poder con una contribución electoral del massismo disidente o de Alberto Fernández, que fue votado por la opinión pública afín al kirchnerismo, pero que rápidamente le quitó el respaldo. “Aun así, el mercado lo mira como un Gobierno vulnerable, que perderá apoyo y que se quedará solo. A Milei, todo eso, le resulta una suerte de karma, ya que no logra convencer al mercado de que está fuerte y los pronósticos sobre la endeblez del apoyo a Milei, lo lastiman ante los ojos del mercado”, puntualiza.

Mientras tanto, el nivel de satisfacción con la marcha general de las cosas se mantuvo estable durante este mes respecto de julio con un 32%. La insatisfacción alcanza el 65%, 10 puntos porcentuales más que la medición anterior, señala  la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) de la Universidad de San Andrés. Los votantes de Sergio Massa en las elecciones generales de octubre de 2023 son los más insatisfechos (93%) con la situación actual; mientras que los votantes de Javier Milei son los más satisfechos (62%), puntualiza el trabajo que es dirigido por el doctor en Ciencias Sociales, Diego Reynoso.

En lo que respecta segmentación por niveles socio económicos, la clase baja sigue siendo la más insatisfecha (71%) mientras que los sectores ABC1 son los más satisfechos (48%), seguidos de la clase media alta (39%).

En cuanto a las diferencias generacionales, el diagnóstico académico apunta que todas las categorías tienen una insatisfacción mayor a 51%. Los millenials son los más insatisfechos (72%). En general, la satisfacción con la marcha general de las cosas es mayor entre: los hombres, los sectores socioeconómicos más altos, las generaciones mayores, los autoidentificados ideológicamente en centro derecha y los votantes de Juntos por el Cambio y de la La Libertad Avanza.

De acuerdo con la encuesta de la Universidad de San Andrés, la aprobación del gobierno es del 46%, mientras que la desaprobación es del 51%. Entre los encuestados de derecha, la aprobación se mantuvo alta, con un 84%, mientras que en el centro izquierda, la desaprobación es del 90%. Generacionalmente, la Generación X mantuvo un 51% de aprobación, pero la desaprobación entre los millennials subió al 53%. Los votantes de Sergio Massa son los más críticos, con un 92% de desaprobación, mientras que los votantes de Patricia Bullrich (80%) y La Libertad Avanza (89%) se consolidan como los de mayor respaldo a la gestión.

En septiembre, la satisfacción con la política de defensa alcanza un 38%, seguida de la política económica (37%) y las políticas de seguridad y exterior, ambas con un 36%. Sin embargo, la insatisfacción sigue siendo elevada, liderada por la política de obras públicas e infraestructura (69%), seguida por la política de salud (68%) y la política educativa (67%).

Los encuestados identifican a los bajos salarios como el principal problema del país, con un 37%, desplazando a la pobreza, que sigue de cerca con un 36%. En tercer lugar, aparecen delincuencia e inseguridad y falta de trabajo, empatando con un 31%. La preocupación por los políticos se ubica en cuarto lugar, con un 29%. La inflación, que en julio era uno de los problemas más importantes (32%), pierde peso en la percepción pública, bajando al 27%.

El sondeo fue realizado antes de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) difundiera la tasa de pobreza del primer semestre del año que derivó que un 52,9% de los argentinos no pueden reunir los ingresos mínimos para salir de ese escalón de la pirámide socioeconómica.

Independientemente de ese dato, que se profundizó por la devaluación, la actualización de los precios de la economía y la abrupta caída del poder adquisitivo de la sociedad, el 52% de los encuestados por la Universidad de San Andrés considera que la situación del país ha empeorado. Un 38% cree que mejorará, una disminución de 5 puntos porcentuales frente al 43% anterior. A nivel personal, el 53% opina que su situación ha empeorado, un aumento de 6 puntos porcentuales respecto a julio, y un 10% dice que ha mejorado.

En cuanto a expectativas futuras, el 35% cree que su situación personal empeorará, un aumento de 5 puntos porcentuales, mientras que un 34% espera una mejora.▪

A pesar de que un 28% aún considera que la situación del país mejoró en el último año, la percepción negativa es de un 52% creyendo que ha empeorado. Además, la expectativa de futuro se ha reducido, ya que un 38% piensa que el país mejorará. Esto indica que, aunque la visión positiva todavía existe, ha disminuido en comparación con las perspectivas anteriores, finaliza el diagnóstico.

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