Tras 12 años en San Martín de Tucumán, ahora es el encargado de la recuperación de futbolistas en uno de los equipos más fuertes de Ecuador

Después de más de una década en la institución de La Ciudadela, el readaptador físico Damián Solís aceptó el desafío de trabajar en Independiente del Valle.

EN ACCIÓN. Damián Solís sigue de cerca en cada práctica a los futbolistas de Independiente del Valle. EN ACCIÓN. Damián Solís sigue de cerca en cada práctica a los futbolistas de Independiente del Valle.

En la vida siempre llega un momento para dar un salto de calidad, una apuesta por lo desconocido en busca de crecimiento y evolución. Y para Damián Solís esa oportunidad llegó cuando en 2024 cuando aceptó la oportunidad de convertirse en el readaptador físico de Independiente del Valle, uno de los equipos más importantes de la Primera División de Ecuador.

Tras una larga trayectoria en San Martín de Tucumán, entendió que había llegado el momento de expandir sus horizontes y enfrentar un desafío que lo llevó a un país nuevo, a más de 2.800 kilómetros de distancia.

“Fue una decisión muy difícil. El lazo sentimental que me une a San Martín, ese club al que quiero tanto, hizo que me costara mucho dar ese paso. Pero no dudé en tomar la decisión de venir porque tenía la intención de seguir buscando progreso y desarrollo personal. Estaba convencido de que tenía que irme de Tucumán, aunque sea por un tiempo, para cosechar experiencias en competencias de nivel internacional, que fue lo que más me motivó”, explicó el hombre que tiene su corazón ligado al “Santo”. “En San Martín estaba muy a gusto desde 2012 porque es un club que demanda mucho. Fue difícil irme porque estaba muy vinculado afectivamente a la institución, pero buscaba otros niveles de competencia que pudieran favorecer mi desarrollo personal. Al tomar la decisión, lo primero que hice fue hablar con los capitanes y referentes del grupo en ese momento, Darío Sand y Gonzalo Rodríguez. Todos entendieron, me apoyaron y me felicitaron por la oportunidad”, agregó.

AL TROTE. Solís vive cada práctica de Independiente del Valle con intensidad. AL TROTE. Solís vive cada práctica de Independiente del Valle con intensidad.

El tucumano de 40 años disfruta de su presente con el equipo originario de la ciudad de Sangolquí, ubicada al centro-norte de la región interandina de Ecuador. Pero, ¿cómo llegó hasta allí?

“En la disciplina en la que me desempeño pude crear lazos de interacción con otros readaptadores, la mayoría argentinos, que están distribuidos en distintos clubes y ligas del mundo. Dentro de ese grupo de colegas, había uno que trabajaba en Independiente del Valle y que estaba próximo a su partida. Cuando se fue, me preguntó si me interesaba el puesto y por supuesto le dije que sí. Entonces me recomendó a otras personas relacionadas con el cuerpo técnico actual que comanda Javier Gandolfi, quienes ya tenían referencias mías por ex jugadores de Independiente. Así me llegó la oportunidad”, explicó.

EN LA BOMBONERA. Damián Solís se tomó una fotografía en la previa al duelo contra Boca Juniors, por la Copa Sudamericana. EN LA BOMBONERA. Damián Solís se tomó una fotografía en la previa al duelo contra Boca Juniors, por la Copa Sudamericana.

A pesar de que a Damián le costó encontrar un lugar donde vivir y organizar el traslado de toda su familia, asegura que el club le facilitaron enormemente sus primeros días en la región noroccidental de América del Sur. “Fue un desafío grande. La experiencia transcultural era lo que más me motivaba a querer explorar. Al principio fue fácil en lo laboral porque el club tiene muchas comodidades y una estructura organizativa destacable. Desde lo disciplinario, no me costó tanto porque me encontré con equipos de trabajo muy profesionales, que me dieron mi lugar y valoraron mi aporte. Sin embargo, personalmente tardé alrededor de un mes en adaptarme y conseguir vivienda para que viniera mi familia. Una vez que llegaron y mi hija Eva pudo ingresar al colegio, me sentí más tranquilo y pude enfocarme en mi desempeño profesional”, explicó.

Al hablar de su experiencia en Ecuador, Solís explicó que, en cuanto a la forma de ser, los ecuatorianos se comportan prácticamente igual que los argentinos. Sin embargo, destacó que la comida es bastante diferente y es uno de los aspectos que más lo sorprendió de ese país.

“Las características son muy similares a las del norte de Argentina. La gente es muy amable y abierta a intercambiar conocimientos. Me sorprendió que la mayoría de los barrios son cerrados; al caminar ves más tapias que casas. Mientras que culturalmente, el jugador ecuatoriano es también muy parecido al argentino, con una visión de vida enfocada en el disfrute y el gozo”, dijo.

“Al principio desayunaba y almorzaba en el club, lo que me ayudó a conocer las comidas locales. Aquí se consume mucho encebollado, que es una sopa de pescado con cebolla y se le agrega canguil, lo que sería el pochoclo para nosotros. La verdad es que no me agrada mucho, pero es popular. En Ecuador se come demasiado pescado, frutos del mar y plátano verde en diversas formas, ya sea al horno o frito. También se consiguen productos argentinos como carne y vino, así que no hay tanta diferencia”, analizó.

EN FAMILIA. Durante los tiempos libres, Solís disfruta de los paisajes de Ecuador con los suyos. EN FAMILIA. Durante los tiempos libres, Solís disfruta de los paisajes de Ecuador con los suyos.

El único aspecto negativo para Solís en su experiencia por Ecuador sería lo económico ya que encontró precios más elevados que en Argentina. “Noté  que acá están mucho más altos. Argentina me parecía más barata y con más posibilidades. Los sueldos son muy parecidos, pero el costo de vida es un poco más alto en Ecuador. La moneda oficial es el dólar, lo que refleja cierta dependencia de Estados Unidos”, aseguró. “Yo intervengo una vez que el kinesiólogo da el visto bueno para la evolución de un deportista, hasta su inclusión en la práctica deportiva. Cuando un jugador se lesiona y disminuye el dolor, comienza a entrenarse conmigo y ahí comenzamos a trabajar para reacondicionarlo físicamente antes de reintegrarse al plantel. También implemento estrategias preventivas para minimizar el riesgo de lesiones, que es en donde ponemos más el foco”, explicó.

COMPAÑERO IDEAL. Solís recorre las calles de Ecuador, con el kit matero. COMPAÑERO IDEAL. Solís recorre las calles de Ecuador, con el kit matero.

El tucumano encontró tiempo para salir a recorrer Ecuador en modo turista y resalta que visitó la “Mitad del Mundo”, que es una ciudad turística con monumentos y museos que destacan las culturas originarias. Además, también pudo visitar las Termas de Papallacta, cerca de Quito “Son naturales y muy lindas. La ciudad es increíble, rodeada de montañas y valles, con casas y edificios en las laderas”, aseguró antes de dejar en claro que vive con alegría su presente deportivo, pero que no le cierra las puertas a nuevos desafíos. “Tuvimos un buen año. Ganamos la primera etapa de la Liga Pro, lo que nos dio la clasificación a la Copa Libertadores del próximo año. Ahora estamos jugando la segunda etapa, y tenemos el objetivo de ganarla y evitar la final, algo que ningún club logró en la historia de Ecuador. Estoy muy bien en este país, pero tengo ganas de seguir creciendo y de enfrentar nuevos desafíos. Hoy por hoy estoy muy a gusto aquí, pero el futuro es incierto”, concluyó Solís, que celebró la clasificación “santa” a la final de Primera Nacional desde la distancia. “Estuve atento al partido y me puse muy feliz por los chicos”, concluyó con una sonrisa bien ancha.

Comentarios